El consumo de al menos tres veces por semana de pescado graso rico en ácidos grasos omega-3 o la ingesta de suplementos de aceite de pescado pueden reducir el riesgo de desarrollar un coágulo sanguíneo en una vena, sugiere un estudio noruego.
El estudio observacional registró el consumo semanal de pescado durante las comidas y la ingesta de suplementos de aceite de pescado de 23 621 personas de entre 25 y 97 años, además de documentar los incidentes de tromboembolia venosa (TEV) durante 15 años (1). Los resultados del estudio mostraron que los participantes que consumieron pescado con mucha frecuencia (3 o más veces a la semana) tenían un
22 % menos de riesgo de desarrollar una TEV que aquellos que consumieron pescado de 1 a 1,9 veces a la semana. El uso adicional de suplementos de pescado reforzó este efecto. Los participantes que consumieron pescado al menos 3 veces a la semana y que además tomaron suplementos de aceite de pescado tenían un riesgo de contraer TEV un 48 % menor que aquellos que consumieron pescado de 1 a 1,9 veces por semana pero no tomaron suplementos de aceite de pescado.
Los investigadores comentaron que estudios experimentales han indicado que el efecto preventivo de los ácidos grasos omega-3 en pescados grasos y suplementos de aceite de pescado sobre las enfermedades cardiovasculares, documentado en varios estudios, podría deberse a las propiedades antiarrítmicas, anti- trombóticas y de reducción del colesterol LDL de los ácidos grasos esenciales (2). El efecto antitrombótico
de los ácidos grasos omega-3, sin embargo, podría verse reducido por un consumo elevado de grasas saturadas. Estudios de cohortes anteriores sobre la relación potencial entre el consumo de pescado o suple- mentos de aceite de pescado y el riesgo de TEV han mostrado resultados contradictorios. Los investigadores añadieron que los siguientes factores podrían contribuir a resultados divergentes: en general, el consumo semanal poco frecuente de pescado durante las comidas, la no supervisión de la suplementación adicional de ácidos grasos omega-3 y la falta de validez de la información sobre consumo de pescado administrada por los propios participantes.