En 2013, un estudio de Brasky et al. sugirió que la ingesta de ácidos grasos omega-3 de origen marino podía estar relacionada con el riesgo de desarrollar cáncer de próstata. Un nuevo y exhaustivo metaanálisis llevado a cabo por Alexander et al., en el que se incluyeron autoinformes de consumo de alimentos y estudios de biomarcadores, no constata una asociación entre el consumo de ácidos grasos omega-3 de origen marino y el cáncer de próstata.
En Estados Unidos, el cáncer de próstata es la forma más común de cáncer entre los hombres. A pesar de que se desconocen las causas exactas, se ha observado una asociación de la enfermedad con factores como la edad, los antecedentes familiares y la ascendencia afrocaribeña. Se cree que la obesidad, la falta de ejercicio y el tabaco también son factores que aumentan el riesgo, si bien aún no se ha determinado hasta qué punto. Un informe del World Cancer Research Fund (2) realizado en 2007 señaló que todavía no se ha demostrado que los factores de la dieta constituyan un riesgo para el desarrollo del cáncer de próstata.
En su estudio de 2013, Brasky et al. utilizaron un modelo de metaanálisis de efectos fijos para examinar estudios prospectivos tanto de casos y controles como de casos y cohortes anidados, en el que se llegó a la conclusión de que había importantes asociaciones positivas entre la ingesta de EPA y DHA y el cáncer de próstata. Contrariamente a otros resultados, el consumo de grasas trans demostró tener un efecto protector en este modelo. El uso de un modelo estadístico más exhaustivo como es el modelo de efectos aleatorios posiblemente proporcione un resultado diferente, ya que supone una variación tanto entre estudios como dentro de los estudios individuales.
El metaanálisis de Alexander et al. 2015 recogió los datos de los dos estudios de Brasky anteriormente mencionados e incluyó 12 autoinformes de consumo de alimentos y 9 estudios de biomarcadores con un total de 446 243 y 14 897 participantes, respectivamente. Pese a utilizar el mismo modelo estadístico que Brasky, no se halló una asociación entre la ingesta de ácidos grasos omega-3 y el riesgo de cáncer de próstata. De hecho, las tendencias apuntan a un efecto protector, aunque no llegan a ser significativas.
Desde un punto de vista de plausibilidad biológica, sería lógico que los ácidos grasos omega-3 de origen marino inhibieran el cáncer de próstata, ya que se sabe que tienen propiedades antiinflamatorias, proapoptóticas y antiproliferativas sobre las células del cáncer de próstata. Por el contrario, las grasas trans han demostrado tener un fuerte efecto proinflamatorio.