Según un nuevo estudio realizado en Australia, un mayor consumo de ácidos grasos omega-3 durante el embarazo podría reducir un 36% el riesgo de eccema atópico en los niños.
Entre 2005 y 2008, se llevó a cabo un ensayo aleatorizado controlado en el que se estudió la incidencia de los ácidos grasos de aceite de pescado en la depresión posparto. Para ello, las participantes tomaron desde la semana 21 de gestación hasta el parto una cápsula diaria de aceite de pescado rico en ácido docosahe-xaenoico (que les proporcionaba 800 mg de DHA y 100 mg de ácido eicosapentaenoico) o placebo (1). Para un posterior estudio de seguimiento, se eligió a 706 niños cuyas madres habían participado en el ensayo previo, debido al alto riesgo hereditario de estos niños de desarrollar enfermedades alérgicas. A la edad de 1 año se les diagnosticaron enfermedades alérgicas asociadas a la inmunoglobulina E, tales como eccema o alergia alimentaria con sensibilidad (2). Los resultados del estudio mostraron que la suplementación con ácidos grasos omega-3 durante el embarazo no redujo de forma significativa la incidencia general de alergias asociadas a la inmunoglobulina E en los niños en su primer año de vida. Sin embargo, esta suplementación sí redujo el porcentaje de niños con eccema atópico un 36% y la probabilidad de sensibilidad y alergia al huevo un 38% y un 50% respectivamente.
Los investigadores concluyeron que para las mujeres embarazadas con alergias y que viven en sociedades industrializadas es posible reducir las posibilidades de que su hijo desarrolle un eccema atópico o dermatitis atópica en el primer año de vida tomando 1 g de ácidos grasos de aceite de pescado al día en la segunda mitad del embarazo. Esto confirmaría la importancia de los ácidos grasos omega-3 para el desarrollo de un sistema inmunológico sano. La inmunoglobulina E (IgE) es el principal anticuerpo del sistema inmunológico asociado con las reacciones alérgicas.