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  • OPINIÓN EXPERTA
  • 2009

Las vitaminas E y C aumentan supuestamente el riesgo de diabetes en atletas ─ Un examen crítico de resultados de estudios

Publicado

1 mayo 2009

“‘Se sospecha que los antioxidantes, particularmente la vitamina C y la vitamina E, aumentan el riesgo de diabetes en atletas’ – este mensaje constituye la reacción de la prensa a un estudio realizado por Ristow et al. (1). El efecto de consumir antioxidantes sobre la sensibilidad a la insulina después de una fase intensa de entrenamiento durante cuatro semanas se investigó en 40 hombres jóvenes sanos, 20 de los cuales entrenaban regularmente y los otros 20 con menos regularidad. Los participantes del estudio recibieron bien 1 g de vitamina C y 400 IU de vitamina E al día o un placebo. La conclusión fue que un entrenamiento intenso derivaba a la larga en un aumento de la sensibilidad a la insulina. Esta reacción, no obstante, sólo se observó en atletas no suplementados y no se manifestó en atletas que recibieron vitaminas C y E. Una alta sensibilidad a la insulina se considera un requerimiento físico en la protección contra la diabetes.

El esfuerzo atlético ocasiona estrés oxidativo en el organismo por medio de productos del metabolismo oxidativo ; es decir, partículas agresivas de oxígeno también conocidas como radicales libres. Sus adversarios bioquímicos son las sustancias antioxidantes, como las vitaminas C y E. Basándose en la menor absorción de glucosa observada únicamente en las células de los atletas tratados con vitaminas, los autores concluyen que la suplementación con las dos vitaminas C y E aumentan el riesgo de contraer diabetes. Esta menor absorción de glucosa debe entenderse como una resistencia a la insulina. En el caso en que sea una condición permanente, se puede contemplar como un factor de riesgo para el desarrollo de diabetes. Puesto que, de acuerdo con las presentes observaciones, los radicales libres parecen estimular la absorción de glucosa en las células, los autores llegan a la conclusión de que la supresión de la formación de radicales libres mediante antioxidantes es un factor más bien negativo, ya que obstaculiza los beneficios para la salud del deporte.

En respuesta a esta conclusión, habría que decir que la formación de radicales libres en el organismo sometido a un gran esfuerzo físico no es necesariamente conveniente. Numerosos otros estudios han ofrecido evidencia de esto, mostrando que las actividades deportivas conducen a una adaptación (ajuste ascendente) de los sistemas antioxidantes que evita la formación de radicales libres o desactiva los ya existentes. Esto significa que las personas que hacen ejercicio regularmente poseen mejores defensas antioxidantes, lo cual reduce la formación de radicales libres. La suplementación de vitaminas C y E con sus efectos antioxidantes tiene un resultado que puede compararse, en principio, a esta adaptación provocando por lo tanto una reducción de radicales libres. En particular, las personas que no practican ejercicio pueden mejorar sus defensas antioxidantes más bajas, causadas por una menor adaptación, consumiendo vitaminas C y E, como muestra también el estudio de Ristow et al. (2009).

La suposición de que una resistencia a la insulina temporal aumenta el riesgo de diabetes inhibiendo la formación de radicales libres también es algo más que especulativa. No existe hasta la fecha ningún dato referido a la urgencia –como temen los autores– de la diabetes tipo 2 debida a una reducción temporal de la sensibilidad a la insulina en hombres sanos de peso normal. Más bien, los resultados de Ristow et al. (2009) demuestra, entre otras cosas, que mientras el aumento de radicales libres en los atletas no suplementados tiene un efecto positivo sobre la absorción de glucosa en las células, a largo plazo puede contribuir claramente a otros daños como la aterosclerosis. Esto es algo sugerido por numerosos estudios sobre la inducción de estrés oxidativo (formación de radicales libres). De ahí surge una cuestión mucho más importante sobre qué niveles de antioxidantes necesitan los atletas y en qué medida pueden obtenerlos por medio de la dieta.

Los autores sostienen que el desarrollo de diabetes puede inhibirse mediante una dieta rica en frutas y verduras, pero no mediante la suplementación. Otro de los problemas es que, de manera bastante evidente, los autores informan erróneamente del meta-análisis de Hamer y Chida (2009), al que se cita como prueba de esto. Este meta-análisis resume cinco estudios nutricionales y nueve estudios sobre la aplicación de antioxidantes. La sorprendente conclusión a la que llega es que incluso el consumo diario de cinco o más porciones de frutas y verduras sólo logra reducir el riesgo apenas un 3%, mientras que la suplementación de antioxidantes lleva a una reducción del riesgo del 13%. Esto último pudo observarse particularmente en suplementos con vitamina E, presente en las frutas y las verduras sólo en pequeñas cantidades.

Sería preferible que los autores aplicaran su estupenda metodología en un estudio comparativo de personas con resistencia a la insulina, puesto que estos individuos son los que presentan un mayor riesgo de enfermedad. Si se demostrara que la administración de vitaminas E y C agrava la resistencia a la insulina a largo plazo, habría que advertir de la aplicación de estos antioxidantes. Tomando como base el grupo seleccionado por Ristow et al. (2009) en el presente estudio, formado por personas sanas que no ofrecen razones para suponer una condición prediabética o incluso metabólica diabética, no tiene mucho sentido intentar discutir el nivel de los antioxidantes en la prevención de la diabetes”.

Hohenheim, mayo de 2009

REFERENCIAS

  1. Ristow M. et al. Antioxidants prevent health-promoting effects of physical exercise in humans. Proc Natl Acad Sci, 2009; 106(21):8665–70.

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