Extensos estudios epidemiológicos han demostrado una relación entre la vitamina K y la pérdida ósea relacionada con la edad (osteoporosis).
El Nurses' Health Study hizo un seguimiento de más de 72.000 mujeres durante 10 años. En un análisis de este grupo, las mujeres con un aporte más bajo de vitamina K presentaban un riesgo un 30% superior de fracturarse la cadera que las mujeres con los aportes más altos de vitamina K (11). Un estudio dentro delFramingham Heart Study, que hizo un seguimiento de más de 800 personas mayores durante siete años, estableció que las personas que ingieren más vitamina K en la dieta corrían un riesgo un 65% menor de fracturarse la cadera. Sin embargo, los investigadores no establecieron ninguna asociación entre la ingesta de vitamina K en la dieta y la densidad mineral ósea (DMO) (12).
Otros estudios tampoco establecieron una relación entre la ingesta de vitamina K en la dieta y las mediciones de la fuerza ósea, DMO, o la incidencia de fracturas (13). No obstante, la ingesta de vitamina K en el grupo investigado era inferior y el diseño del estudio no era ideal puesto que un 50% de los participantes se sometieron a una terapia hormonal sustitutiva que influye en la DMO.
Ensayos clínicos a largo plazo sobre la suplementación con vitamina K1 (filoquinona) a dosis alcanzables mediante la dieta (de 200 a 1.000 mcg al día) han dado resultados confusos respecto a los efectos en la densidad mineral ósea (14, 15, 16). No está muy claro si la suplementación con filoquinona a estos niveles tiene el potencial de beneficiar la salud ósea de personas mayores, especialmente si también están tomando suplementos de vitamina D y calcio (16).
Por lo tanto, aún es necesario hallar pruebas concluyentes de la relación entre el estatus nutricional de la vitamina K y la salud ósea de los adultos y evaluar los potenciales efectos sinérgicos con la vitamina D y el calcio. Se requiere una mayor investigación con estudios bien diseñados para determinar la función fisiológica de las proteínas dependientes de la vitamina K en los huesos y los mecanismos por los que la vitamina K afecta a la salud ósea y el riesgo de fracturas osteoporóticas (17).
Uno de los distintivos de las enfermedades cardiovasculares es la acumulación de material graso (lípidos), colesterol y calcio, llamadas placas ateroescleróticas, en el interior de los vasos sanguíneos. A medida que este estado avanza se produce la incorporación de calcio (calcificación) en las placas ateroescleróticas, lo cual deriva en un detrimento de la elasticidad de los vasos afectados y un mayor riesgo de formación de coágulos en la sangre, la típica causa de un ataque al corazón o un derrame cerebral.
Un estudio poblacional de mujeres posmenopáusicas de entre 60 y 79 años concluyó que las mujeres entre 60 y 69 con calcificaciones aórticas presentaban un aporte inferior de vitamina K que aquellas sin calcificaciones aórticas, pero esto no era válido para las mujeres más mayores (18).
Un estudio prospectivo de cohortes, realizado a 807 personas de 39 a 45 años, no estableció una correlación entre la ingesta de vitamina K1 en la dieta y la calcificación de las arterias del corazón (coronaria) (19). Tampoco se asoció la ingesta de vitamina K1 con la calcificación de las arterias torácicas en un estudio seccional cruzado de 1.689 mujeres de 49 a 70 años (20).
El mecanismo por el que la vitamina K promueve la mineralización de los huesos a la vez que inhibe la mineralización (calcificación) de los vasos no está del todo claro (21, 22, 23) y es necesario seguir investigándolo.
Los bebés lactantes, en concreto, presentan un nivel bajo de vitamina K porque la transferencia placentaria de vitamina K no es buena y la leche humana contiene muy poca vitamina K. La concentración de factores de la coagulación del plasma es baja en los bebés debido a la inmadurez del hígado (24).
Los recién nacidos corren un riesgo de deficiencia de vitamina K que podría resultar en una hemorragia mortal en el interior del cráneo (hemorragia intracraneal) durante las primeras semanas de vida. La enfermedad hemorrágica en los recién nacidos es una causa significativa en todo el mundo de morbilidad y mortalidad infantil.
Por ello, en muchos países la administración de vitamina K a todos los recién nacidos con fines profilácticos es rutinaria.