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La relación entre una buena salud y el estrés

Publicado

2 marzo 2018

Según los estudios, los estadounidenses han experimentado un aumento del estrés desde 1979 (8). En este periodo de tiempo, la puntuación media en la Escala de estrés Percibido (PSS-10®, un instrumento para evaluar el nivel de estrés) fue de 12,1 para los hombres y de 13,7 para las mujeres (los números más altos indican un mayor grado de estrés autopercibido). Estas puntuaciones indican un nivel de estrés de bajo a moderado.

A menudo me he preguntado de qué manera el estrés produce cambios inflamatorios en el cuerpo. La principal hormona del estrés, el cortisol, suprime los procesos inflamatorios. ¿Cómo influye

entonces el estrés en la inflamación? Antes atribuía el efecto del estrés a un aumento de los niveles de azúcar en la sangre, ya que cuanto mayor sea el nivel de glucosa más se acentúa la inflamación.

Nuevos hallazgos
Pero un nuevo estudio (1) realizado por la Universidad Brigham Young y publicado en la revista Nature podría darnos la explicación. En este estudio se alimentó a un grupo de ratones hembra con una dieta rica en grasas y se expuso a otro grupo a situaciones de estrés. Los ratones a los que se sometió a una dieta con un alto contenido en grasas mostraron cambios en su microbiota —el equilibrio de bacterias en el tracto digestivo— que están asociados con la inflamación y enfermedades crónicas. Los resultados del estudio (1) llegaron a la conclusión de que el estrés hace que ciertas especies bacterianas prosperen en el cuerpo. La proliferación de estas bacterias a causa del estrés es lo que da lugar a la inflamación.

Microbiota intestinal
El estrés provoca en las bacterias del interior del cuerpo cambios similares a los causados por una dieta que potencia la inflamación. En este momento, en nuestro intestino habitan 100 billones de microorganismos pertenecientes a 500 especies diferentes, algunas beneficiosas, otras patógenas. La cuestión está en es asegurarse de que las beneficiosas superen en número a las que no lo son.

Los alimentos que fomentan la salud –concretamente, las verduras, la fruta, las legumbres, las nueces, el aceite de oliva y otros productos de la deliciosa dieta mediterránea– son los mismos que contribuyen a que las bacterias que pueblan el intestino (la llamada microbiota intestinal) sean más saludables. Otros alimentos que contienen probióticos son también el yogur sin grasa y sin azúcar, el kimchi, el chucrut, el miso (la sopa de miso), el kéfir, el pan de masa madre, los encurtidos fermentados de forma natural, el tempeh y, por supuesto, el chocolate negro.

Comer los alimentos adecuados y añadir un complemento probiótico puede favorecer su microbiota intestinal e influir en los microorganismos beneficiosos.

Etapas vitales y el intestino
A medida que envejecemos, vamos perdiendo diversidad de especies bacterianas en nuestro intestino. Por eso tomo un probiótico todos los días e intento poblar mi intestino con diferentes cepas de bacterias beneficiosas. En varios estudios científicos se ha demostrado que el consumo diario de complementos probióticos tiene diversos beneficios para la salud, inclusive el alivio de la diarrea ocasional después de tomar antibióticos (2-7). Este reciente estudio preclínico revela un nuevo uso de los probióticos: la inhibición de la inflamación causada por el estrés (1).

REFERENCIAS

  1. https://www.nature.com/articles/s41598-017-11069-4
  2. Reid, G.; Jass, J.; Sebulsky, M.T.; McCormick, J.K. Potential uses of probiotics in clinical practice. Clin. Microbiol Rev. October 2003 vol. 16 no. 4 658-6721 October 2003.
  3. Szajewska, H.; Kotowska, M., Mrukowicz JZ.; et al. Efficacy of Lactobacillus GG in prevention of nosocomial diarrhea in infants. J Pediatr. 2001. 138, 361–365.
  4. Bartlett, J. G. Clinical practice. Antibiotic-associated diarrhea. N. Engl. J. Med. 2002. 346:334-339
  5. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3547054/
  6. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3038963/#B47
  7. http://www.wageningenacademic.com/doi/10.3920/BM2013.0040
  8. Roizen MF, Roach KW . Wellbeing in the workplace. BMJ 2010;340:c1743

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