ÁCIDOS GRASOS ESENCIALES

Funciones para la salud

Los ácidos grasos omega-6 y omega-3 son importantes componentes estructurales de las membranas celulares que afectan a la fluidez, flexibilidad, permeabilidad y actividad de las enzimas ligadas a la membrana (3)

El ácido graso omega-3 docosahexaenoico (DHA) se incorpora de forma selectiva a las membranas celulares de la retina, el tejido sensible a la luz que recubre la superficie interior del ojo (4). Los estudios llevados a cabo en animales indican que el DHA es necesario para el desarrollo normal y el funcionamiento de la retina y, por lo tanto, para la vista. La investigación prueba que el DHA se necesita para la regeneración del pigmento visual ‘rodopsina’, que desempeña un papel fundamental en el proceso de fototransducción, por el cual la luz que incide en la retina se convierte en imágenes visuales en el cerebro (5).

Los componentes estructurales de las membranas celulares del cerebro contienen concentraciones elevadas de DHA y del ácido graso omega-6 araquidónico (AA), lo que sugiere que ambos son importantes para la función del sistema nervioso central (6). Hay múltiples mecanismos que explican el modo en que el DHA afecta a la función cerebral. El contenido de DHA en las membranas celulares de las neuronas altera la disponibilidad de neurotransmisores (7), modula las moléculas de transducción de señales y los receptores acoplados a proteínas G (230) y afecta a la sinaptogénesis (231, 232) a y la diferenciación neuronal (233). El DHA también interviene en la generación de metabolitos activos, como los docosanoides (234), que podrían tener una función neuroprotectora frente a la inflamación y el estrés oxidativo en el tejido neuronal.

Los eicosanoides, derivados del ácido graso omega-6 araquidónico (AA) y del ácido eicosapentaenoico (EPA) de la serie omega-3, son potentes mensajeros químicos sumamente importantes en las respuestas inmunitarias e inflamatorias. Durante una respuesta inflamatoria, el AA y el EPA presentes en las membranas celulares pueden ser metabolizados por las enzimas para formar los eicosanoides ‘prostaglandinas’ y ‘leucotrienos’, respectivamente. Los eicosanoides derivados del EPA son inductores de inflamación, constricción de los vasos sanguíneos y coagulación menos potentes que los eicosanoides derivados del AA (2, 8).

Los resultados de cultivos celulares y estudios en animales muestran que los ácidos grasos omega-6 y omega-3 pueden modular la expresión de algunos genes, incluyendo aquellos implicados en el metabolismo de los ácidos grasos y en la inflamación (8, 9). Aunque se requiere una aclaración más detallada de los mecanismos, los ácidos grasos omega-6 y omega-3 podrían regular la expresión génica al actuar como hormonas ‘esteroides’ (10, 11, 12, 13, 14)

La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), que presta asesoramiento científico a los responsables políticos, ha confirmado que se han demostrado unos claros beneficios para la salud con la ingesta de ácidos omega-3 poliinsaturados (ácido docosahexaenoico y eicosapentaenoico) en la dieta, ya que contribuye a lo siguiente:

  • Mantenimiento de una presión arterial normal;
  • Mantenimiento de unos niveles normales de triglicéridos en la sangre (2 gramos/dia);
  • Funcionamiento normal del corazón (250 mg/dia).

Además, el DHA contribuye a:

  • Mantenimiento de unos niveles normales de triglicéridos en la sangre (2 gramos/dia);
  • Mantenimiento de una función cerebral normal (250 mg/dia);
  • Conservación de una visión normal (250 mg/dia).


Beneficios para la salud durante el embarazo y la infancia   

Embarazo y lactancia
La lactancia es el método más completo y beneficioso de alimentación infantil. La leche materna contiene ácido docosahexaenoico (DHA) y ácido araquidónico (AA) (235, 236, 237, 238, 239). Mientras que los niveles de AA son bastante uniformes, el contenido de DHA en la leche materna depende de la ingesta de DHA por parte de la madre (237, 239).

Las fuentes dietéticas de DHA preformado son la mejor manera de incrementar el DHA en la leche materna. Una mayor ingesta de ácido alfa-linolénico (ALA) por parte de la madre apenas influye en el contenido de DHA (240). Los niveles de DHA en la leche materna en todo el mundo varían tan sólo del 0,1 a más del 1,4% de los ácidos grasos totales (235, 238). El nivel medio general de DHA es de aproximadamente el 0,3%. En Estados Unidos, la composición media de DHA es de 0,17%, un porcentaje inferior al de otros países. El aumento de DHA en la dieta materna aumenta los niveles del DHA en la leche materna (241, 242, 243, 244, 245). A su vez, los niveles sanguíneos de DHA del bebé se incrementan continuamente a medida que la composición de DHA en la leche se aproxima al 0,8%. Llegado a este punto, el nivel de DHA en el bebé comienza a estabilizarse (237, 239, 246).

El aumento del estado del DHA de la madre y el hijo se asocia en muchos estudios, aunque no en todos, con una mayor puntuación en las pruebas de la función cognitiva y la vista durante la infancia y la niñez (245, 247,248, 249).

Bebés
El periodo que se extiende desde el final de la gestación hasta los cuatro años de edad es cuando se produce un importante y rápido crecimiento del sistema nervioso central, especialmente del cerebro y los ojos. Durante este tiempo la acumulación de DHA también contribuye al rápido desarrollo estructural y funcional (250). Aunque la lactancia es el método prioritario para proporcionar DHA al bebé, deberían utilizarse fórmulas comerciales con suplementos de DHA y AA para los bebés que no han sido alimentados con leche materna. Estudios observacionales y de intervención demuestran que las fórmulas suplementadas con DHA/AA favorecen el desarrollo del bebé en comparación con las fórmulas no suplementadas.

Los bebés alimentados con fórmulas para lactantes muestran unos niveles de DHA y AA en la sangre y los tejidos más bajos que los de los alimentados con lecha materna, a menos que la fórmula esté suplementada con DHA y AA (251). Ofreciendo DHA y AA preformados en las fórmulas para lactantes a unos niveles similares a los de la leche materna, aumentan las concentraciones de estos ácidos grasos en sangre y se pueden medir beneficios en el desarrollo en comparación con el grupo de control. Entre los beneficios observados se incluye una mejora del desarrollo visual y neurocognitivo.

Desarrollo visual
A diferencia de las fórmulas no suplementadas, varios investigadores han señalado que la suplementación con DHA/AA resulta en una función retiniana más madura medida por el electrorretinograma y el potencial evocado visual (252, 253). La mejora de la agudeza visual se describe a menudo como equivalente a “una línea del optotipo” a la edad de un año (254).

Los beneficios iniciales muestran un efecto a largo plazo en la función visual. La investigación sugiere que el nivel y la duración de la suplementación con LCPUFA están relacionados de forma significativa positiva con la agudeza visual con un año de edad (253). Estos hallazgos indican una necesidad continua de estos nutrientes durante, por lo menos, los primeros doces meses de vida (251, 255).

Los metaanálisis de los estudios actuales respaldan la eficacia de la suplementación con DHA/AA en el desarrollo visual (256, 257).

Desarrollo neurocognitivo
La suplementación con DHA/AA demuestra así mismo ser importante para el desarrollo neuronal y cognitivo en algunos estudios de bebés alimentados con fórmulas, si bien no en todos. Sobre este punto se han publicado varias revisiones sistemáticas y metaanálisis con resultados diversos (258, 259). Estos autores señalan que, debido a las diferencias en el diseño y en el tiempo y el tipo de medición de los resultados, los estudios siguen siendo demasiado heterogéneos para que el metaanálisis sea válido.

Varios experimentos muestran mejores resultados en las pruebas de capacidad para resolver problemas y la ‘duración de la mirada ante nuevos estímulos visuales’ tras la suplementación con DHA/AA (260, 261). En otro informe se utilizó una prueba de capacidad de resolución de problemas para determinar los beneficios potenciales de una fórmula con un 0,36% de DHA y un 0,72% de ARA administrada durante el primer año de vida (262). La fórmula se administró como alimento único o como fórmula de continuación una vez suspendida la lactancia materna. Los bebés alimentados con suplementos y los lactantes que también tomaron suplementos consiguieron más ‘soluciones intencionales a la tarea’ y mayores puntuaciones que los que no recibieron suplementación con LCPUFA. Del mismo modo, otra prueba de resolución de problemas en bebés suplementados con DHA/AA reveló una mejor función cognitiva a los diez meses en comparación con el grupo de control (261).

Estos beneficios neurológicos se prolongan más allá del periodo de suplementación y pueden medirse empleando las escalas Bayley de desarrollo infantil. Diversos estudios de suplementación temprana con DHA/AA han dado como resultado una mayor puntuación en pruebas de habilidades mentales como la escala Bayley a los 12 y los 18 meses (263, 264).

En un estudio de seguimiento a largo plazo, los niños que recibieron una suplementación con DHA/AA durante los primeros meses demostraron una mejor capacidad de procesar la información que el grupo de control a los seis años de edad (263). Basándose en el estudio, Birch et al. observaron resultados cognitivos y visuales  positivos en niños de cuatro años como consecuencia de una suplementación durante la infancia (265). En un seguimiento a los seis años de edad, los autores concluyeron que el uso de fórmulas suplementadas con DHA/AA en la infancia favorece una agudeza visual y una maduración del cociente intelectual similar a la de los lactantes. No obstante, no todos los estudios son consistentes en lo que respecta a estos resultados (266).

Recién nacidos prematuros
Los bebés prematuros nacen antes del principal periodo de acumulación intrauterina de LCPUFA y no pueden depender de la síntesis endógena de DHA y AA para su rápido crecimiento y desarrollo neurológico (267). A pesar de las diferencias en la medición de los resultados visuales y de comportamiento en este grupo de población, el estudio demuestra unos beneficios más consistentes de la suplementación con DHA y AA sobre la función visual y cognitiva (268, 269). Si bien algunos grupos regulatorios recomiendan, pero no exigen, la suplementación con DHA/AA para bebés a término, esta suplementación cuenta con un mayor respaldo en el caso de los bebés prematuros (ESPGHAN prematuros).