“Entre 2008 y 2050 se espera que, tanto en EE. UU. como en Europa, se duplique el número de personas mayores de 65 años y se triplique el de personas de más de 85 (1, 2). Como consecuencia de esto, la cifra de pacientes con enfermedades crónicas relacionadas con la edad, como la osteoporosis, aumentará notablemente. Cerca del 75% de fracturas de cadera y de otro tipo ocurren a partir de los 65 años (3), y en 2050 se espera que la incidencia mundial de fracturas de cadera se incremente un 240% entre las mujeres y un 310% entre los hombres (4). Las consecuencias de las fracturas de cadera son graves: el 50% de las personas mayores presentan discapacidad funcional permanente, hasta un 30% requiere atención domiciliaria a largo plazo y entre un 10% y un 20% fallecen en el plazo de un año (5-8). Además de la carga personal, las fracturas de cadera representan considerables costes sanitarios (9) que se estima sean más del doble entre 1990 y 2020 (8).
Actualmente existen evidencias sólidas de que una suplementación adecuada con vitamina D podría reducir aproximadamente un 20% de las caídas y fracturas, incluyendo las de cadera, en todos los subgrupos de la población mayor (10, 11). Basándose en esta evidencia, la Fundación Internacional de Osteoporosis (IFO por sus siglas en inglés) recomienda 800 UI de vitamina D para todas las personas de más de 60 años en su declaración sobre la vitamina D en 2010. También en 2010, el Instituto de Medicina (IOM por sus siglas en inglés) (12) identificó los suplementos de vitamina D como un medio estratégico para mejorar la salud ósea en todas las edades, recomendando 600 UI de vitamina D al día para niños y adultos hasta los 69 años y 800 UI al día a partir de los 70 años. Por otra parte, la evaluación de 2011 de la Agency for Healthcare Research and Quality (AHRQ) para el U.S. Preventive Services Task Force (13), la Guía de Práctica Clínica 2010 de la Sociedad Americana de Geriatría/Sociedad Británica de Geriatría (14) y la estimación de 2010 de la IOF (15) consideraron que la vitamina D supondría una intervención eficaz para prevenir las caídas en adultos mayores.
Una peculiaridad única de la vitamina D es su efecto beneficioso sobre los músculos y los huesos. Igualmente, la prevención de caídas es crucial para evitar de manera eficaz las fracturas a una edad avanzada. Según los datos de ensayos doble ciego aleatorizados controlados, la prevención de caídas y fracturas mejora aumentando los niveles de 25(OH)D, siendo necesarios al menos 60 nmol/l para la prevención de caídas (11) y 75 nmol/l para reducir el riesgo de fracturas de cadera y otras fracturas no vertebrales (10, 16). De acuerdo con esto, y según lo establecido en la Audiencia sobre la Vitamina D 2010 del Parlamento Europeo, es motivo de preocupación que en la actualidad menos del 50% de la población adulta europea alcance los 50 nmol/l de 25(OH)D y menos de un 30% llegue al umbral de 75 nmol/l para la prevención de fracturas (17).
Los más vulnerables a tener unos niveles bajos de 25(OH)D son los adultos mayores, ya que su piel es menos capaz de producir vitamina D con la exposición al sol. Además, las personas mayores tienden a evitar la exposición directa al sol e, independientemente de la edad, en Europa no se recibe suficiente luz solar para producir vitamina D entre los meses de noviembre a abril. A esto hay que añadir que son pocas las fuentes alimenticias naturales de vitamina D, limitadas en gran parte a los pescados grasos.
Habida cuenta de su potencial como suplemento para reducir las fracturas y caídas, deben ponerse en práctica estrategias de salud pública que aborden la carga de la osteoporosis en una población europea cada vez más vieja. La gran cantidad de datos que respaldan los beneficios de la vitamina D sobre la salud general hace que este hecho cobre aún más importancia.”
Bruselas, Bélgica marzo de 2011