By Lucy Jones RD
Unos titulares publicados recientemente advertían a las mujeres de que la suplementación con vitaminas durante el embarazo es «un desperdicio de dinero sin sentido» y que no existen «pruebas de que sea beneficiosa para la salud», algo que, según parece, podría disuadirlas de que tomen suplementación con micronutrientes en este período crucial.
Estos titulares se basaban en una revisión del Journal Drug and Therapeutics Bulletin sobre la suplementación con vitaminas durante el embarazo1.
El propio estudio reconocía que «garantizar que las mujeres tengan una buena alimentación, tanto antes del embarazo como durante éste, es crucial para la salud de la mujer y del feto1.» Admitían también que «la deficiencia de nutrientes clave en la madre se ha relacionado con preeclampsia, crecimiento fetal restringido, defectos del tubo neural, deformidades óseas y un bajo peso al nacer1.» Sus argumentos en contra de los suplementos se basaban en su afirmación de que «muchas de las pruebas sobre suplementación con vitaminas durante el embarazo proceden de estudios realizados en países de renta baja, en los que las mujeres tienen más probabilidades de presentar una alimentación insuficiente o inadecuada que las mujeres de Reino Unido1.» Concluían que «es poco probable que los preparados complejos con multivitaminas y minerales que se promocionan para usarse durante el embarazo sean necesarios para la mayoría de mujeres que desean quedarse embarazadas o que ya lo están y constituyen un gasto innecesario.1»
Es importante señalar que, puesto que no aparece el nombre de los autores, no podemos saber qué calificaciones tienen, cuál es su relación con diferentes empresas ni quién pagó para que se escribiera el artículo. El «estudio» es más bien una revisión narrativa o de opinión, no una investigación. Puesto que no se detallan los métodos de revisión, no sabemos si los investigadores evaluaron todas las pruebas disponibles sobre los suplementos o si simplemente seleccionaron las pruebas que mejor encajaban con sus recomendaciones. Esto implica que todo el informe tiene que interpretarse con cautela. Desafortunadamente, ninguno de los medios se hizo eco de esto y presentaron el estudio como un hecho concluyente.
Las necesidades de micronutrientes durante el embarazo merecen sin duda alguna titulares: son mayores que normalmente y un consumo inadecuado puede tener consecuencias de gran alcance. Aunque el gobierno de Reino Unido hoy en día solo recomienda suplementos con ácido fólico y vitamina D durante el embarazo2, esto no significa que los demás nutrientes no desempeñen un papel importante. Por ejemplo, los ácidos grasos omega-3 contribuyen al desarrollo del cerebro y de los ojos del bebé3, así como al mantenimiento de una función cerebral normal4, el hierro contribuye a la formación de sangre y al sistema inmune5, la colina ayuda a evitar defectos6 del tubo neural y el yodo contribuye al desarrollo cerebral del bebé7. Un amplio estudio de Reino Unido ha demostrado que dos tercios de las mujeres embarazadas presentaban deficiencia de yodo: unos niveles bajos durante el embarazo reducen el CI de los niños y su capacidad lectora a la edad de 8-9 años8.
Se sabe que el consumo de suplementos, incluso de suplementos de ácido fólico, es bajo durante el embarazo, especialmente entre las mujeres procedentes de familias con rentas bajas1. Los autores reconocían esto y sugerían que la atención se centrara en este hecho, en lugar de centrarse en los suplementos con multivitaminas. Una encuesta reciente demostraba que menos de un tercio (30,3 %) de las madres primerizas era consciente del papel de la vitamina D durante el embarazo y la lactancia o de los suplementos que se recomiendan para este nutriente, por no hablar de nutrientes menos conocidos9. Desafortunadamente, los titulares que se publicaron probablemente solo perpetúen este bajo consumo, incitando a mucha más gente a decidirse por no tomar ningún tipo de suplementos durante el embarazo. Pero, ¿es esto realmente importante si se obtiene todo lo que se necesita de los alimentos?
Los autores afirman que las investigaciones que prueban los beneficios de los suplementos provienen en su mayoría de países en vías de desarrollo, con un índice más alto de malnutrición que Reino Unido. Sin embargo, la National Diet and Nutrition Survey no opina lo mismo.
Los últimos hallazgos de la encuesta nacional sobre consumo dietético, la NDNS, muestran con preocupación un consumo bajo de una variedad de nutrientes en las mujeres jóvenes. Se halló un consumo muy bajo (por debajo del aporte mínimo de nutrientes de referencia, el LRNI, por sus siglas en inglés, que solo cubre el 2,5 % de las necesidades de la población) de vitamina A, riboflavina y folato en un número significativo de chicas adolescentes. Las mujeres jóvenes también presentaron un consumo muy bajo de riboflavina10.
Se encontraron deficiencias graves de vitamina D en al menos un cuarto de las adolescentes, mientras que el consumo de hierro medio era inadecuado tanto en mujeres como chicas adolescentes, con un 23 % de las mujeres y un 46 % de las adolescentes y mujeres jóvenes con niveles de hierro inferiores al LRNI10. El consumo medio de calcio, zinc y yodo también era inadecuado en chicas adolescentes, presentando cerca de un quinto de ellas unos niveles por debajo del LRNI10.
Otros minerales que no se consumen en niveles adecuados son el potasio, el magnesio y el selenio. En cuanto a grupos de alimentos, menos de un tercio de los adultos cumplía la recomendación de «cinco al día» respecto a frutas y verduras y el consumo medio de pescado azul era inferior a media porción a la semana, algo completamente inapropiado para alcanzar unos niveles de omega-3 saludables10.
Es importante señalar que, en general, los consumidores de suplementos presentan un mayor aporte de vitaminas y minerales procedentes de alimentos que los que no toman suplementos, pero la contribución de los suplementos tuvo un efecto reducido en los participantes por debajo del LRNI10, lo cual indica que la gente que realmente los necesitaba no los tomaba, tal y como ocurre durante el embarazo.
Esta nueva revisión afirmaba que no existen pruebas que sugieran la necesidad de suplementación con vitaminas en las mujeres con una buena alimentación. Sin embargo, según la National Diet and Nutrition Survey, un número significativo de mujeres no presenta una buena alimentación y por lo tanto se beneficiaría de los suplementos.
¿Qué deberíamos extraer de todo esto?
Siempre hay que leer lo que sucede a un titular: en este caso, el «estudio» era una revisión narrativa o un texto de opinión y no una nueva investigación llevada a cabo convenientemente.
Los suplementos tienen un papel importante que desempeñar tanto para acortar distancias entre el consumo y las necesidades del día a día como para satisfacer las necesidades de nutrientes más altas que se dan durante el embarazo, sin el aporte de calorías excesivas procedente de una alimentación excesiva.
No creo que nadie ponga en duda que alimentarse con una dieta saludable y equilibrada durante el embarazo y tomando suplementos de ácido fólico y vitamina D garantiza la mejor salud posible tanto para la madre como para el bebé. Sin embargo, tenemos que reconocer el papel de una serie de nutrientes en este período especial. Los médicos tienen que ser conscientes de la etapa crucial que los primeros 1000 días de vida suponen en cuanto a la nutrición y como base para los riesgos de salud de toda una vida y deberían ser más firmes a la hora de recomendar a las mujeres que tomen suplementos en caso de que se observen deficiencias en su dieta, además de que mejoren su alimentación.