Según la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), el consumo de ácidos grasos omega 3 en los niveles observados de ingesta no se ha asociado a efectos adversos en niños ni en adultos sanos (303). La ingesta prolongada de hasta 5 g/día de suplementos combinados de ácido eicosapentaenoico (EPA) y ácido docosahexaenoico (DHA) no parece aumentar el riesgo de episodios de hemorragia espontánea o complica-ciones hemorrágicas, ni afectar a la función inmunológica, la homeostasis de la glucosa o la peroxidación lipídica, siempre que la estabilidad oxidativa de los ácidos grasos esté garantizada. La ingesta de suplemen-tos combinados de EPA y DHA en dosis de 2-6 g/día y de DHA en dosis de 2-4 g/día induce un incremento aproximado de un 3% en las concentraciones de colesterol LDL, lo cual no tiene efectos adversos en el riesgo de enfermedades cardiovasculares, mientras que el EPA en dosis de hasta 4 g/día no tiene efectos significativos en el colesterol LDL. La ingesta de suplementos combinados de EPA y DHA en dosis de hasta
5 g/día y la administración de EPA solo en dosis de hasta 1,8 g/día no suscitan problemas de seguridad entre adultos. La ingesta de suplementos de DHA solo en dosis de hasta 1 g/día no plantea problemas de seguri-dad para la población en general. No hay datos disponibles sobre el DPA cuando se consume solo.
Ácido gamma-linolénico (18:3n-6)
El ácido gamma-linolénico suele tolerarse muy bien, y no se han observado efectos adversos con dosis de hasta 2,8 g/día durante 12 meses (218).
El aceite de borraja, de onagra o de grosella negra en altas dosis puede causar molestias gastrointestinales, heces blandas o diarrea (216).
A las personas con un historial de convulsiones o trastorno convulsivo se les suele aconsejar que eviten el aceite de onagra y otros aceites ricos en ácido gamma-linolénico (216).
Ácido alfa-linolénico (18:3n-3)
Aunque el aceite de semillas de linaza suele tolerarse muy bien, en altas dosis puede causar heces blandas o diarrea (219).
Se han registrado reacciones alérgicas y anafilácticas con la ingestión de linaza y aceite de semillas de linaza (220).
Potencial de un mayor riesgo de degeneración macular:
Si bien algunos estudios han demostrado que ciertos ácidos grasos omega-3 pueden reducir el riesgo de desarrollar degeneración maculas, otros estudios de ácidos grasos omega-3 de cadena corta sugieren que el ALA en dosis altas puede aumentar el riesgo de padecer esta enfermedad.Se hace patente la necesidad de continuar investigando para evaluar cualquier riesgo potencial.
Potencial de un mayor riesgo de cáncer de próstata:
Algunos estudios han demostrado que los ácidos grasos omega-3 de cadena larga pueden reducir el riesgo de padecer ciertos tipos de cáncer.
Por el contrario, un metaanálisis ha sugerido que el consumo en dosis altas de ácidos grasos omega-de cadena corta, como el ALA, puede aumentar el riesgo de sufrir cáncer de próstata y favorecer el desarrollo del cáncer de colon en estadio avanzado.
Sin embargo, una revisión sistemática y un metaanálisis que han examinado estudios más recientes, diseñados específicamente para detectar factores de riesgo de cáncer de próstata en humanos, no han demostrado tal asociación (101).
Ácido eicosapentaenoico (20:5n-3) y ácido docosahexaenoico (22:6n-3)
Se han registrado muy pocas reacciones adversas graves en personas que utilizan aceite de pescado u otros suplementos de EPA y DHA. Las autoridades sanitarias de Estados Unidos han reconocido que la ingesta de hasta 3 g/día de ácidos grasos omega-3 de cadena larga (EPA y DHA) está clasificada como ‘Generally Recognized As Safe (GRAS)’ (2). El efecto adverso más común producido por el aceite de pescado o los suplementos de EPA y DHA es un desagradable gusto a pescado. También se han manifestado eructos y acidez. Además, en altas dosis puede causar náuseas y heces blandas.
Potencial de sangrado excesivo:
El potencial de que el consumo elevado de ácidos grasos omega-3, especialmente el EPA y DHA, prolongue los tiempos de sangrado ha sido estudiado a fondo y puede tener un papel en los efectos protectores del corazón de los ácidos grasos omega-3. Aunque se han observado tiempos de sangrado excesivamente largos y una mayor incidencia de accidentes cardiovasculares con dosis muy altas de EPA + DHA (6,5 g/día), se desconoce si el consumo elevado de EPA y DHA es el único factor responsable de estas observaciones (1).
Las autoridades sanitarias de Estados Unidos han dictaminado que la ingesta de hasta 3 g/día de ácidos grasos omega-3 de cadena larga (EPA y DHA) está clasificada como ‘Generally Recognized As Safe (GRAS)’ para su inclusión en la alimentación (2).
Si bien el Instituto de Medicina no ha establecido un nivel de ingesta máximo tolerable (UL) para los ácidos grasos omega-3, se recomienda prudencia al consumir suplementos de EPA y DHA, especialmente en el caso de aquellas personas con un mayor riesgo de sangrado excesivo (1).
Potencial de supresión del sistema inmunitario:
Pese a que la supresión de las respuestas inflamatorias derivada de una mayor ingesta de ácidos grasos omega-3 puede ser beneficiosa en individuos con enfermedades inflamatorias o autoinmunes, las dosis antiinflamatorias de ácidos grasos omega-3 podrían reducir la capacidad del sistema inmunitario de destruir los agentes causantes de enfermedades (p. ej., virus o bacterias) (221).
Aunque no está claro si los efectos inmunosupresores pueden afectar a las respuestas inmunitarias, se aconseja proceder con precaución a la hora de considerar la suplementación de ácidos grasos omega-3 en individuos con sistemas inmunitarios comprometidos (1).
Ácido linoleico (18:2n-6)
Potencial de un mayor riesgo de cáncer de próstata:
Los estudios en animales han mostrado que los ácidos grasos omega-6 (ácido linoleico y ácido araquidónico), al igual que la grasa del aceite de maíz, promueven el crecimiento de células tumorales de próstata. Se precisa más investigación para evaluar los posibles efectos promotores del cáncer en humanos.
Los ensayos aleatorizados controlados no han hallado efectos adversos sobre el crecimiento en bebés alimentados con fórmulas enriquecidas con AA y DHA hasta el primer año de edad (17, 18).
En los primeros estudios sobre fórmulas de alimentación para bebés enriquecidas con DHA, se utilizó el aceite de pescado rico en DHA como fuente de DHA. No obstante, varios bebés prematuros que recibieron la fórmula enriquecida con aceite de pescado presentaron menores concentraciones de AA en plasma, lo que se asoció a un retraso del crecimiento (222). Este efecto se atribuyó al potencial que tiene el EPA, en grandes concentraciones, de interferir con la síntesis del AA, esencial por otra parte para un crecimiento normal. A raíz de esto, se rebajó el contenido de EPA y se añadió AA a la fórmula enriquecida con DHA. La mayoría de las fórmulas de alimentación para bebés actuales contienen sólo AA y DHA derivado de algas y hongos, respectivamente, o aceites de pescado con una proporción de DHA/EPA superior a 3.
La seguridad de los ácidos grasos omega-3 y omega-6 como suplementos, incluyendo el aceite de borraja, el aceite de onagra, el aceite de grosella negra y el aceite de semillas de linaza, no se ha determinado en mujeres embarazadas o en periodo de lactancia (216). Los estudios sobre la suplementación de aceite de pescado durante el embarazo y la lactancia no han demostrado efectos adversos graves.
Algunas especies de pescado, en especial los peces depredadores de mayor tamaño (p. ej., el pez espada), pueden contener niveles importantes de contaminantes medioambientales, como el metilmercurio, los bifenilos policlorados (PCBs) u otros (44). La exposición excesiva a estas sustancias tóxicas puede causar daños cerebrales y renales. Los fetos en desarrollo, los bebés y los niños pequeños son especialmente vulnerables a los efectos tóxicos del mercurio sobre el cerebro.
Aunque el hecho de retirar la piel, la grasa y los órganos internos del pez antes de cocinarlo y de permitir que la grasa escurra mientras se cocina, disminuye la exposición a varios contaminantes liposolubles como los PCBs (223), el metilmercurio se acumula en el músculo del pez, por lo que las precauciones mencionadas no reducen la exposición a este contaminante.
A fin de limitar la exposición de los fetos en desarrollo, los bebés y los niños pequeños al metilmercurio, las autoridades sanitarias han aconsejado a las mujeres que puedan quedar embarazadas, a las embarazadas y las que están en el periodo de lactancia las siguientes recomendaciones (147):
Varios análisis de laboratorio realizados en EE. UU. han revelado que los suplementos de ácidos grasos omega-3 disponibles a la venta están libres de metilmercurio, PCBs y dioxinas (224, 225, 226). En general, los aceites de pescado contienen niveles inferiores de PCBs y otros contaminantes liposolubles que los aceites de hígado de pescado. La ausencia de metilmercurio en los suplementos de ácidos grasos omega-3 se puede explicar por el hecho de que el mercurio se acumula en el músculo más que en la grasa del pez (2). Además, los aceites de pescado que se han sometidos a un mayor refinamiento también contienen menores cantidades de PCBs (227).
Los suplementos de aceite de algas son fuentes de DHA libres de contaminantes, vegetales y sostenibles elaboradas a partir de microalgas siguiendo las condiciones de Buenas Prácticas de Manufactura (GMP, por sus siglas en inglés). El aceite de algas rico en DHA no procede de un organismo modificado genéticamente y es kosher y halal.
Dado que los alcaloides pirrolizidínicos, sustancias tóxicas para el hígado que pueden desencadenar cáncer, están presentes en varias partes de la planta de la borraja, las personas que consumen suplementos de aceite de borraja deberían utilizar productos certificados que no contengan alcaloides pirrolizidínicos (216).
Advertencia:
Debido a las posibles interacciones, los suplementos dietéticos no deben ser tomados con medicamentos sin consultar previamente a un profesional médico.
Los antioxidantes liposolubles, como la vitamina E, tienen una función importante en la prevención de la oxidación de los ácidos grasos poliinsaturados (PUFAs). Se ha sugerido que la cantidad de vitamina E requerida para prevenir los efectos nocivos de los radicales libres en los PUFAs (‘peroxidación lipídica’) aumenta con la cantidad de PUFAs consumidos (1, 228).
Una recomendación muy utilizada es consumir 0,6 mg de vitamina E (alfa-tocoferol) por gramo de PUFA en la dieta.