Retrasos importantes en el crecimiento lineal y en el aumento de peso ('retardo del crecimiento') son características comunes de una deficiencia moderada de zinc en niños.
Un meta-análisis de datos de crecimiento a partir de estudios de intervención con zinc confirmaron que la deficiencia de zinc limita el crecimiento en niños en muchos lugares del mundo, especialmente en los países en vías de desarrollo (15).
Aunque se desconocen los mecanismos exactos para los efectos retardadores del crecimiento de la deficiencia de zinc, la investigación indica que la disponibilidad de zinc afecta a los sistemas de señalización de las células encargadas de coordinar la respuesta a la hormona reguladora del crecimiento, el factor de crecimiento insulínico tipo 1 (IGF-1) (16).
Un estado nutricional de zinc bajo en mujeres embarazadas se ha asociado a una menor atención en los bebés recién nacidos y a una peor función motora a los seis meses de edad. La suplementación con zinc se ha relacionado con una mejor coordinación motora en bebés nacidos con muy bajo peso y una mayor actividad en bebés y niños de hasta tres años (17).
Además de esto, la suplementación de zinc se ha asociado a un mejor funcionamiento ‘neuropsicológico’ (p. ej., la atención) en estudiantes chinos de primaria, aunque esto se observó sólo cuando el zinc se administró junto con otros micronutrientes (18).
Otros dos estudios no han conseguido hallar una asociación entre la suplementación de zinc y la cantidad de atención en niños diagnosticados con retardo del crecimiento.
Pese a que los estudios iniciales sugieren que la deficiencia de zinc puede reducir el desarrollo cognitivo en niños pequeños, se requiere una investigación más controlada para determinar la naturaleza del efecto y si la suplementación de zinc aporta beneficios (19).
Una ingesta adecuada de zinc es primordial para mantener la integridad del sistema inmunitario (20); por eso, las personas con deficiencia de zinc pueden experimentar una mayor susceptibilidad a diversos agentes infecciosos (21, 22).
Diarrea
Los efectos adversos de la deficiencia de zinc sobre la función del sistema inmunitario pueden aumentar la propensión de los niños a la diarrea infecciosa. Una diarrea persistente favorece la deficiencia de zinc y la malnutrición.
En una serie de ensayos aleatorizados controlados, la suplementación de zinc en combinación con la rehidratación por vía oral ha demostrado reducir de forma significativa la duración y la gravedad de la diarrea infantil aguda y persistente y aumentar la supervivencia (23, 24). Un meta-análisis de ensayos aleatorizados controlados concluyó que la suplementación de zinc reduce la frecuencia, severidad y duración de los episodios de diarrea en niños menores de cinco años (25).
La Organización Mundial de la Salud y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia recomiendan la suplementación con zinc como parte del tratamiento para enfermedades diarreicas en niños pequeños (26).
Neumonía
La suplementación con zinc también puede reducir la incidencia de infecciones respiratorias bajas, como la inflamación de los pulmones (‘neumonía’).
Un análisis conjunto de varios estudios llevados a cabo en países en vías de desarrollo demostró una reducción sustancial del número total de casos de neumonía en niños suplementados con zinc (27). Un meta-análisis descubrió que la suplementación de zinc reducía la incidencia, pero no la duración, de neumonía o enfermedades de las vías respiratorias en niños menores de cinco años (25).
Malaria
Algunos estudios han indicado que la suplementación con zinc puede reducir la incidencia de ataques clínicos de malaria en niños (28).
Un ensayo aleatorizado controlado realizado en niños de edad preescolar en Papua Nueva Guinea reveló que la suplementación de zinc reducía un 38% la frecuencia de visitas a centros de atención sanitaria por malaria(29). Además, el número de episodios de malaria acompañados de altos niveles en sangre del parásito causante de esta enfermedad se redujo un 68%, lo que sugiere que la suplementación con zinc puede ser beneficiosa para prevenir más episodios severos de malaria.
No obstante, un ensayo llevado a cabo durante seis meses en más de 700 niños de África Occidental no halló la frecuencia o severidad de los episodios de malaria (30). Por otra parte, un ensayo aleatorizado controlado en más de 242.000 niños de entre uno y 48 meses de edad descubrió que la suplementación de zinc no reducía de forma significativa la mortalidad asociada a la malaria y otras infecciones (31).
A la vista de estos informes contradictorios, aún no está claro si la suplementación con zinc puede aplicarse en el tratamiento de la malaria infantil.
Respuesta inmunitaria en personas mayores
El deterioro relacionado con la edad de la función inmunitaria se ha asociado a la vulnerabilidad de las personas mayores a una deficiencia moderada de zinc. Sin embargo, los resultados de ensayos con suplementación de zinc sobre la función inmunitaria en personas mayores han sido variados.
En ensayos aleatorizados controlados, se ha descubierto que ciertos aspectos de la función inmunitaria (p. ej., niveles más altos de células inmunitarias) en hombres y mujeres de más de 65 años mejoran con la suplementación de zinc (32, 33).
No obstante, otros estudios han señalado que la suplementación de zinc no mejora los parámetros de la función inmunitaria, indicando que se requiere más investigación antes de poder hacer recomendaciones sobre el zinc y la respuesta del sistema inmunitario en las personas mayores.
El estado nutricional de zinc materno se ha asociado a varios resultados adversos en el embarazo que incluyen bebés de bajo peso, partos prematuros, complicaciones en el parto y anomalías en los fetos (34).
Sin embargo, los resultados de ensayos con suplementación materna con zinc en los EE. UU. y países en vías de desarrollo han sido variados (17).
Aunque algunos estudios han revelado que la suplementación materna con zinc aumenta el peso al nacer y disminuye la posibilidad de parto prematuro, dos estudios aleatorizados controlados en mujeres de Perú y Bangladesh han señalado que la suplementación con zinc no influye en los bebés de bajo peso y el parto prematuro (35, 36).
Los estudios de suplementación diseñados para examinar el efecto de la suplementación de zinc sobre las complicaciones del parto también han ofrecido resultados mixtos, pese a que pocos se han llevado a cabo en poblaciones con deficiencia de zinc (17).
Una revisión de 17 ensayos aleatorizados controlados reveló que la suplementación durante el embarazo se asociaba a una reducción del 14% de partos prematuros; observándose una menor incidencia de nacimientos pretérmino en mujeres con bajos ingresos (37).