Por lo que se sabe actualmente, la deficiencia de vitamina K no es común en adultos sanos puesto que la vitamina K está presente en muchos alimentos (ver Fuentes).
Los adultos con riesgo de deficiencia de vitamina K incluyen aquellos que toman fármacos inhibidores de la coagulación de la sangre (anticoagulantes) y los que presenten una enfermedad o daños hepáticos graves(5). Las personas con problemas para absorber la grasa de los alimentos (mala absorción de grasas) también podrían correr una mayor riesgo de deficiencia de vitamina K (3).
Los recién nacidos que sólo toman leche materna corren un mayor riesgo de deficiencia de vitamina K puesto que la leche humana contiene relativamente poca vitamina K en comparación con las fórmulas y los recién nacidos en general tienen un estatus de vitamina K bajo (3).
Una deficiencia de vitamina K manifiesta deriva en una coagulación de la sangre deficiente, demostrada normalmente mediante pruebas de laboratorio que miden el tiempo de coagulación. Los síntomas son tendencia a los hematomas y las hemorragias, que puede manifestarse sangrando por la nariz o las encías, mediante sangre en la orina o las heces, heces negras y pegajosas o un sangrado menstrual excesivo. En los bebés, la deficiencia de vitamina K puede ocasionar hemorragias dentro del cráneo (hemorragia intracraneal) de consecuencias fatales (5).
La deficiencia de vitamina K en los recién nacidos puede resultar en un trastorno hemorrágico llamado hemorragia por deficiencia de vitamina K (VKDB por sus siglas en inglés). Dado que la VKDB puede ser mortal, pero es fácil de prevenir, diversas organizaciones internacionales recomiendan la administración de vitamina K1 (filoquinona) a todos los recién nacidos (31).
A principios de los 1990s se publicaron dos estudios retrospectivos que sugieren una posible relación entre las inyecciones de vitamina K suministradas a los recién nacidos y el desarrollo de leucemia infantil y otras formas de cáncer infantil. Sin embargo, dos amplios estudios retrospectivos realizados en Estados Unidos y Suecia que revisaban el historial médico de 54.000 y 1,3 millones de niños respectivamente, no hallaron pruebas de una relación entre los cánceres infantiles y las inyecciones de vitamina K recibidas al nacer (32,33). Puesto que la VKDB puede ser mortal y los riesgo de cáncer no se han demostrado y son poco probables, muchos pediatras recomiendan la administración profiláctica de vitamina K a los recién nacidos de forma rutinaria (34).
Los resultados de estudios realizados con bebés prematuros (35, 36) han llevado a algunos expertos a sugerir el uso de una dosis inicial de vitamina K de 0,3 mg/kg para bebés con un peso al nacer de menos de 1.000 g y una dosis inicial estándar de 1,0 mg de vitamina K para los bebés a término para prevenir la enfermedad hemorrágica (35).