Según una nueva revisión, los esfuerzos institucionales por aumentar el consumo de fruta y verdura en el mundo desarrollado han registrado escasos resultados, claramente insuficientes para modificar los hábitos alimenticios a largo plazo.
La revisión analizaba los resultados de las intervenciones diseñadas para aumentar el consumo de frutas y verduras en los países desarrollados (1). Según este análisis, durante la última década, en un esfuerzo por incrementar el consumo, algunos países, incluidos EE. UU., Australia, Canadá y varias naciones de la UE, han desplegado campañas informativas y educativas multimillonarias. Sin embargo, el consumo medio actual de fruta y verdura en estos países sigue siendo muy inferior a la ingesta que recomienda la Organización Mundial de la Salud, de 400 g por persona al día. En EE. UU., por ejemplo, solo entre el 6 y el 8 % de los consumidores alcanza la ingesta diaria recomendada de verduras y frutas, y el ciudadano medio consume solo 1,8 tazas al día. En Europa, el consumo medio es de apenas 220 g por persona al día en adultos. Y solo el 5,6 % de adultos australianos registra un consumo diario adecuado de frutas y hortalizas.
En EE. UU. se ha observado un pequeño éxito entre los niños menores de 6 años y entre los de 6 a 12 años, con un aumento de la ingesta del 7 y el 5 %, respectivamente. En Dinamarca, el consumo de verduras y frutas en el grupo de 4 a 10 años ha crecido un 29 y un 58 %, respectivamente. En EE. UU., Reino Unido e Italia se ha logrado un incremento de entre el 60 y el 200 % en los niños de educación primaria con una serie de DVD sobre las aventuras de jóvenes héroes. La serie, intensiva y de larga duración, alentaba la participación activa de todos los miembros de la familia y tenía un carácter interactivo en lugar de mera-mente promocional.
El éxito de las campañas fue mayor cuando, a la hora de desplegar y administrar las intervenciones, se dio un índice elevado de colaboración entre la industria (los productores), los distribuidores, el gobierno y los organismos semipúblicos, como las fundaciones y asociaciones del corazón o contra el cáncer. Dado que limitarse a aconsejar a los consumidores que coman más fruta y verdura no parece fomentar un cambio generalizado de conducta a largo plazo, los investigadores concluyeron que se precisan estrategias más sutiles y proactivas para favorecer un cambio sostenible. Una propuesta concreta consiste en que los establecimientos de alimentación, como cafeterías y cadenas de comida rápida, incluyan automáticamente fruta y verdura como guarnición en sus platos, y que el consumidor tenga que solicitar su sustitución si así lo desea.