El parto prematuro (menos de 37 semanas de gestación) es el factor más importante para la supervivencia y el desarrollo neurológico a largo plazo del recién nacido.1,2 El nacimiento antes de las 37 semanas es responsable directo del 85 % de todas las complicaciones en los primeros años de vida3 y la principal cauda de mortalidad en niños menores de 5 años.4 Los bebés muy prematuros (nacidos antes de la semana 34) son los que tienen mayor riesgo, ya que a menudo deben pasar mucho tiempo en cuidados intensivos y pueden desarrollar problemas de salud crónicos que afectan a los pulmones, el intestino y el sistema inmunitario, además de dificultades en el desarrollo neurológico que merman la visión, la audición, el aprendizaje y la comunicación.
Costes del parto prematuro
Aparte de la carga emocional y económica que suponen para la familia, los partos muy prematuros también constituyen un importante coste para la sociedad. De acuerdo con Carlson et al5, la tasa de partos muy prematuros ha disminuido poco desde 1990. Los investigadores señalaron que los suplementos de ácido docosahexaenoico (DHA) son una “posible estrategia de bajo riesgo y muy rentable para reducir esta cifra en EE. UU. hasta un 75 %”. Kar et al6 han señalado las limitaciones de los enfoques actuales basados en el riesgo para reducir la incidencia de partos prematuros y la necesidad de adoptar un enfoque basado en la población, especialmente en el caso de los partos muy prematuros. La intervención debe ser accesible, económica, aceptable para las mujeres y con unos efectos secundarios mínimos.7
Prevalencia de partos prematuros
La magnitud e importancia de este problema queda reflejada en el caso de Estados Unidos, con una tasa del 11,4 % de partos prematuros en 2014 y cerca del 3 % de nacimientos muy prematuros.8 Aproximadamente 15 millones de bebés nacen prematuramente cada año en todo el mundo9.
Alimentación
La influencia de la alimentación en el desenlace del embarazo se puso de relieve en un estudio10 de 1985. Los científicos autores del mismo señalaron que las mujeres que viven en las islas Feroe, donde se suelen consumir grandes cantidades de pescados ricos en omega-3, tenían embarazos más largos y bebés con un mayor peso al nacer que los nacidos en la Dinamarca continental. Se cree que esto se debe a los ácidos grasos omega-3 de cadena larga procedentes de fuentes marinas como el pescado y las algas.
En 2015, Kar et al11 llevaron a cabo una revisión sistemática para evaluar los efectos de los ácidos grasos en los nacimientos muy prematuros y los partos pretérmino. Descubrieron una reducción del 58 % en la tasa de nacimientos muy prematuros y del 17 % en otros partos pretérmino, por lo que concluyeron que los ácidos grasos omega-3 son seguros y efectivos para disminuir el riesgo de este tipo de partos.
El ácido eicosapentaenoico (EPA) y el ácido docosahexaenoico (DHA) son ácidos grasos omega-3 de cadena larga que se pueden encontrar fácilmente en forma de complementos alimenticios. Aunque las recomendaciones durante el embarazo son de 200 – 300 mg de DHA al día12, todavía no se ha estipulado una dosis que ayude a reducir el riesgo de parto prematuro13.
Revisión Cochrane
Las revisiones Cochrane están reconocidas internacionalmente como el método de referencia para recopilar evidencia y han sido dirigidas por Makrides et al. en 200614 y por Middleton et al. en 201815 para evaluar los efectos de los ácidos grasos omega-3 de cadena larga en el embarazo. La revisión de 2018 evaluó todos los ensayos aleatorizados controlados publicados que han investigado los efectos de estos omega-3 durante el embarazo en la salud de las madres y los bebés. Para ello se tuvo en cuenta la calidad de la investigación y se analizaron todas las formas y dosis de suplementos en el embarazo. Los investigadores examinaron 70 ensayos, la mayoría realizados en países de ingresos altos, en los que participaron 19 787 mujeres con embarazos únicos en su mayor parte. A raíz de los resultados, los autores han ofrecido recomendaciones para los ácidos grasos omega 3 de cadena larga.
La revisión Cochrane de 2018 halló pruebas de alta calidad de que la administración de suplementos de ácidos grasos omega-3 de cadena larga durante el embarazo redujo el riesgo de nacimiento prematuro (antes de 37 semanas) en un 11 % (25 ensayos:10 184 participantes) y el riesgo de parto muy prematuro (antes de 34 semanas) en un 42 % (9 ensayos: 5204 participantes), en comparación con el grupo al que no se administraron suplementos omega-3.
Los investigadores también descubrieron un menor riesgo de bajo peso al nacer (15 ensayos: 8449 participantes). A la luz de estos resultados, los autores llegaron a la conclusión de que la dosis más efectiva eran 500-1000 mg diarios de omega-3 DHA y EPA, con una cantidad mínima de 500 mg de DHA.
Algunos estudios evaluaron el crecimiento y el desarrollo neurológico de los bebés después de nacer sin que se apreciaran diferencias significativas entre los hijos de las mujeres que recibieron suplementos y los de aquellas que no los recibieron.
Resultados de la revisión Cochrane de 2018 y recomendaciones de los autores:
- Los suplementos de ácidos grasos omega-3 de cadena larga (DHA y EPA) durante el embarazo reducen el riesgo de parto prematuro, especialmente en embarazos únicos.
- Los suplementos de ácidos grasos omega-3 de cadena larga (DHA y EPA) durante el embarazo reducen el riesgo de tener bebés con bajo peso al nacer.
- Las mejores pruebas disponibles sugieren que la dosis más efectiva es de 500 – 1000 mg diarios de omega-3, de los que al menos 500 mg sean DHA.
- Existen dudas respecto a los beneficios a largo plazo sobre el crecimiento y desarrollo posterior de los niños cuyas madres tomaron suplementos de omega-3 durante el embarazo.
Es preciso estudiar más a fondo varias cuestiones como la dosis efectiva de ácidos grasos omega-3 de cadena larga, su combinación óptima y qué mujeres se benefician más de estos suplementos.
Para conocer con más detalle el papel del DHA en la reducción del riesgo de parto muy prematuro, el estudio ADORE16 está investigando los beneficios de la administración de aceite de algas (2 cápsulas diarias con 800 mg de DHA) junto con un suplemento prenatal con 200 mg de DHA. Teniendo en cuenta que la inflamación es una causa conocida de parto pretérmino, los autores plantean la hipótesis de que el DHA puede resultar eficaz debido a sus propiedades antiinflamatorias.
A pesar de que la revisión Cochrane no halló beneficios aparentes sobre el crecimiento y el desarrollo de los niños tras el nacimiento, Kannass et al. demostraron en 200917 que los bebés de las mujeres que tenían unas concentraciones sanguíneas más altas de DHA en el momento del parto presentaron una mayor capacidad de concentración hasta el segundo año de vida. Un estudio noruego llevado a cabo en 2018 también ha aportado más evidencia de la correlación entre los niveles de DHA de la madre durante el embarazo y la capacidad de los bebés sanos para resolver problemas, demostrando que los niveles de DHA de las mujeres en el embarazo afectan positivamente las habilidades del bebé para solucionar problemas a los 12 meses de edad, incluso después de tener en cuenta factores de confusión como la educación de la madre.
Al igual que la revisión Cochrane de 2018, los autores concluyeron que los resultados confirman la importancia de que las mujeres obtengan suficiente DHA a través de la alimentación o de otras fuentes ricas en este omega-3.
Como demuestra la revisión Cochrane de 2018 y los estudios citados anteriormente, una ingesta óptima de ácidos grasos omega-3 de cadena larga que contengan DHA es fundamental para garantizar un embarazo saludable, contribuyendo a la salud materna y presumiblemente también a la salud y el desarrollo del bebé.
La OMS recomienda una ingesta de 200-300 mg al día de DHA, si bien esta evidencia reciente viene a corroborar la recomendación de que las mujeres con un embarazo único consuman un suplemento diario que contenga entre 500 y 1000 mg de ácidos grasos omega-3 de cadena larga (DHA y EPA), con un mínimo de 500 mg de DHA, para reducir el riesgo de parto prematuro.