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Influyendo en los que influyen: la importancia de los ácidos grasos omega-3

Publicado

14 diciembre 2017

El evento FoodFluence celebrado en Viena (Austria) a comienzos de este año congregó a 30 de los comunicadores más influyentes de Norteamérica en materia de nutrición. Se trató de un encuentro inspirador en el que se transmitieron, compartieron y discutieron los últimos conocimientos de la ciencia en este campo para poder hacer llegar a los consumidores información clara y valiosa.

Yo tuve el privilegio de asistir a la sesión científica “The Stats on Fats: Revealing Your ΩMG Moment” (Las estadísticas de las grasas: revelando tu momento ΩMG) para ofrecer una puesta al día sobre los numerosos e importantes beneficios clínicos de los ácidos grasos omega-3 y lanzar un mensaje de advertencia: la gran mayoría de la población de los países desarrollados, como los EE. UU. y el Reino Unido, presenta una clara deficiencia de estos nutrientes.

Los ácidos grasos omega-3 son imprescindibles para nuestra salud y no pueden ser producidos por el cuerpo en cantidades suficientes. De ahí la necesidad de consumirlos regularmente en nuestra dieta para influir positivamente en la salud a lo largo de nuestra vida.

La principal fuente dietética de omega-3 de cadena larga es el pescado azul; sin embargo, en los EE. UU. casi el 96 % de la población tiene unos niveles de EPA y DHA por debajo de los aconsejados para obtener protección cardiovascular. (1) Esta protección se manifiesta a través de un menor riesgo de arritmia, una disminución de los triglicéridos en plasma, una reducción de la presión arterial y una posible inhibición de la agregación plaquetaria. (2)

Un reciente meta-análisis de datos de ensayos controlados aleatorizados (ECA) cuantifica el grado de dicha protección. En los estudios prospectivos de cohortes, la suplementación con EPA y DHA logró una reducción significativa del 18 % del riesgo de enfermedad coronaria y, en un análisis de subgrupos de los ECA en poblaciones de alto riesgo, el riesgo se redujo un 16 % en aquellas personas con un nivel elevado de triglicéridos en suero y un 14 % en aquellas con unos niveles altos de colesterol LDL. (3)

Teniendo en cuenta que las enfermedades cardiovasculares siguen siendo la principal causa de muerte en muchos países desarrollados, las implicaciones de esta investigación son obvias. Los expertos coinciden en que una ingesta moderada de al menos 250 mg de EPA y DHA al día, ya sean procedentes del pescado o en forma de suplementos, es una estrategia razonable para la protección cardiovascular en la población en general o, en el caso de personas que ya padecen una enfermedad cardiovascular, una ingesta de 1000 mg de EPA y DHA.

En cuanto a la importancia de los ácidos grasos omega-3 en la salud cerebral, se recordó a los delegados que acudieron a Viena lo fácil que es olvidar que el cerebro humano está compuesto en un 60 % de grasas, de las cuales aproximadamente el 8 % son omega-3 y, de estas, el 97 % es DHA. El DHA desempeña un papel fundamental en la formación de la estructura cerebral en los primeros años de vida, así como en la conexión y comunicación de las neuronas durante toda la vida. (4)

Es sabido que el cerebro del feto, por ejemplo, experimenta un rápido desarrollo y expansión a partir del último trimestre de gestación. Una imagen detallada por resonancia magnética ha demostrado que el cerebro de los recién nacidos a término crece un 64 % en los primeros 90 días de vida. (5) La estructura química del ácido graso poliinsaturado DHA promueve una comunicación más rápida entre las neuronas a través de la sinapsis y puede también favorecer conexiones neuronales permanentes en un momento crítico de la vida al que no es posible volver.  Por lo tanto, unos niveles óptimos durante el embarazo y la primera infancia podrían ser una oportunidad única para contribuir a la salud cerebral. (5)

El cerebro humano continúa desarrollándose en peso, densidad neuronal y mielinización más allá de la infancia y, curiosamente, se han presentado estudios que demuestran cómo la suplementación es capaz de mejorar el comportamiento, la velocidad de lectura y el aprendizaje en los niños (con o sin trastornos del desarrollo neurológico), así como el deterioro cognitivo en las personas mayores. (6, 7)

En resumen, se abordaron las funciones de los ácidos grasos omega-3 destacando su papel en el mantenimiento de un corazón y cerebro sanos durante toda la vida.

La presentación concluyó que los niveles de omega-3 siguen siendo lamentablemente insuficientes en la mayoría de los países desarrollados y que las directrices nacionales e internacionales coinciden en recomendar el consumo de al menos 250 mg al día de ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga o dos porciones semanales de pescado azul. Las personas diagnosticadas con una enfermedad cardiaca deberían aumentar esta dosis a 1000 mg al día y, en el caso de las mujeres embarazadas, existen recomendaciones específicas para evitar especies de peces que contienen altas concentraciones de mercurio al tiempo que se mantiene un consumo de DHA que promueva el desarrollo cerebral del feto.

REFERENCIAS

  1. Murphy et al., Sub-optimal plasma long chain n-3 concentrations are common amongst adults in the United States. NHANES 2003-2004 Nutrients 2015.
  2. Mozaffarian and Wu, J.Am.Coll.Cardiol. 2011;58:2047-2067
  3. Mayo Clinic Proceedings (http://www.mayoclinicproceedings.org/article/S0025-6196(16)30681-4/fulltext)
  4. Arterburn et al.,Am. J. Clin. Nutr.2006;83(6 suppl):1476S-1476S.
  5. Holland et al., Structural growth trajectories and rates of change in the first three months of infant brain development. JAMA Neurology 2014;71(10):1266-1274.doi:10.1001/jamaneurol.2014.1638
  6. Richardson et al.,PLoS One 2012;7(9):e43909
  7. Yurko-Mauro et al.2010,http://www.ncbi.nlm.nih.giv/pubmed/20434961. 

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