De acuerdo con un reciente estudio llevado a cabo en el Reino Unido, la administración de dosis altas de vitamina D junto con un tratamiento antibiótico parece ayudar a los pacientes a recuperarse más rápidamente de la enfermedad pulmonar infecciosa.
En el ensayo aleatorio controlado, 95 pacientes de tuberculosis que seguían el tratamiento normal con anti-bióticos recibieron una dosis alta de vitamina D o un placebo durante las primeras ocho semanas de terapia (1). Al medir los marcadores de inflamación en las muestras de sangre para determinar los efectos de la vitamina en la respuesta inmune, los investigadores descubrieron que gran parte de estos marcadores de inflamación se redujo aún más y más rápido en los pacientes que recibieron vitamina D. Los investigadores también observaron que el Mycobacterium tuberculosis, la bacteria que causa la tuberculosis, desapareció del esputo de los pacientes (la flema escupida desde la parte profunda de los pulmones) más rápido que en aquellos tratados con vitamina D, llegando de hecho a hacerse indetectable al microscopio en una media de 23 días, en comparación con los 36 días del grupo que recibió el placebo.
Los científicos comentaron que las dosis altas de vitamina D parecen atenuar la respuesta inflamatoria del cuerpo a la infección, la cual puede causar daño tisular que dé lugar a la formación de cavidades en el pulmón. La capacidad de la vitamina D de amortiguar las respuestas inflamatorias sin interferir con la acción de los antibióticos aumenta la posibilidad de que los suplementos también sean beneficiosos en pacientes que reciben tratamiento antibiótico por neumonía, sepsis y otras infecciones pulmonares. No obstante, sería demasiado pronto recomendar que todos los pacientes con tuberculosis tomen dosis altas de vitamina D además del tratamiento con antibióticos sin haber realizado antes más investigaciones con un mayor número de pacientes.
La tuberculosis, considerada erróneamente en muchos países ricos como una enfermedad del pasado, afectó en 2010 a 8,8 millones de personas y causó la muerte de 1,4 millones en todo el mundo. Esta infección des-truye el tejido pulmonar, provocando que los pacientes al toser expulsen la bacteria, que luego se propaga por el aire y puede ser inhalada por otras personas.