Según dos estudios recientes realizados en EE. UU. y Canadá, la deficiencia de vitamina D es común entre los pacientes ingresados en la unidad de cuidados intensivos pediátricos (UCIP) y se relaciona con enfermedades graves.
Según el primer estudio, dirigido por Kate Madden, médica del Children’s Hospital Boston, el 40,1% de los pacientes menores de 21 años ingresados en la unidad de cuidados intensivos médico-quirúrgicos pediátricos presentaba niveles insuficientes de 25-hidroxivitamina D (25(OH)D). Según los investigadores, los niveles descendentes de 25(OH)D se relacionaron de forma significativa con el agravamiento de las enfermedades y el aumento del uso de vasopresores (compuestos que provocan la constricción de los vasos sanguíneos).
Los científicos de Boston analizaron los datos de 511 pacientes (con una edad promedio de 5,3 años) ingresados en la UCIP a lo largo de un año. El nivel promedio de 25(OH)D en suero en el momento del ingreso era de 22,5 ng/mL y se consideraron deficientes los niveles de 20 ng/mL. La gravedad de las enfermedades se evaluó usando la escala de riesgo de mortalidad pediátrica III (PRISM III, por sus siglas en inglés). Según Madden y sus colegas, los hallazgos se podrían deber al papel de la vitamina D en la función inmune innata y en la inflamación, su papel en la homeostasis del calcio, o podrían estar influidos por los cambios y la dilución de los fluidos.
En otro estudio en el que se usaron los datos de seis UCIP de Canadá, dirigido por James McNally, médico doctorado del Children’s Hospital of Eastern Ontario en Ottawa, se identificó deficiencia de vitamina D en el 69% de los pacientes menores de 18 años y esta deficiencia se relacionó con el agravamiento de las enfermedades.
El equipo de McNally, que extrajo resultados similares a los extraídos en el estudio de Boston, analizó datos de 326 niños y adolescentes (edad promedio de 3,7 años). Su investigación consistió en un análisis secundario de los datos y de las muestras biológicas del Adrenal Insuf?ciency in Pediatric Critical Illness Study (AIP). Por otro lado, la deficiencia de vitamina D se relacionó de forma independiente con un aumento de 1,92 días de la estancia en la UCIP. También se observó que las puntuaciones más altas en la escala PRISM III en el momento del ingreso se relacionaban con niveles bajos de vitamina D, con un aumento del 8% de la posibilidad de sufrir deficiencia de vitamina D por cada punto más en la escala PRISM.
Estos hallazgos son coherentes con investigaciones anteriores sobre adultos con enfermedades graves. Por otro lado, ambos grupos de investigación han pedido más estudios para poder probar que la suplementación intensiva con vitamina D en etapas tempranas de enfermedades graves pueda mejorar los resultados clínicos. Otros científicos han comentado que como mínimo estos resultados deberían dar lugar a que se hagan esfuerzos globales para garantizar que los niños reciben al menos la cantidad diaria recomendada de vitamina D (400 UI/día para los bebés, 600 UI/día para los niños de más de 1 año). Además opinan que se debería hacer más para estudiar la mejor manera de evaluar y tratar los niveles bajos de 25(OH)D en suero en la UCIP.