La calidad de la alimentación durante los primeros 1000 días de la vida de un niño —el periodo comprendido entre la concepción y el segundo cumpleaños— son cruciales para su salud y su desarrollo a lo largo de todo el ciclo vital. No obstante, la malnutrición sigue siendo una importante causa de muerte y enfermedad en niños pequeños y las personas que llevan una alimentación adecuada tienen diez veces más probabilidades de superar las enfermedades comunes de la infancia [1, 2]. Las deficiencias nutricionales durante el embarazo llevan asociados partos prematuros, defectos del tubo neural y bajo peso al nacer [3, 4] y las alteraciones de desarrollo a temprana edad tienen amplias consecuencias, como un menor rendimiento escolar y salarios más bajos (en los hombres), así como un mayor riesgo de pobreza [5]. Además, se cree que la mala alimentación durante los primeros años de vida tiene repercusiones a largo plazo, como enfermedades coronarias, hipertensión y diabetes en la edad adulta [6]. Un importante avance científico en este campo ha sido la revolucionaria teoría de la selección del Dr. Bruce Ames, que sostiene que, cuando los nutrientes son escasos, el cuerpo prioriza su uso en favor de las funciones que aseguran la supervivencia a corto plazo y la reproducción en detrimento de la salud a largo plazo [7, 8].
El papel de los complejos multivitamínicos y los omega 3
Los últimos hallazgos científicos demuestran que las mujeres que consumen complejos multivitamínicos además de hierro y ácido fólico tienen menor riesgo de muerte fetal [9] y hay nuevos datos que sugieren que la complementación multivitamínica de la madre puede dar lugar a una gestación más saludable y reducir el riesgo de parto prematuro y bajo peso al nacer, especialmente en países de renta baja [10]. Los estudios siguen destacando la importancia de los ácidos grasos omega 3 tanto para la madre como para el bebé [11, 12, 13]. En particular, el ácido docosahexaenoico (DHA) ha demostrado ser beneficioso para llevar un embarazo sano [11, 12]. También se ha reconocido su importancia para un crecimiento fetal e infantil óptimo por su participación en el desarrollo y el funcionamiento del cerebro, los ojos y el sistema nervioso. Un grupo de expertos ha revisado los datos científicos más recientes y ha corroborado los posibles efectos beneficiosos del DHA para el desarrollo posterior visual, cognitivo y emocional del niño. Afirma además que «el aporte de AGPI-CL y la ingesta de pescado durante el embarazo y la infancia parecen tener un efecto positivo en el desarrollo de la respuesta inmune a las reacciones alérgicas y reducen el riesgo de enfermedades alérgicas (asma y eczema) [13].
Dieta sana, madre sana, niño sano
Aunque una dieta variada y nutritiva puede aportar la mayoría de los nutrientes en las cantidades necesarias durante el embarazo, la gran mayoría de la población no alcanza la ingesta recomendada. Si bien un número considerable de adultos estadounidenses no consume la cantidad recomendada de alimentos nutritivos, tiende a consumir muchos alimentos que en realidad deben evitar, como grasas sólidas, azúcares y bebidas alcohólicas [14]. Los malos hábitos alimentarios perecen ser un problema mundial, ya que un reciente estudio indica un bajo consumo de frutas y verduras entre el 58 y el 88 % de adultos en todas la concentraciones geográficas [15]. Como consecuencia, el déficit de micronutrientes durante el embarazo sigue siendo un problema de salud pública mundial. Por ejemplo, se calcula que la prevalencia mundial de deficiencia de hierro prenatal alcanza el 15–20 % [16]. La carencia de vitamina A afecta aproximadamente al 15 % de las mujeres embarazadas en los países de renta baja, mientras que en un 8 % de los casos es tan grave que provoca ceguera nocturna [17]. El déficit de yodo oscila entre el 17 % de Oceanía y el 40 % de África [1]. Una revisión de la dieta de las mujeres embarazadas en países de renta alta constató una ingesta de folato, hierro y vitamina D inferior a la recomendada [18]. Un número importante de mujeres embarazadas no satisface las recomendaciones de DHA y la adición de complementos a la alimentación aumenta la probabilidad de que la ingesta sea la correcta [19].
En conclusión, los profesionales de la salud deberían recomendar tres sencillos pasos para favorecer una alimentación sana durante el embarazo: llevar una dieta equilibrada, consumir alimentos fortificados y complementar la alimentación con minerales, vitaminas y ácidos grasos omega 3.