Los resultados de al menos cinco grandes estudios observacionales sugieren que un mayor consumo de vitamina E está asociado con un menor riesgo de ataques al corazón (infarto de miocardio) o de muerte a causa de enfermedades cardiacas tanto en mujeres como en hombres. Cada estudio prospectivo midió el consumo de vitamina E en personas presumiblemente sanas e hizo un seguimiento de las mismas durante una serie de años para determinar a cuántos se les diagnosticó o murieron a causa de una enfermedad cardiaca. En dos de estos estudios, las personas que consumieron más de 7 mg/día de alfa-tocoferol en la dieta eran sólo aproximadamente la mitad de propensos a morir de una enfermedad cardiaca que aquellos que sólo consumieron menos de 3–5 mg/día (11, 12). Otros dos grandes estudios sólo registraron una reducción significativa del riesgo de enfermedades cardiacas en las personas que consumían al menos 100UI de RRR-alfa-tocoferol suplementario (67 mg de RRR-alfa-tocoferol) al día (13, 14).
Un ensayo aleatorizado controlado con placebo realizado con 39.876 mujeres que participaron en el estudio Women's Health halló que una suplementación diaria con 600 UI de RRR-alfa-tocoferol (400 mg de RRR-alfa-tocoferol) día sí, día no, durante diez años no tenía efecto en la incidencia de varios episodios cardiovasculares (infarto de miocardio y derrame cerebral), pero la intervención de la vitamina E disminuyó las muertes por causas cardiovasculares en un 24% (15).
El análisis de datos del Women's Health Study también mostró que las mujeres que recibían la vitamina E experimentaban una reducción del 21% en el riesgo de un bloqueo del flujo sanguíneo en las venas por un coágulo de sangre (tromboembolismo) (16).
El estudio Heart Outcomes Prevention Evaluation (HOPE) y el subsiguiente HOPE-TOO hallaron que los participantes que tomaban 400 UI/día de vitamina E natural no eran protegidos contra problemas cardiovasculares como ataques al corazón, derrames cerebrales o insuficiencias cardiacas (17, 18).
No obstante, un análisis más preciso de los datos de este estudio sugirió que un subgrupo de personas se beneficia significativamente de la suplementación con vitamina E: los diabéticos tipo 2 con un poliformismo genético específico, el genotipo haptoglobina (HP) 2-2, que tomaron vitamina E registraron una menor incidencia de muertes por causas cardiovasculares y de infartos de miocardio no mortales (19). Un estudio más reciente de personas con diabetes mellitus tipo 2 y HP 2-2 confirmaron esta observación: Las personas que tomaron suplementos de vitamina E presentaban un riesgo menor de problemas cardiovasculares (infarto de miocardio, derrame cerebral y muerte por casos cardiovasculares) (20). El efecto fue tan asombroso que el estudio fue finalizado antes de tiempo porque no hubiera sido ético privar al grupo placebo de tomar suplementos de vitamina E.
Diversos estudios observacionales han examinado la asociación entre el consumo de vitamina E antioxidante y la incidencia y gravedad de cataratas, que parecen formarse con la oxidación de las proteínas en las lentes de los ojos.
Los resultados de estos estudios difieren: Algunos indican que una mayor ingesta de vitamina E protege contra el desarrollo de cataratas, mientras que otros no establecen ninguna asociación (21).
Dos ensayos controlados con placebo hallaron que una suplementación diaria con los antioxidantes vitamina C, vitamina E sintética y betacaroteno, no afectaba al desarrollo y progresión de las cataratas relacionadas con la edad a lo largo de un periodo de 5 a 7 años (22, 23). Un ensayo aleatorizado controlado con placebo de 4 años indicó que la suplementación con 500 UI/día de vitamina E natural (335 mg RRR-alf-tocoferol) no reducía la incidencia o progresión de las cataratas en las personas mayores (24).
Se ha observado que la vitamina E (alfa-tocoferol) mejora aspectos específicos de la respuesta inmunitaria que parecen disminuir con la edad.
Por ejemplo, las personas mayores que recibieron 200 mg/día de alfa-tocoferol (equivalente a 100 mg de RRR-alfa-tocoferol) durante varios meses mostraron una mayor formación de anticuerpos que apoyan la función inmunitaria en respuesta a la vacuna de hepatitis B y de tétano (25).
Un ensayo aleatorizado controlado con placebo con personas mayores de residencias para la tercera edad indicó que la suplementación con 200 UI de alfa-tocoferol (equivalentes a 90 mg de RRR-alfa-tocoferol) durante un año disminuyó significativamente el riesgo de contraer infecciones en el tracto respiratorio superior, especialmente los resfriados comunes, pero no tenía efecto en las infecciones en el tracto respiratorio inferior (pulmones) (26).
Se necesitan más investigaciones para determinar si la vitamina E suplementaria podría proteger a las personas mayores contra los resfriados comunes y otras infecciones (p. ej., la gripe).
La capacidad de la vitamina E (alfa-tocoferol) de neutralizar los efectos oxidativos nocivos de los radicales libres han hecho que sea objeto de una serie de estudios para la prevención del cáncer, puesto que se cree que muchos tipos de cáncer resultan del daño oxidativo infringido en el ADN.
Diversos cánceres
Varios extensos estudios prospectivos no establecieron asociaciones significativas entre la ingesta de alfa-tocoferol y la incidencia de cáncer de pulmón y de mama (2).
Un estudio con un grupo de 77.126 indicó que el consumo de suplementos de vitamina E durante un periodo de 10 años aumentaba el riesgo de cáncer de pulmón en los fumadores (27).
Un ensayo aleatorizado controlado con placebo realizado con 39.876 mujeres que participaron en el estudio Women's Health halló que una suplementación diaria con 600 UI de RRR-alfa-tocoferol (400 mg de RRR-alfa-tocoferol) día sí, día no, durante diez años no tenía efecto en la incidencia global de cáncer ni en las muertes por cáncer (15). Este tratamiento con vitamina E tampoco afectó en la incidencia de cánceres en tejidos específicos, inclusive de mama, pulmón y colon.
Además, un meta-análisis de 12 ensayos aleatorizados controlados concluyó que la suplementación con vitamina E no estaba asociada con la incidencia global de cáncer, la mortalidad a causa de cáncer o la mortalidad total (28).
Hasta la fecha, la mayoría de los estudios clínicos han hallado que la suplementación con vitamina E no tenía efecto en el riesgo de diversos cánceres.
Cáncer de próstata
Un estudio de intervención controlado con placebo que fue diseñado para ver el efecto de la suplementación con alfa-tocoferol en el desarrollo del cáncer de pulmón apreció una reducción del 34% en la incidencia del cáncer de próstata en los fumadores que recibieron diariamente suplementos de 50 mg de alfa-tocoferol sintético (equivalente a 25 mg de RRR-alfa-tocoferol) (29). Un meta-análisis que combinó los resultados de este estudio con otros tres ensayos aleatorizados controlados asoció la suplementación con vitamina E con un riesgo un 15% menor de cáncer de próstata (28).
Sin embargo, recientemente se interrumpió un extenso estudio de intervención aleatorizado y controlado con placebo (el ensayo SELECT), que utilizaba suplementos de alfa-tocoferol y selenio, de forma individual o en combinación, debido a que no había evidencia de un beneficio en la prevención del cáncer de próstata (30). Tras una media de 5,5 años de seguimiento dentro del ensayo SELECT, los participantes que tomaban sólo vitamina E (400 UI/día de todo-rac-alfa-tocoferol) presentaban un mayor riesgo de cáncer de próstata, pero el aumento no era estadísticamente significativo (31).
La investigación sugiere que la vitamina E podría ayudar a prevenir la enfermedad de Alzheimer. Puesto que se cree que el estrés oxidativo contribuye al desarrollo de la enfermedad de Alzheimer, los antioxidantes liposolubles, como la vitamina E, podría teóricamente aplicar sus propiedades antioxidativas en el cerebro y prevenir el estrés oxidativo.
Estudios clínicos han sugerido que la suplementación con vitamina E, junto con vitamina C, podría prevenir el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer (32).