ÁCIDOS GRASOS ESENCIALES

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Advertencia: 
Todo tratamiento dietético o farmacológico con altas dosis de micronutrientes puede anular los mecanismos de control del cuerpo, por lo que las terapias con micronutrientes pueden ir asociadas a posibles efectos secundarios y toxicidades. No es recomendable utilizar altas dosis de micronutrientes sin supervisión médica.

Enfermedad coronaria

Estudios de intervención dietética

En varones que han sobrevivido a un infarto de miocardio (IM) y a los que se aconsejó aumentar el consumo semanal de pescado graso a 200 - 400 g (cantidad estimada para suministrar 500 - 800 mg/día adicionales de los ácidos de cadena larga omega-3 EPA y DHA), la mortalidad total y el IM mortal (‘fatal’) MI disminuyó un 29% (114)

En otro estudio de intervención dietética, se asignó aleatoriamente a pacientes que habían sobrevivido un primer IM a los cuidados habituales o se les aconsejó que siguieran una dieta mediterránea más rica en ácidos grasos omega-3 (especialmente en ácido alfa-linolénico, [ALA]) y más baja en ácidos grasos omega-6 que la dieta occidental estándar. Después de casi cuatro años, los pacientes que siguieron la dieta mediterránea presentaron un 38% menos de riesgo de muerte cardiaca e IM no fatal que el grupo asignado a los cuidados habituales (115)

A pesar de que los niveles más altos de ALA en sangre se han asociado a unos mejores resultados, el beneficio de la dieta mediterránea no puede atribuirse enteramente a un mayor consumo de ALA, puesto que también aumentó la ingesta de ácidos grasos poliinsaturados, frutas y verduras. 

En un estudio de intervención en el que se comparaba a supervivientes de IM que siguieron una dieta mediterránea o una dieta baja en grasas durante un promedio de 46 meses, no se apreciaron diferencias en cuanto a la mortalidad total y la mortalidad relacionada con problemas cardiovasculares entre los dos grupos (116)

Ensayos de suplementación

En un gran ensayo aleatorizado controlado de ácidos grasos omega-3 como suplementos, los pacientes de enfermedad coronaria (CHD) que recibieron suplementos de 850 mg/día de EPA + DHA durante un periodo de 3,5 años presentaron un riesgo de muerte súbita un 45% inferior al de aquellos pacientes que no tomaron suplementos. Los usuarios de suplementos también experimentaron un riesgo de muerte por todas las causas un 20% menor que los no usuarios de suplementos (117). Tan sólo fueron necesarios tres meses de suplementación para demostrar una disminución importante de la mortalidad total, y cuatro meses para demostrar una disminución importante de muerte súbita (118)

En otro ensayo de suplementación, se administraron aleatoriamente cápsulas de aceite de pescado (1,8 g/día de EPA y DHA), aceite de mostaza (2,9 g/día de ALA) o un placebo a pacientes ingresados en el hospital con un infarto de miocardio (IM) agudo (119). Después de un año, los episodios cardiacos totales, incluyendo IM no fatal, fueron notoriamente inferiores en los grupos que recibieron aceite de pescado o de mostaza que en aquellos a los que se administró un placebo.

El estudio JELIS realizado en Japón reveló que 1.800 mg/día de EPA reducía los episodios coronarios mayores durante un seguimiento de cinco años de sujetos con un nivel elevado de LDL. El beneficio se observó principalmente en pacientes con antecedentes de enfermedad arterial coronaria (282).

En un ensayo con sujetos que habían padecido un IM, el 78% de los hombres de entre 60-80 años que usaron un placebo con suplementos de margarina, 400 mg/día de DHA y EPA, 1,9 g/día de ALA o 400mg/día de DHA+EPA y ALA, no se apreció diferencia en la tasa de episodios cardiovasculares después de 40 meses de tratamiento (283). La dosis de DHA y EPA empleados en este ensayo fue inferior a la cantidad recomendada para la prevención secundaria.

Otro ensayo de prevención secundaria (284) utilizó 600 mg/día de DHA y EPA a partir de los 12 meses posteriores al episodio. Por desgracia, el estudio carecía de suficiente poder estadístico y no pudo demostrar beneficios después de cuatro años de tratamiento. Asimismo, una intervención tardía también podría haber influido en la nulidad de los resultados.

En una región noruega con un consumo abundante de pescado, los pacientes de IM agudo no apreciaron beneficios adicionales a raíz de la suplementación de 3,5 g/día de EPA + DHA frente a la de aceite de maíz (120)

Los resultados de un metaanálisis conjunto de los hallazgos de 11 ensayos aleatorizados controlados de ácidos grasos omega-3 en la dieta o como suplementos indicaron que un mayor consumo de ácidos grasos omega-3 reduce de forma significativa la mortalidad total, la mortalidad debida a IM y la muerte súbita cardiaca en pacientes con CHD (121).

Aunque un ensayo aleatorizado controlado de 59 pacientes con aterosclerosis coronaria no reveló ningún beneficio después de dos años de suplementación con aceite de pescado aportando 6 g/día de EPA + DHA en comparación con el aceite de oliva (122), un ensayo más amplio de 223 pacientes demostró que la suplementación con 3,3 g/día de EPA + DHA durante tres meses y de 1,65 g/día durante otros 21 meses enlentecía ligeramente la progresión de la aterosclerosis coronaria frente al uso de un placebo (123).

Sumario

Los resultados de ensayos aleatorizados controlados en individuos con enfermedad coronaria (CHD) sugieren un efecto beneficioso de los ácidos grasos omega-3 DHA en la dieta y como suplementos sobre la progresión de la enfermedad y la mortalidad. Por esta razón, varios paneles de expertos han recomendado el uso de suplementos de DHA y EPA en pacientes con enfermedad arterial coronaria

Diabetes mellitus

En personas que padecen diabetes mellitus, las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte. La alta concentración de triglicéridos en la sangre (superior a 200 mg/dL) constituye una alteración común en individuos con diabetes tipo 2.

Una revisión que reunía los resultados de 18 ensayos aleatorizados controlados, que incluían a más de 800 pacientes diabéticos, reveló que la suplementación de aceite de pescado reduce de forma significativa los triglicéridos en suero, especialmente en pacientes con altas concentraciones de triglicéridos en la sangre (124).

Un metaanálisis combinando los resultados de 18 ensayos aleatorizados controlados en individuos con diabetes tipo 2 descubrió que la suplementación de aceite de pescado disminuía los triglicéridos en la sangre hasta 31 mg/dL frente al placebo, pero no influía en el colesterol en suero o las concentraciones de glucosa en ayunas (125)

Un metaanálisis más reciente de ensayos aleatorizados controlados en diabéticos de tipo 2 reveló que la suplementación de ácidos grasos omega-3 reducía los niveles de triglicéridos en suero un 25% (126)

No obstante, la suplementación de aceite de pescado se ha asociado a un ligero aumento de los niveles de colesterol de lipoproteínas de baja densidad (LDL(124, 126, 127)

Aunque unos pocos ensayos aleatorizados controlados han examinado el efecto de la suplementación de aceite de pescado sobre las consecuencias de las enfermedades cardiovasculares en diabéticos, un estudio prospectivoque realizó un seguimiento a lo largo de un periodo de 16 años de 5.103 mujeres diagnosticadas con diabetes tipo 2, pero sin enfermedades cardiovasculares o cáncer al comienzo del estudio, demostró que un mayor consumo de pescado se asociaba a un riesgo considerablemente menor de enfermedad coronaria (CHD) (128)

Por lo tanto, un mayor consumo de ácidos grasos omega-3 (EPA y DHA) puede resultar beneficioso para personas diabéticas, especialmente si tienen un nivel elevado de triglicéridos en suero (129)

Por otra parte, existe escasa evidencia de que el consumo diario de menos de 3 g/día de EPA + DHA pueda afectar negativamente el control a largo plazo de la glucosa en sangre en diabéticos (124, 130)

Enfermedades inflamatorias

Artritis reumatoide

La artritis reumatoide es una enfermedad crónica autoinmune caracterizada por la inflamación del revestimiento de las articulaciones. Los estudios clínicos de intervención indican que los ácidos grasos omega-3 poseen propiedades antiinflamatorias y, por lo tanto, pueden ser útiles para tratar enfermedades inflamatorias y autoinmunes. 

Tres metaanálisis de ensayos aleatorizados controlados en pacientes con artritis reumatoide revelaron que la suplementación de aceite de pescado, con una dosis mínima de 2,7 g/día de EPA + DHA durante al menos 12 semanas, reducía la cantidad de articulaciones doloridas o sensibles al realizar un examen físico y paliaba la intensidad del dolor y la duración de la rigidez matutina (125, 131, 132)

Seis estudios de un total de siete que examinaron el efecto de la suplementación de ácidos grasos de cadena larga omega-3 sobre el uso de fármacos antiinflamatorios o corticosteroides en pacientes con artritis reumatoide demostraron una menor necesidad de medicamentos antiinflamatorios (125)

Enfermedad inflamatoria intestinal

La enfermedad inflamatoria intestinal es un grupo de trastornos inflamatorios del tracto digestivo (colon e ‘intestino delgado’), siendo sus tipos principales la ‘enfermedad de Crohn’ y la ‘colitis ulcerosa’.

Si bien dos ensayos aleatorizados controlados de la suplementación de aceite de pescado en pacientes con la enfermedad de Crohn no reportaron ningún tipo de beneficio (133, 134), un ensayo aleatorizado controlado demostró que los pacientes con la enfermedad de Crohn suplementados con 2,7 g/día de ácidos grasos omega-3 EPA + DHA permanecieron libres de recaídas durante un periodo de 12 meses en mayor proporción que aquellos a los que se administró un placebo (135)

Un ensayo aleatorizado controlado en 38 niños (de entre 5 y 16 años) con la enfermedad de Crohn reveló que la suplementación con PUFA omega-3 (1,2 g/día de EPA y 0,6 g/día de DHA), en combinación con la terapia convencional, redujo de forma significativa la tasa de recaídas de un año (136)

Tres ensayos aleatorizados controlados de suplementación de EPA + DHA (4,2-5,4 g/día durante 3-12 meses) en pacientes con colitis ulcerosa indicaron una mejora importante en al menos una de las mediciones de resultados, incluyendo ganancia de peso, menos uso de medicación (corticosteroides) y una mejor evaluación de la actividad de la enfermedad (137, 138, 139)

En contraste, la suplementación de 5,1 g/día de EPA + DHA a pacientes con colitis ulcerosa en remisión no alteró de forma significativa la incidencia de recaídas en un periodo de 2 años (140)

Se requiere seguir investigando para determinar si la suplementación de ácidos grasos de cadena larga omega-3 tiene algún tipo de beneficio terapéutico en la colitis ulcerosa (141).

Asma

Se cree que los eicosanoides inflamatorios (‘leucotrienos’) derivados del ácido graso de cadena larga omega-6, ácido araquidónico (AA), desempeñan una función importante como mensajeros químicos en la patología del asma, una enfermedad crónica de las vías respiratorias que se caracteriza por la obstrucción del flujo de aire (8)

Pese a que hay evidencias de que la suplementación de ácidos grasos omega-3 puede reducir la producción de mediadores inflamatorios en pacientes asmáticos (142, 143), la evidencia de que la suplementación de ácidos grasos omega-3 reduce la gravedad clínica del asma en ensayos controlados ha sido inconsistente (144).

Tres revisiones de ensayos aleatorizados controlados de la suplementación con ácidos grasos de cadena larga omega-3 en adultos y niños asmáticos no descubrieron efectos consistentes en las mediciones de los resultados clínicos, incluyendo las pruebas de función pulmonar, síntomas asmáticos o uso de medicación (145, 146, 147).


Fibrosis quística

De acuerdo con una revisión de la Cochrane Collaboration, el uso regular de suplementos de omega-3 podría aportar beneficios a personas afectadas de fibrosis quísticas con unos efectos adversos relativamente escasos, si bien no existe suficiente evidencia para sacar conclusiones firmes o para recomendar un uso habitual de suplementos de ácidos grasos omega-3 (286). Los autores señalan la necesidad de llevar a cabo un estudio multicéntrico, aleatorizado controlado, a largo plazo y de gran envergadura, para determinar si existe un efecto terapéutico significativo y evaluar la influencia de la gravedad de la enfermedad, la dosis y la duración del tratamiento.

Nefropatía por inmunoglobulina A

La nefropatía por inmunoglobulina A (IgA) es un trastorno renal que se produce cuando el anticuerpo IgA se deposita en los elementos filtrantes (‘glomérulos’) del riñón. Esto puede dar lugar a insuficiencia renal progresiva en un 15-40% de los pacientes (148). Dado que los depósitos de IgA provocan un aumento de la producción de mediadores inflamatorios, la suplementación de ácidos grasos omega-3 podría modular la respuesta inflamatoria y preservar la función renal.

En un ensayo aleatorizado controlado, la suplementación de aceite de pescado (1,8 g/día de EPA + 1,2 g/día de DHA) durante dos años a pacientes con nefropatía por IgA ralentizó de forma significativa el deterioro de la función renal (149). Estos resultados se vieron corroborados por un seguimiento medio de seis años (150), aunque no se observaron otras mejorías adicionales con dosis más altas de aceite de pescado (151).

En contraste, varios estudios no apreciaron un beneficio significativo de la suplementación de PUFAs omega-3 PUFA a pacientes con nefropatía por IgA (152, 153, 154, 155). Dos metaanálisis de ensayos aleatorizados controlados sobre la suplementación de aceite de pescado no hallaron evidencia de beneficios estadísticamente relevantes en los pacientes con nefropatía por IgA en general (156, 157)

Debido a la inconsistencia de los resultados de los ensayos aleatorizados controlados realizados hasta la fecha, no está claro si la suplementación de aceite de pescado ayuda a prevenir la progresión de la nefropatía por IgA en niños o adultos (125).

Trastornos mentales

Los ácidos grasos omega-3 son componentes importantes de las membranas de las células nerviosas, ayudándolas a comunicarse entre sí, lo cual es un paso esencial para mantener una buena salud mental Más concretamente, el ácido graso de cadena larga omega-3 docosahexaenoico (DHA) está implicado en varios procesos de las células nerviosas como la modulación de las moléculas de transducción de señales y los receptores acoplados a proteínas G (287), la sinaptogénesis (288, 289), la diferenciación neuronal (290) y la generación de metabolitos activos como los docosanoides (291).

Depresión mayor y trastorno bipolar

Los datos de estudios ecológicos realizados en diferentes países sugieren que existe una asociación entre un elevado consumo de mariscos y bajas tasas de depresión mayor (158) y alteraciones maniaco depresivas del estado de ánimo (‘trastorno bipolar’) (159)

Varios estudios pequeños han descubierto que las concentraciones de ácidos grasos omega-3 son menores en la sangre (160, 161, 162) y el tejido adiposo (163) de las personas que sufren depresión comparados con el grupo control. Aunque se desconoce cómo afecta a la incidencia de depresión el consumo de ácido grasos omega-3, como posibles mecanismos se han propuesto la modulación de las vías de transducción de señales de las neuronas y la producción de mensajeros químicos (‘eicosanoides’), derivados de los ácidos grasos poliinsaturados (164).

Los resultados de ensayos aleatorizados controlados sobre la suplementación de ácidos grasos omega-3 de cadena larga para la depresión han sido desiguales. 

El aporte de suplementos de aceite de pescado (8 g/día) a la terapia seguida por personas que han sido tratadas de depresión no resultó mucho más eficaz que utilizar la misma cantidad de aceite de oliva durante 12 semanas (165). En pacientes diagnosticados con depresión mayor, y en sujetos con depresión suave a moderada, la suplementación de aceite de pescado por un periodo de cuatro meses no aportó beneficios terapéuticos más allá de los asociados a la terapia convencional (166, 167, 168).

No obstante, un pequeño ensayo aleatorizado controlado en pacientes chinos diagnosticados con depresión mayor reveló que la suplementación de 6,6 g/día de ácido eicosapentaenoico (EPA) + ácido docosahexaenoico (DHA) durante ocho semanas mejoraba la depresión en comparación con el placebo (169).

Por otra parte, un pequeño ensayo aleatorizado, doble ciego y controlado con placebo ha demostrado una tendencia a la mejoría de los síntomas depresivos (p<0,12) con 1g/día de EPA, cuando se administra durante ocho semanas a personas con depresión mayor (292).

Otro pequeño ensayo aleatorizado controlado realizado en 30 mujeres diagnosticadas con trastorno límite de la personalidad demostró que las 20 mujeres aleatorizadas a recibir tratamiento con 1 g/día de EPA durante ocho semanas experimentaron síntomas de depresión menos severos que las diez mujeres a las que se administró placebo (170).

Un reciente ensayo abierto en mujeres con depresión mayor y en periodo de transición menopáusica halló una significativa tasa de respuesta (70%) y de recaídas (45%) con 2 g/día de DHA+EPA a lo largo de ocho semanas de tratamiento (293). Sin embargo, un ensayo con 800 mg/día de aceite de pescado enriquecido con DHA administrado durante el embarazo no aportó beneficios a las mujeres con depresión postparto (294). Otro ensayo aleatorizado, doble ciego y controlado con placebo en mujeres mayores con depresión (295) demostró mejorías importantes de los síntomas depresivos y la calidad de vida cuando se administraron 2,5 g/día de DHA+EPA durante ocho semanas.

Además, los resultados de un estudio sugieren que la suplementación de ácidos grasos omega-3 puede resultar útil en el tratamiento de niños con depresión mayor (171).

Un ensayo aleatorizado controlado que evaluó los efectos de altas dosis de EPA (6,2 g/día) + DHA (3,4 g/día) en pacientes con trastorno bipolar (‘enfermedad maniaco depresiva’) reveló que aquéllos que recibieron suplementación con EPA + DHA tuvieron un periodo de remisión bastante más largo que los que recibieron un placebo de aceite de oliva durante un periodo de cuatro meses (172). Asimismo, los pacientes que tomaron los suplementos de EPA + DHA experimentaron menos depresión que los que tomaron el placebo. 

Sin embargo, un estudio descubrió que los pacientes que tomaron 6 g/día de EPA durante cuatro meses no experimentaron ningún tipo de alivio de la depresión bipolar (173)

Puede que el empleo de dosis más bajas de EPA resulte más eficaz a la hora de tratar el trastorno bipolar: Un pequeño estudio reveló que los pacientes que tomaron 1,5 g/día o 2 g/día de EPA durante seis meses sintieron cierto alivio de la depresión asociada al trastorno bipolar (174). Un ensayo doble ciego y controlado con placebo llevado a cabo durante 12 semanas en sujetos con depresión bipolar descubrió que aquéllos que tomaron bien 1 g/día o 2 g/día de EPA experimentaron mejorías importantes de los síntomas depresivos, pero las mediciones de la manía no variaron significativamente en ninguno de los grupos en comparación con el grupo de placebo (175).

Varios metaanálisis más recientes de ensayos aleatorizados controlados han llegado a la conclusión de que la suplementación de ácidos grasos poliinsaturados omega-3 es beneficiosa en el tratamiento de la depresión mayor y los trastornos depresivos bipolares (176, 177). Sin embargo, una revisión Cochrane (296) sólo citó un estudio que demostraba un efecto positivo de los n-3 PUFAs en la depresión bipolar. Un metaanálisis más reciente concluyó que la suplementación de n-3 PUFA tuvo un efecto beneficioso significativo en individuos diagnosticados con enfermedad depresiva (178)

Se requieren ensayos aleatorizados controlados a largo plazo y de gran envergadura para determinar la eficacia de la suplementación de ácidos grasos omega-3 de cadena larga para la depresión mayor y el trastorno bipolar.

Esquizofrenia

Los hallazgos de concentraciones más bajas de ácidos grasos omega-3 en los glóbulos rojos (179, 180) y el cerebro (181) de un número limitado de pacientes esquizofrénicos, junto con los resultados de estudios de suplementación no controlados (182), han despertado interés en el uso de suplementos de ácidos grasos de cadena larga omega-3 como tratamiento adicional para la terapia antipsicótica convencional de la esquizofrenia. 

Los resultados de ensayos aleatorizados controlados que emplearon el ácido graso omega-3 eicosapentaenoico (EPA) como complemento a la terapia antipsicótica convencional en pacientes esquizofrénicos han sido algo contradictorios: En un ensayo, el aporte de 3 g/día de EPA al tratamiento antipsicótico normal durante 12 semanas mejoró los síntomas esquizofrénicos y redujo la falta de control de los movimientos involuntarios (’disquinesia’) (183), mientras que un ensayo similar llevado a cabo durante un periodo de 12 semanas reveló que 2 g/día de EPA no beneficiaba a los pacientes esquizofrénicos con disquinesia tardía  (184). En otro ensayo, la suplementación con 3 g/día de EPA durante 16 semanas no difería del placebo en lo que se refiere a la mejoría de los síntomas residuales, el estado de ánimo o la cognición (185).

Un reciente estudio aleatorizado, doble ciego y controlado con placebo en adolescentes y adultos jóvenes (13-25 años) con psicosis subumbral, ha demostrado una disminución importante de la progresión de la enfermedad a un primer episodio psicótico cuando se administraron 1,2 g/día de PUFA omega-3 durante 12 semanas seguidas de un periodo de seguimiento de 40 semanas (297). El grupo suplementado con omega-3 también redujo considerablemente los síntomas positivos (p = .01), los síntomas negativos (p = .02), los síntomas generales (p = .01), y mejoró el funcionamiento (p = .002) en relación con el grupo de placebo. Estos resultados sugieren una posible estrategia de prevención mediante el uso de  PUFAs omega-3 en adultos jóvenes con riesgo de un primer episodio psicótico.

Aunque la escasa evidencia sugiere que la suplementación de EPA puede resultar un tratamiento adicional útil para la terapia antipsicótica en pacientes esquizofrénicos, se necesitan estudios más grandes a largo plazo que aporten resultados clínicamente relevantes (186)

Trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) y trastornos del espectro autista (TEA)

Los niños que padecen el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) podrían mostrar niveles bajos de determinados ácidos grasos esenciales (incluyendo el EPA y el DHA) en sus cuerpos (187). En un estudio clínico realizado con casi 100 niños, aquéllos con niveles más bajos de ácidos grasos omega-3 mostraron más problemas de aprendizaje y conducta (como rabietas y trastornos del sueño) que los chicos con niveles normales de omega-3 (188)

Un estudio clínico utilizó la suplementación de ácidos grasos omega-3 y omega-6 en 117 niños con TDAH. El estudio demostró mejorías importantes en la capacidad de lectura, ortografía y el comportamiento de los niños lo largo de los tres meses de terapia (189). Otro estudio clínico reveló que la suplementación de ácidos grasos omega-3 ayudaba a reducir la agresividad física en niñas en edad escolar con TDAH, pero no en los niños (190).

Una reciente revisión sistemática de suplementos de ácidos grasos en el TDAH concluyó que, a pesar del éxito observado en los ensayos abiertos, los resultados de los ensayos aleatorizados controlados no demostraron un beneficio similar (299).

Una revisión sistemática realizada recientemente evaluó la eficacia y seguridad de los ácidos grasos omega-3 en el tratamiento de los trastornos del espectro autista (TEA) (300). Los investigadores señalaron que los escasos datos existentes procedían de estudios no controlados y de un solo ensayo aleatorizado controlado. Como consecuencia, no fue posible determinar si los ácidos grasos omega-3 son eficaces y seguros para los TEA.

En un reciente estudio cruzado de niños con TDAH, un subgrupo con muestras de falta de atención y problemas de desarrollo neurológico presentó una reducción del 25% de los síntomas de TDAH y mejoró las puntuaciones de deterioro funcional después de tres meses de suplementación con omega-3 (558 mg de EPA+ 174 mg de DHA); y el 47% de los niños que recibieron omega-3 mostraron una disminución de los síntomas de TDAH tras seis meses (301).

Por el contrario, en un estudio de suplementación de ácidos grasos de cadena corta (480 mg de ácido linoleico y 120 mg de ácido alfa-linolénico) durante siete semanas no se apreció diferencias con el placebo en niños con TDAH (299). Sin embargo, también se ha demostrado recientemente que la suplementación de EPA solo (0,5 g/día) mejora los síntomas de TDAH en subgrupos de niños con problemas de conducta y menos hiperactivos (302).

Trastornos alimentarios

Ciertos estudios clínicos sugieren que los hombres y las mujeres que padecen trastornos de la alimentación, como la anorexia nerviosa, poseen niveles de ácidos grasos poliinsaturados (incluidos ALA y GLA) muy por debajo de los aconsejables (191)

A fin de prevenir las complicaciones asociadas a la deficiencia de ácidos grasos esenciales, algunos expertos recomiendan que los programas de tratamiento para la anorexia nerviosa incluyan alimentos ricos en PUFAs como el pescado o las vísceras, que contienen ácidos grasos omega-6.

Osteoporosis

Los estudios sugieren que el ácido graso de cadena larga omega-3 eicosapentaenoico, EPA, puede ayudar a aumentar los niveles en el cuerpo, a favorecer el depósito de calcio en los huesos y a mejorar la resistencia de los mismos. 

Los estudios también sugieren que las personas con deficiencia de ciertos ácidos grasos esenciales (especialmente el EPA y el ácido graso omega-6 de cadena larga gamma-linolénico, GLA) son más propensas a sufrir pérdida ósea que aquéllas que poseen niveles normales (193)

En un estudio efectuado entre mujeres de más de 65 años que padecían osteoporosis, aquéllas a las que se administraron suplementos de EPA y GLA, experimentaron una menor pérdida de masa ósea a lo largo de un periodo de tres años que las mujeres que recibieron un placebo (194). Muchas de estas mujeres también experimentaron un aumento de la densidad ósea durante este tiempo.

También se han registrado recientemente relaciones positivas entre el consumo de AA y ALA y una menor tasa de fractura de cadera en hombres mayores. Los beneficios de la ingesta de PUFA relacionados con la salud ósea pueden variar en función de la edad y el género.

Pérdida de peso

Muchas personas con sobrepeso padecen de problemas para mantener el control de azúcar en la sangre, diabetes y altos niveles de colesterol en sangre.

Los estudios clínicos sugieren que la personas con sobrepeso que siguen un programa de control de peso en el que se incluye la práctica de ejercicio suelen controlar mejor los niveles de azúcar y colesterol en la sangre si integran pescados ricos en ácidos grasos omega-3 (como el salmón, la caballa o el arenque) en su dieta baja en grasas (195).

Otros trastornos

A pesar de que se requiere más investigación al respecto, los estudios preliminares sugieren que los ácidos grasos omega-3 también pueden ser útiles para proteger frente a algunas infecciones y tratar diversas enfermedades como las quemaduras (196), el enfisema, el glaucoma, el dolor menstrual (197), la migraña, la esclerosis múltiple (198), el lupus, la enfermedad de Lyme, los ataques de pánico, la preeclampsia, los nacimientos prematuros (199), la psoriasis (200), el estrés y las úlceras (201).