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  • OPINIÓN EXPERTA
  • 2012

Envejecimiento saludable

Publicado

15 abril 2012

“El envejecimiento está asociado con un deterioro progresivo de las funciones físicas con o sin merma de las capacidades mentales. El proceso de envejecimiento es intrínsecamente complejo y está causado por diversos mecanismos causales. La inestabilidad genómica, el acortamiento de los telómeros, la disfunción mitocondrial y la inflamación son todos mecanismos característicos del envejecimiento. Los cambios relacionados con la edad en la composición corporal incluyen un aumento relativo del tejido adiposo y una disminución gradual de la masa muscular. Sin embargo, no todos envejecemos igual, y el término edad biológica se utiliza de forma general para indicar cómo envejece alguien en cuanto al grado de deterioro de sus funciones físicas y de su capacidad para satisfacer las necesidades fisiológicas. El envejecimiento está determinado por complejas interacciones entre factores biológicos, ambientales, socioeconómicos y culturales, algunos de los cuales escapan al control de los individuos. Varios de los factores que contribuyen a este proceso, como una mala alimenta-ción, la falta de actividad física, el tabaco y características psicosociales como el estrés, pueden modificarse. Estos factores están relacionados con el desarrollo de enfermedades crónicas que, a su vez, están asociadas con debilidad física y mental y podrían abordarse de manera individual a lo largo de la vida.

Se considera que alguien envejece de manera saludable cuando no padece ninguna enfermedad crónica invalidante ni trastornos frecuentes de la edad madura, cuando tiene la capacidad de estar contento o disfrutar de la vida y cuando es capaz de realizar las actividades físicas, mentales y sociales deseadas sin ningún tipo de limitaciones. Por lo tanto, un envejecimiento saludable se mide en gran parte por una calidad de vida relacionada con una buena salud. Envejecer de modo saludable está encaminado a una comprensión real de la morbilidad en la edad madura. El objetivo ideal sería, por consiguiente, conservar la indepen-dencia física y la reserva biológica y disfrutar de bienestar psicosocial hasta una edad avanzada. Muchos hábitos de vida sanos no solo están asociados con una mejor salud física y mental (indicadores de envejecimiento biológico), sino también con una mayor longevidad, un menor riesgo de padecer enfermedades crónicas y con más años de vida ajustados a la calidad. Aunque el envejecimiento no es la única causa de enfermedad crónica, la edad avanzada guarda una estrecha relación con muchas enfermedades de este tipo, como la artritis, la enfermedad cardiovascular y la demencia. Dado que las enfermedades crónicas están asociadas con un declive de la función física y una mala calidad de vida, las medidas destinadas a prevenir estas enfermedades son importantes pasos básicos para envejecer de manera más saludable. Los estudios epidemiológicos prospectivos han demostrado que existe relación entre unos hábitos de salud positivos y una disminución de la mortalidad por todas las causas y de enfermedad cardiovascular, una esperanza de vida más larga y una mayor salud y bienestar en la vejez (1, 2).

Teniendo en cuenta que ciertas enfermedades crónicas como la diabetes, la enfermedad cardiovascular, el cáncer, la osteoporosis y la obesidad tienen que ver con factores alimentarios, es aconsejable llevar una dieta equilibrada. A pesar de que la mayoría de las personas puede seguir una dieta equilibrada, las encuestas realizadas entre la población del Reino Unido ponen de manifiesto que las recomendaciones de consumo de alimentos y nutrientes no se cumplen en gran medida en el caso de las frutas y verduras, el pescado azul, las carnes rojas y procesadas, los azúcares, la grasa saturada, la fibra, la sal, el alcohol y algunas vitaminas y minerales; solo se cumplen las recomendaciones para el porcentaje total de ingesta de grasas y energía. De ahí que todavía sea necesario alentar a la gente a llevar una dieta sana y equilibrada. Las actuales recomendaciones dietéticas británicas, estadounidenses e internacionales para una alimentación sana y equilibrada reflejan los conocimientos actuales y la opinión consensuada. Estas directrices pueden observarse siguiendo la rueda alimentaria (eatwell plate) (3) y consumiendo diferentes tipos de alimentos en cantidades adecuadas. Por ejemplo, las personas que no comen pescado o aceites de pescado deberían consumir fuentes vegetales ricas en el ácido graso poliinsaturado omega-3, ácido alfa-linolénico, cuya principal utilidad es la de convertirse en los ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga ácido EPA y DHA (ácido eicosapentaenoico y ácido docosahexaenoico).

Algunos grupos de población, entre los que se incluyen aquellos que no pueden comer una gama completa de alimentos, pueden necesitar suplementos vitamínicos. Por ejemplo, se estima que un 15% de las personas en el Reino Unido tienen unas concentraciones séricas bajas de 25-hidroxi vitamina D y el 80% presenta unos niveles que se consideran insuficientes (4). Unos niveles adecuados de vitamina D son esenciales para una buena salud ósea, y unas concentraciones bajas de 25-hidroxivitamina D se han asociado con osteoporosis, caídas en adultos y, más recientemente, con tasas más elevadas de otras enfermedades crónicas. Las fuentes dietéticas de vitamina D se limitan esencialmente a productos de origen animal como el aceite de pescado y las margarinas enriquecidas. Pese a que la exposición al sol es la principal fuente de vitamina D, muchos adultos la evitan al estar asociada con un aumento del riesgo de cáncer de piel. En el Reino Unido, la producción efectiva de vitamina D en la piel tiene lugar entre los meses de mayo y septiembre. Los suplementos de vitamina D podrían ser necesarios cuando ni la dieta ni la exposición al sol son suficientes.

Puesto que la tasa metabólica basal disminuye con los años incluso en personas físicamente activas, es importante mantener un equilibrio entre el consumo y el gasto de energía a lo largo de toda la vida, sobre todo porque el potencial de la actividad física para fomentar la pérdida de peso se reduce con la edad. Además, se necesita una cantidad considerable de actividad física para lograr perder peso, independien-temente del consumo energético. No está claro cuál es el índice de masa corporal ideal para los adultos mayores, especialmente para las personas de edad más avanzada. Si bien se sabe que un bajo peso en la edad madura está asociado con una mala salud, la relación con el sobrepeso y la obesidad en la vejez no están tan claras. Tomando como base la evidencia disponible, la actividad física y una dieta sana parecen ser necesarias para envejecer de manera más saludable.

Se puede decir que comenzamos a envejecer desde que nacemos, aunque lo hacemos más rápido a partir de los 30 años. Muchas enfermedades crónicas son asintomáticas en sus primeras etapas, y las bases biológicas del deterioro funcional puede que tengan su origen antes de la vejez. Por consiguiente, siguiendo la máxima de que nunca es demasiado pronto para empezar, resulta prudente reducir al mínimo los factores de riesgo a lo largo de toda nuestra vida. Como se demuestra en estudios poblacionales prospectivos a gran escala, seguir un estilo de vida saludable en la mediana edad reduce el riesgo de mortalidad y eventos cardiovasculares (1), lo que sugiere que nunca es demasiado tarde para empezar”.

Basado en: Myint P. K. and Welch A. A. Healthier aging. BMJ. 2012; 344:e1214.

REFERENCIAS

  1. Khaw K. T. et al. Combined impact of health behaviours and mortality in men and women: the EPIC-Norfolk prospective population study. PLoS Med. 2008; 5:e12.
  2. Myint P. K. et al. Combined effect of health behaviours and risk of first-ever stroke in 20,040 men and women over 11 years’ follow-up in the European Prospective Investigation into Cancer (EPIC)-Norfolk prospective population study. BMJ. 2009; 338:b349.
  3. NHS Choices. A balanced diet. UK eatwell plate. www.nhs.uk/Livewell/Goodfood/Pages/Healthyeating.aspx
  4. Prescott-Clarke P. and Primatesta P. Health survey for England 1996: findings: a survey carried out on behalf of the Department of Health. Stationery Office, 1998. (series HS; No 6; vol 1.)

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