Según una nueva revisión realizada en Irán, para conseguir aumentos significativos de vitamina D en sangre son necesarias dosis diarias de suplementos de al menos 800 UI durante un mínimo de 6 a 12 meses.
El análisis, que incluyó datos de un total de 33 ensayos aleatorizados controlados, comparó el aumento de concentraciones de vitamina D en sangre de adultos con niveles promedios de vitamina D de 50 nmol/L que recibieron diferentes cantidades de suplementos de vitamina D3 durante diferentes periodos de duración (1). El análisis mostró que los aumentos eran heterogéneos y dependientes de la dosis de suplementación, dura- ción de esta, nivel inicial de vitamina D y la edad de los participantes. Con dosis de al menos 800 UI al día, el 97,5 % de los participantes alcanzaron niveles por encima de 50 nmol/L, con solo un ligero aumento con dosis diarias más altas. El aumento de la concentración sérica de vitamina D alcanzó con el tiempo un nivel límite después de 6 meses en pacientes con niveles iniciales por debajo de 50 nml/L. Por el contrario, en los participantes con un nivel inicial de vitamina D por encima de 50 nmol/L fue necesaria una duración mayor (un promedio de 12 meses) para determinar un efecto adecuado de la suplementación. Se produjeron au- mentos mayores de vitamina D en participantes con concentraciones iniciales de vitamina D menores. Los participantes de mayor edad mostraron una mejor respuesta a la ingesta de vitamina D, independiente- mente de su nivel inicial de vitamina D.
Los investigadores comentaron que si el objetivo del tratamiento es alcanzar los llamados niveles óptimos de vitamina D en suero (75 nmol/L como mínimo), son necesarias dosis diarias de suplementos de vitamina D mayores a 800 UI. Solo sobre la base de las medidas de densidad ósea y la prevención de caídas y fracturas en la población anciana, se ha sugerido que la cantidad beneficiosa se sitúa probablemente entre 800 y
1000 UI al día (2). Se ha demostrado que el origen genético puede desempeñar un papel con respecto a la respuesta a la ingesta de vitamina D a través de la suplementación o de la dieta, por ejemplo polimorfismos del gen del receptor de vitamina D, proteína de enlace de la vitamina D, u otros determinantes genéticos de niveles séricos de vitamina D (3, 4). Mientras que varios estudios han sugerido que el mayor efecto de la suplementación con vitamina D podría ser contribuir a una menor prevalencia de la deficiencia de vitamina D en las poblaciones ancianas, los nuevos hallazgos indican que otros factores relacionados con la edad po- drían también tener una función.