Según una nueva investigación realizada en Suecia, los ácidos grasos omega-3 pueden traspasar la barrera hematoencefálica en personas con Alzheimer y ejercer un efecto positivo en los marcadores de la enfermedad y la inflamación.
En el ensayo aleatorizado controlado se midieron las concentraciones de ácido docosahexaenoico (DHA) y ácido eicosapentaenoico (EPA) así como los marcadores en el líquido que rodea el cerebro de 33 pacientes con Alzheimer en una fase inicial que recibieron diariamente un suplemento con omega-3 (1,72 g de DHA y 0,6 g de EPA) o placebo durante seis meses (1). Los resultados del estudio mostraron que los participantes con suplementos tenían mayores concentraciones de DHA y EPA en el líquido cefalorraquídeo y en la sangre, mientras que no se observaron cambios en el grupo del placebo. Además, los niveles altos de DHA se rela- cionaron directamente con una progresión más baja del Alzheimer y unas menores concentraciones de marcadores de la inflamación en el líquido cefalorraquídeo.
Los investigadores comentaron que estudios previos ya señalaron que un mayor consumo de ácidos grasos omega-3 podría proteger contra el Alzheimer. Los nuevos hallazgos sugieren que los ácidos grasos omega-3 en los suplementos dietéticos pueden traspasar la barrera hematoencefálica y se pueden usar en el trata- miento del Alzheimer para detener la pérdida de memoria. Los ácidos grasos omega-3 y otros ácidos grasos esenciales poliinstaruados se acumulan en el sistema nervioso central (SNC) durante le gestación. Se ha dado por supuesto que estos ácidos se renuevan una y otra vez a lo largo de la vida, pero se sabe poco sobre cómo ocurre y si los cambios en la dieta pueden afectar al transporte de los ácidos grasos a través de la barrera hematoencefálica.
Algunas enfermedades pueden afectar al perfil de ácidos grasos del SNC. En pacientes con Alzheimer, por ejemplo, investigadores anteriores han observado concentraciones por debajo de las normales de DHA (2). Unos niveles en sangre de DHA o de ácidos grasos omega-3 se han relacionado con un menor riesgo de pérdida cognitiva en un envejecimiento normal (3) y un menor riesgo de desarrollar demencia (4). Las investigaciones se han interesado durante mucho tiempo en la relación entre la enfermedad de Alzheimer y la inflamación, pero los intentos de tratar la enfermedad usando medicamentos antiinflamatorios no han conseguido producir mejoras en la función de la memoria.