En las últimas décadas se ha producido un espectacular aumento del número de personas con diabetes tipo 2. Pese a que antes una enfermedad poco frecuente, las crecientes tasas de obesidad han provocado un incremento del número de casos en todo el mundo. El número de personas adultas que padecen diabetes tipo 2 ha aumentado más del doble desde 1980, pasando de 153 millones (1) a 415 millones en 2015, y se estima que esta cifra alcanzará los 640 millones en el 2040 (2). Este hecho tiene consecuencias preocupantes para la salud cardiovascular en todo el mundo. La diabetes es uno de los principales factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares, por lo que el porcentaje de este tipo de enfermedades aumentará a causa de la epidemia de diabetes (3). Las medidas que se han adoptado para prevenir o tratar la diabetes mejorarán la salud del corazón en todo el planeta.
¿Qué es la diabetes?
La diabetes es una enfermedad que se origina cuando los niveles de glucosa en la sangre son muy altos durante un periodo de tiempo prolongado. La glucosa se utiliza como fuente de energía y se mantiene en una concentración estable gracias a la acción de la insulina. Después de comer, normalmente suben los niveles de glucosa, lo que hace que aumente la producción de insulina. Esta le indica al cuerpo que comience a absorber la glucosa de la sangre para que el azúcar vuelva a bajar, evitando así que los niveles de glucosa en sangre se eleven demasiado. Cuando una persona tiene diabetes, la insulina ya no es capaz de regular eficazmente la glucosa en sangre.
Tres tipos de diabetes
Existen tres tipos de diabetes: el tipo 1, el tipo 2 y la diabetes gestacional. La diabetes tipo 1 suele aparecer durante la infancia cuando las células del páncreas que producen la insulina dejan de funcionar correctamente. Aunque aún se desconocen las causas exactas, se cree que se debe a una combinación de factores genéticos y ambientales que hace que el cuerpo destruya las células productoras de insulina. Esto significa que el cuerpo no es capaz de fabricar suficiente insulina para reducir los niveles de glucosa en sangre después de comer ni tampoco puede obtener los nutrientes que necesita para un crecimiento y desarrollo normales. En este caso, se debe administrar insulina como tratamiento. La prevalencia de la diabetes tipo 1 se ha mantenido estable.
La diabetes tipo 2 suele aparecer en la edad adulta. En este tipo de diabetes, las células dejan de responder a los efectos de la insulina. No absorben bien la glucosa, por lo que esta sigue circulando por la sangre. Con el tiempo, la capacidad del cuerpo de producir insulina también disminuye. Las personas obesas y sedentarias tienen un mayor riesgo de padecer diabetes tipo 2.
En la diabetes gestacional, que se manifiesta durante el embarazo, las células del cuerpo no son capaces de absorber la glucosa de la sangre. Se cree que esto ayuda al feto a asegurarse su propio suministro de glucosa, impidiendo que la madre pueda utilizarla para sí misma. La diabetes gestacional normalmente desaparece después del parto, aunque las mujeres que han tenido diabetes gestacional tienen un mayor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 a lo largo de su vida (4).
¿Cómo afecta la diabetes a la salud cardiovascular?
Los dos pilares de la salud cardiovascular son unos vasos sanguíneos y un corazón sanos. Una concentración elevada de glucosa en la sangre puede afectar a ambos. En primer lugar, la acumulación de glucosa dificulta la dilatación normal de los vasos sanguíneos. Los vasos sanguíneos se pueden dilatar y contraer para acomodarse al flujo sanguíneo. Cuando la glucosa se acumula en la sangre, los vasos no pueden dilatarse lo suficiente para permitir cambios en el flujo sanguíneo. El resultado es un aumento de la presión arterial. Esta presión alta daña los pequeños vasos sanguíneos de los órganos y es la principal causa de complicaciones de la diabetes como la ceguera y la insuficiencia renal. En segundo lugar, la acumulación de glucosa en la sangre provoca alteraciones en los leucocitos haciendo que sea más probable que formen una placa en las arterias. Esto aumenta el riesgo de sufrir un infarto. En tercer lugar, la acumulación de glucosa en la sangre altera las plaquetas, que toman una forma “estrellada” y son más propensas a formar coágulos en las arterias, lo que contribuye a un mayor riesgo de embolia (5).
Las personas diabéticas necesitan controlar de cerca sus niveles de glucosa en sangre para evitar que estos suban o bajen mucho. Por lo tanto, reducir los niveles de glucosa es fundamental para favorecer la salud del corazón (5). Las personas con diabetes tipo 1 no pueden producir suficiente insulina y se la tienen que administrar por medio de inyecciones o de una bomba de insulina. A estas personas se les aconseja que adopten un estilo de vida que evite picos y caídas extremas de la glucosa sanguínea, practicando ejercicio regularmente y llevando una alimentación sana. La diabetes tipo 2 y la diabetes gestacional se pueden tratar en las etapas iniciales con cambios en la dieta y en el estilo de vida. No obstante, muchas personas toman medicamentos para controlar sus niveles de glucosa (5).