En pacientes a los que les suministró alimentación total por vía intravenosa (‘parenteral’) conteniendo mezclas de azúcares y aminoácidos sin grasas, aparecieron señales bioquímicas de deficiencia de ácidos grasos esenciales en tan sólo de siete a diez días (207). En estos casos, la infusión continua de glucosa provocó altos niveles de insulina circulante, lo cual inhibió la liberación de ácidos grasos esenciales almacenados en el tejido adiposo.
También se ha detectado deficiencia de ácidos grasos esenciales en pacientes con una mala absorción de las grasas de los alimentos (208) y en pacientes con fibrosis quística (209).
Las concentraciones de ácido docosahexaenoico (DHA) en la sangre descienden cuando la ingesta de ácidos grasos omega-3 es insuficiente, aunque no se han establecido valores límite.
Teniendo en cuenta que los últimos tres meses de embarazo son un periodo crítico para la acumulación del ácido graso omega-3 docosahexaenoico (DHA) en el cerebro y la retina, se cree que los recién nacidos prematuros son especialmente vulnerables a lo efectos adversos que la falta de DHA provoca en el desarrollo visual y neurológico. La leche materna contiene DHA aparte de los ácidos grasos omega-3 alfa-linolénico (ALA) y eicosapentaenoico (EPA). Aunque los bebés prematuros son capaces de sintetizar el DHA del ALA, por lo general no pueden sintetizar suficiente como para prevenir un descenso de las concentraciones de DHA en la sangre y las células sin un aporte dietético adicional. Por lo tanto, se ha propuesto que las fórmulas de alimentación para bebés prematuros estén suplementadas con suficiente DHA para elevar los niveles de DHA sanguíneo y celular al de los lactantes (210).
Los signos clínicos de la deficiencia de ácidos grasos esenciales incluyen una erupción seca y escamosa, retraso del crecimiento en bebés y niños, mayor susceptibilidad a infecciones y mala cicatrización de heridas (211).
Los síntomas de una deficiencia de ácidos grasos omega-3 incluyen problemas visuales y trastornos neurosensoriales (‘neuropatía’) (212).
Los estudios en animales han revelado problemas importantes de memoria y aprendizaje causados por la deficiencia de ácidos grasos omega-3 (213, 214). Estos estudios han dado lugar a ensayos clínicos en humanos para evaluar el impacto de los PUFAs omega-3 en el desarrollo y el deterioro cognitivo.