El zinc desempeña un papel importante en el crecimiento y desarrollo, la respuesta inmunitaria, la función neurológica y la reproducción. A nivel celular, la función del zinc puede ser catalítica, estructura y reguladora(2).
Casi 100 enzimas diferentes dependen del zinc para poder incrementar la velocidad (‘catalizar’) de lasreacciones químicas vitales (3).
El zinc influye en la estructura de las proteínas (p. ej., la enzima antioxidante) y las membranas celulares (4, 5). La pérdida de zinc de las membranas biológicas aumenta la susceptibilidad al daño oxidativo y afecta a su función (5).
Se ha descubierto que las proteínas estabilizadas con zinc regulan la expresión genética actuando como ‘factores de trascripción’, uniéndose al ADN e influyendo en la expresión de determinados genes.
El zinc también interviene en la señalización celular y se sabe que influye en la liberación de hormonas y la transmisión de los impulsos nerviosos, por ejemplo, al degustar y al oler (6).
Además, se ha descubierto que el zinc participa en la muerte celular programada (‘apoptosis’), regulando el crecimiento y desarrollo celular, así como en varias enfermedades crónicas (7).
El consumo de grandes cantidades de zinc (50 mg/día o más) a lo largo de semanas puede disminuir la absorción de cobre en las células intestinales (4).
Los niveles de hierro en suplementos, pero no en la dieta, (38–65 mg/día) puede reducir la absorción de zinc(8), algo que hay que tener en cuenta a la hora de controlar la suplementación con hierro durante el embarazo y la lactancia (9, 10).
Unos niveles altos de calcio dietético afectan la absorción de zinc en animales, aunque no es seguro que esto ocurra en humanos (11, 12).
La biodisponibilidad de la vitamina B9 (folato) en la dieta aumenta con la acción de una enzima dependiente del zinc, lo cual sugiere una posible interacción entre el zinc y el ácido fólico (4).
El zinc es un componente de una proteína fijadora de la vitamina A (retinol), necesaria para transportar la vitamina A en la sangre. El zinc también se requiere para la enzima que convierte el retinol en retinal, necesaria para la síntesis de una proteína del ojo (‘rodopsina’) que absorbe la luz y permite la adaptación a la oscuridad. La deficiencia de zinc está asociada a una menor liberación de vitamina A del hígado, lo cual puede contribuir a los síntomas de ceguera nocturna (13, 14).
La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), que presta asesoramiento científico a los responsables políticos, ha confirmado que se han demostrado unos claros beneficios para la salud de la ingesta de zinc en la dieta, ya que contribuye a lo siguiente: