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Los expertos recomiendan duplicar la ingesta de vitamina C
9 agosto 2012
Un nuevo análisis estadounidense sugiere que la cantidad diaria recomendada (CDR) de vitamina C debe aumentarse más del 100% sobre el nivel actual en adultos.
30 octubre 2012
El Instituto de Medicina de EE. UU. ha publicado nuevos datos advirtiendo que la mayoría de las personas tienen un aporte suficiente de vitamina D cuando sus niveles en sangre son de
20 nanogramos por milímetro o superiores. Otros científicos continúan respaldando las directrices antiguas que recomiendan unos niveles por encima de los 30 ng/ml.
Para investigar la asociación entre las concentraciones de vitamina D en sangre y la mortalidad en adultos con y sin enfermedad renal crónica (ERC), se examinaron los niveles de 25[OH]D y las tasas de mortalidad por todas las causas de 1.097 adultos con ERC y 14.002 adultos sin ERC que participaron en el Third National Health and Nutrition Examination Study (1). Los resultados mostraron que entre los participantes con ERC, el 76,5 por ciento presentaba unos niveles sanguíneos de vitamina D inferiores a 30 ng/ml, y el 35,4 por ciento tenía unos niveles por debajo de 20 ng/ml. Entre los adultos con unos riñones sanos, el 70,5 por ciento presentaba unos niveles de 25[OH]D inferiores a 30 ng/ml, mientras que el 30,3 por ciento no alcanzaban los 20 ng/ml. Después de ajustar por edad, sexo, raza, estado de salud y estación del año, se observaron unas tasas mayores de mortalidad entre los individuos con niveles de 25[OH]D por debajo de 12 ng/ml en comparación con el grupo de referencia (con niveles de 24 a menos de 30 ng/ml) entre los participantes con y sin ERC. Las tasas de mortalidad fueron similares en todos los participantes que tenían unos niveles de
25[OH]D superiores a 20 ng/ml.
Los investigadores concluyeron que, en vista de que las diferencias en las tasas de mortalidad en todo el rango de niveles entre 20 y 40 ng/ml fueron muy pequeñas, unos niveles por encima de 20 ng/ml no ten-drían por qué ser necesariamente beneficiosos. Dado que el estudio era observacional, se precisarían ensayos clínicos para determinar los riesgos y beneficios de los suplementos de vitamina D en adultos con y sin enfermedad renal.
La deficiencia de vitamina D está basada en los niveles de 25-hidroxivitamina D (25[OH]D) asociados con el raquitismo en niños, si bien actualmente no hay consenso sobre los umbrales que definen la carencia o insu-ficiencia de 25[OH]D. Por ejemplo, el Instituto de Medicina establece el “riesgo de deficiencia” en niveles inferiores a 12 ng/ml y aclara que algunas personas, aunque no todas, podrían tener un “riesgo de insufi-ciencia” si sus niveles de 25[OH]D son de entre 12 y 20 ng/ml (2). Por su parte, la Sociedad de Endocrinolo-gía establece la deficiencia y la insuficiencia de 25[OH] en niveles por debajo de 20 ng/ml y niveles de entre 20 y 29 ng/ml, respectivamente (3). La controversia existente sobre los niveles de 25[OH]D que definen una “insuficiencia” o “riesgo de insuficiencia” en la que se hace necesaria una suplementación, es de gran rele-vancia para la salud pública, ya que aproximadamente la mitad de la población adulta estadounidense no institucionalizada presenta unos niveles de 25[OH]D dentro del margen de 12 a 29,9 ng/ml (4). Por lo tanto, la mayoría de los suplementos de 25[OH]D se utilizan actualmente para tratar unos niveles “insuficientes”, más que unos niveles “deficientes”, de 25[OH]D. Los investigadores aconsejaron consultar a su médico a aquellas personas que no sepan exactamente cuánta vitamina D necesitan.
9 agosto 2012
Un nuevo análisis estadounidense sugiere que la cantidad diaria recomendada (CDR) de vitamina C debe aumentarse más del 100% sobre el nivel actual en adultos.
7 marzo 2012
Según un nuevo estudio realizado en EE. UU., una dieta con insuficiencia de ácidos grasos omega-3 podría causar un envejecimiento más rápido del cerebro y la pérdida de memoria y algunas capacidades mentales.
30 junio 2014
Niveles bajos de vitamina D en sangre podrían aumentar las probabilidades de desarrollar síntomas de anxiedad y depresión durante el embarazo temprano, según un nuevo estudio estadounidense.