TEMA DEL MES
Micronutrientes y energía mental
1 julio 2012
26 septiembre 2016
By Rob Winwood
Las dos formas más habituales de vitamina K son las filoquinonas (vitamina K1) y las menaquinonas (vitamina K2). La vitamina K1 se encuentra en las verduras (perejil, espinacas, coliflor), mientras que la vitamina K2 se deriva de fuentes animales (queso, carne) y algunos alimentos fermentados. La vitamina K desempeña un papel fundamental bien conocido en el proceso de coagulación de la sangre. Sin embargo, Sarah Booth, profesora de la Friedman School of Nutrition Science and Policy de la Universidad Tufts, Boston, EE. UU., ha investigado si cumple otras funciones importantes en el metabolismo y la salud humanos. La vitamina K produce el efecto de coagulación sanguínea al actuar como cofactor enzimático en la gammacarboxilación de las proteínas dependientes de la vitamina K (DVK). Este mismo mecanismo se produce también en otros tejidos del cuerpo. Por este motivo, la profesora Booth cree que la vitamina K y las proteínas DVK pueden desempeñar un papel importante en la regulación de la calcificación, el metabolismo energético y la inflamación (1).
El nivel de vitamina K es difícil de evaluar verdaderamente porque, aunque la mayoría de las bases de datos de composición de alimentos incluyen las filoquinonas (vitamina K1), no incluyen las menaquinonas (vitamina K2). El Institute of Medicine (IOM) de EE. UU. ha establecido la ingesta adecuada (IA) de vitamina K total en 90 y 120 µg al día para mujeres y hombres adultos, respectivamente (2).
La mineralización del sistema vascular humano aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares. En concreto, un indicador independiente de enfermedades cardiovasculares y de mortalidad debida a estas es la calcificación de las arterias coronarias (CAC). En este proceso es importante una proteína dependiente de la vitamina K denominada proteína Gla de la matriz (MGP), ya que inhibe la calcificación (3).
Un ensayo clínico aleatorizado (ECA) que analizó el efecto de una intervención con vitamina K1, calcio y vitamina D en mujeres posmenopáusicas durante tres años demostró una mejora en la elasticidad y la distensibilidad de la arteria carótida (4). Los autores propusieron que el efecto se debía a una menor sedimentación de calcio causada por un aumento de la carboxilación de la MGP dependiente de la vitamina K. La profesora Booth participó en un ECA posterior que examinó específicamente el efecto de la complementación con vitamina K1 para reducir la calcificación arterial en hombres y mujeres mayores (5). Durante tres días, el equipo administró complementos con una dosis elevada de vitamina K1 (500 µg al día) a una cohorte de 388 hombres y mujeres mayores sanos. El grado de calcificación arterial se determinó por tomografía computarizada (puntuación de Agatston). Entre los participantes que registraban calcificación arterial previa, el desarrollo posterior de la calcificación de la arteria coronaria experimentó una reducción del 6 % al final de la intervención en comparación con el grupo placebo. Sin embargo, curiosamente no se produjo ningún efecto en los participantes que no mostraban calcificaciones previas. Además, no parecía haber ninguna relación entre la calcificación y la concentración sérica de MGP, por lo que se desconoce el mecanismo de la reducción observada.
Más recientemente, el equipo de la profesora Booth dirigió su atención al nivel de vitamina K en relación con el funcionamiento de las extremidades inferiores (por ejemplo, andar, sentarse, entrar en la bañera o ponerse los calcetines) en personas mayores (6). Su equipo realizó un ECA con una cohorte de 1089 adultos mayores no institucionalizados (con una media de edad de 74 años) para evaluar el funcionamiento de las extremidades inferiores (con una batería de pruebas de rendimiento físico) en relación con el nivel de vitamina K1 y MGP. Durante un periodo de observación de entre cuatro y cinco años, constataron que los participantes con un nivel de vitamina K1 de 1 nM o más en el plasma sanguíneo mostraban mejores resultados en la batería de pruebas y podía caminar a más velocidad. Un motivo posible de esta mejora es que se sabe que la vitamina K1 reduce el nivel de citoquinas inflamatorias. La inflamación es una característica del proceso de envejecimiento que a menudo provoca una reducción de la movilidad.
La vitamina K también se ha asociado a la pérdida ósea y la reducción del riesgo de fractura de cadera en personas mayores, pero los resultados del ECA son ambiguos. En Japón se utiliza MK-4, una forma de filoquinona, en dosis de 45 mg/día para el tratamiento de la osteoporosis. Sin embargo, aunque hay pruebas contundentes de que la MK-4 favorece el recambio óseo, los estudios recientes no han logrado mostrar ningún efecto protector en la densidad de la masa ósea de la cadera (1). Más positivamente, se ha sugerido que la vitamina K podría ser importante en la protección frente a la resistencia a la insulina.
Aunque la profesora Booth ha establecido una excelente base científica, está claro que queda mucho trabajo por hacer en esta área si queremos entender a fondo todos los beneficios potenciales de la vitamina K.
Nuestro especial agradecimiento a Sarah Booth, profesora de la Friedman School of Nutrition Science and Policy de la Universidad Tufts, Boston, Massachusetts, por ofrecer una perspectiva sobre este tema.
1 julio 2012
30 noviembre 2009
Una mayor ingesta de vitamina C puede aumentar el riesgo de desarrollar cataratas en algunas personas ancianas, según un nuevo estudio.
1 febrero 2013
De acuerdo con un nuevo estudio estadounidense, el betacaroteno podría disminuir el riesgo de diabetes tipo 2 en personas con una variante genética común, mientras que la vitamina E (gamma-tocoferol) podría incrementarlo.