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  • OPINIÓN EXPERTA
  • 2012

Las mujeres deben recibir un aporte adecuado de yodo durante el embarazo y la lactancia

Publicado

15 enero 2012

Dipl. en Nutrición y Dietética Silke Röhl y Prof. Dr. med. Beate A. Schücking, Universidad de Osnabrück, Alemania

“La principal función del yodo en el organismo humano es ser un componente de las hormonas tiroideas tiroxina y triyodotironina, las cuales son indispensables para el metabolismo energé-tico y el crecimiento celular, además de interactuar con otras hormonas como la insulina. Gracias a su gran afinidad con el oxígeno, el yodo posee un efecto antioxidante que le permite, por ejemplo, proteger los ácidos grasos poliinsaturados frente a las especies reactivas de oxígeno (1,2).Fuera de la tiroides, el yodo se encuentra sobre todo en las secreciones de las mucosas expuestas, donde ejerce un papel protector contra los gérmenes (3,4). Así, por ejemplo, la concentración de yodo en la saliva es entre 20 y 100 veces superior a la del plasma sanguíneo. Otras concentraciones eficaces de yodo se dan asimismo en la película lagrimal (5), la mucosidad nasal, la saliva, el jugo gástrico (6-8) y la mucosa rectal. El yodo también puede tener un efecto protector similar en los pulmones. Un nivel elevado de yodo puede dar lugar a largo plazo a una disminución de la producción y la función de los espermatozoides (9). El efecto espermicida en la mucosa uterina está en función de la fase del ciclo y explica además por qué el flujo vaginal es el único que no presenta concentraciones ricas en yodo. Por otro lado, no está clara la función del yodo en las glándulas sexuales y en los islotes pancreáticos (10, 11). La yodolactona, que se sintetiza a partir del ácido araqui-dónico, actúa inhibiendo el crecimiento de determinadas células y acelerando su extinción, lo cual parece tener especial relevancia en el caso de las células cancerígenas (12). Si bien no se ha documentado ningún efecto del yodo sobre el sistema inmune, la carencia de este oligoelemento puede provocar de forma indirecta una alteración de la respuesta inmune de tipo retardado, sin que se conozcan cuáles son los mecanismos desencadenantes (13,14).


El yodo que el cuerpo puede absorver a partir de los alimentos es muy escaso; al ser un oligoelemento, la cantidad que se distribuye por todo el organismo es de tan solo 10 a 20 miligramos (15). Para garantizar el aporte de yodo, se recomienda consumir pescado de mar una o dos veces por semana. La leche y los pro-ductos lácteos son igualmente una buena fuente de yodo, por lo que deberían formar parte de la dieta diaria. Asimismo se recomienda el uso de sal yodada y de alimentos elaborados con sal yodada. La respiración es la segunda fuente principal de ingesta de yodo. El aire contiene aproximadamente 0,5 microgramos de yodo por metro cúbico, mientras que la concentración cerca del mar es mucho mayor.

Durante el embarazo y la lactancia, el feto recibe una gran cantidad de yodo a través de la placenta y de la leche materna. Es en esta etapa, por lo tanto, cuando mayor es la afinidad de yodo en el útero/placenta y en las glándulas mamarias productoras de leche. Las mujeres embarazadas y lactantes corren el riesgo de no recibir las cantidades de yodo adecuadas, debido al aumento de sus necesidades (16-18). Dado que esta mayor demanda de 230 a 260 microgramos al día sólo puede ser cubierta a través de la dieta consumiendo alimentos muy específicos, se aconseja usar suplementos diarios de yodo durante el periodo de embarazo y lactancia. Generalmente se requiere un aporte adicional de entre 100 y 200 microgramos de yodo al día (19). Los estudios realizados sobre los suplementos de yodo durante la gestación han demostrado a lo largo de muchos años importantes deficiencias en mujeres embarazadas en países como Alemania. El 42% de las mujeres encuestadas en este país no tomó suplementos de yodo (20). Más del 80% consumió menos del 50% de la ingesta recomendada de 230 microgramos (21). En el caso de las mujeres lactantes, un 49,6% utilizó suplementos de yodo, un porcentaje claramente inferior al de las mujeres embarazadas (22). Como factores principales para el consumo de suplementos se identificaron la recomendación directa del médico y la aplicación consecuente. A fin de mejorar el nivel de ingesta, se recomienda proporcionar un mayor asesoramiento sobre suplementos que contengan yodo a las mujeres embarazadas y lactantes con un bajo nivel educativo”.

Basado en: Röhl S. and Schücking B. A. Jodversorgung bei Schwangeren und Stillenden. Ernährungs Umschau. 2011; 58:596–601.

REFERENCIAS

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  2. Venturi S. And Venturi M. Iodine in evolution of salivary glands and in oral health. Nutr Health. 2009; 20:119–134.
  3. Petruzzi M. et al. Sodium iodide associated to salicylic acid in the topical management of chronic oral candidiasis: a randomized trial. J Biol Regul Homeost Agents. 2010; 24: 381–384.
  4. Clark B. R. and Pantoya M. L. The aluminium and iodine pentoxide reaction for the destruction of spore forming bacteria. Phys Chem Chem Phys. 2010; 12:12653–12657.
  5. Rieger G. et al. The effect of iodide iontophoresis on the antioxidative capacity of the tear fluid. Graefes Arch Clin Exp Ophthalmol. 2010; 248:1639–1646.
  6. Spitzweg C. et al. Analysis of human sodium iodide symporter gene expression in extrathyroidal tissues and cloning of its complementary deoxyribonucleic acids from salivary gland, mammary gland, and gastric mucosa. J Clin Endocrinol Metab. 1998; 83:1746–1751.
  7. Vayre L. et al. Immunohistochemical analysis of Na+/Isymporter distribution in human extra-thyroidal tissues. Eur J Endocrinol. 1999; 141:382–386.
  8. Lacroix L. et al. Na(+)/I(-) symporter and Pendred syndrome gene and protein expressions in human extra-thyroidal tissues. Eur J Endocrinol. 2001; 144:297–302.
  9. Ceccarelli C. et al. Radioactive iodine (131I) effects on male fertility. Curr Opin Urol. 2008; 18:598–601.
  10. Hartoft-Nielsen M. L. et al. Iodine and tri-iodo-thyronine reduce the incidence of type 1 diabetes mellitus in the autoimmune prone BB rats. Autoimmunity. 2009; 42:131–138.
  11. Hellman B. et al. Iodoacetamide-induced sensitization of the pancreatic betacellsto glucose stimulation. Biochem J. 1973; 132:775–789.
  12. Dugrillon A. et al. Identification of delta-iodolactone in iodide treated human goiter and its inhibitory effect on proliferation of human thyroid follicles. Horm Metab Res. 1994; 26:465–469.
  13. Carayanniotis G. Recognition of thyroglobulin by T cells: the role of iodine. Thyroid. 2007; 17:963–973.
  14. Rose N. R. et al. Linking iodine with autoimmune thyroiditis. Environ Health Perspect. 1999; 107:749–752.
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  16. Bohnet H. G. Jodmangel und Jodversorgung in der Schwangerschaft und Stillzeit. Maßnahmen, Probleme und Erfolge im Wachstumsalter. Prävention und Gesundheitsförderung. 2007; 2(3):175–178.
  17. Bundesinstitut für Risikobewertung, Arbeitskreis Jodmangel. Jod, Folsäure und Schwangerschaft – Ratschläge für Ärzte. 2007.
  18. Gärtner R. et al. Representative data of iodine intake and urinary excretion in Germany. Exp Clin Endocrinol Diabetes. 2001; 109:2–7.
  19. Gemeinsamer Bundesausschuss. Richtlinien des Bundesausschusses der Ärzte und Krankenkassen über die ärztliche Betreuung während der Schwangerschaft und nach der Entbindung. 2010.
  20. Bühling K. J. et al. Jodversorgung in der Schwangerschaft – eine aktuelle Bestandsaufnahme in Berlin. Z Geburtshilfe Neonatol. 2003; 207(1):12–16.
  21. Kirschner W. et al. Versorgung mit Mikronährstoffen – Befunde und Konsequenzen. Zeitschrift für Geburtshilfe und Frauenheilkunde. 2003; 9:947–948.
  22. Röhl S. and Schücking B. A. Jodversorgung bei Schwangeren und Stillenden. Ernährungs Umschau. 2011; 58:596–601.

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