Los defectos del tubo neural (NTD por sus siglas en inglés) causan defectos de nacimiento devastadores y a veces mortales que tienen lugar entre el día 21 y 27 tras la concepción, un periodo en el que muchas mujeres no saben que están embarazadas (5).
Los resultados de ensayos aleatorizados controlados han demostrado reducciones de 60–100% en los casos de NTD cuando las mujeres consumían suplementos de vitamina B9 (ácido fólico) además de una dieta variada en torno a un mes antes y un mes después de la concepción (6, 7, 8).
Los resultados de estos y otros estudios dieron lugar a que muchas autoridades sanitarias recomendaran que todas las mujeres que podían quedar embarazadas consumieran 400 microgramos (mcg) de ácido fólico al día para prevenir NTD. La recomendación se hizo a todas las mujeres en edad de procrear puesto que durante el embarazo todos los días debe haber disponible una cantidad adecuada de ácido fólico y porque muchos embarazos no están planificados.
Un estatus adecuado de vitamina B9 (folato) también podría prevenir la incidencia de otros tipos de defectos de nacimiento, como ciertos defectos cardiacos y malformaciones de las extremidades. Sin embargo, el apoyo de estos hallazgos no es tan sistemático o claro como el de la prevención de NTD (9).
Además, se ha asociado un nivel bajo de folato dietético durante el embarazo con un mayor riesgo de parto prematuro, bajo peso de los bebés al nacer, mayor incidencia de abortos y complicaciones durante el embarazo, como preeclampsia o un desprendimiento prematuro de la placenta (10).
Por ello es razonable mantener la suplementación con ácido fólico durante el embarazo, incluso tras el cierre del tubo neural, para disminuir el riesgo de otros problemas durante el mismo.
La homocisteína y las enfermedades cardiovasculares
Los resultados de más de 80 estudios indican que un nivel incluso moderadamente elevado de homocisteína en la sangre aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares (4): Un análisis de estudios observacionales sobre la homocisteína en la sangre y las enfermedades vasculares indicó que una reducción prolongada del nivel de homocisteína en el plasma de sólo 1 micromol/litro resulta en una reducción del riesgo de aproximadamente un 10% (11).
La mayoría de las investigaciones indican que un nivel de homocisteína en el plasma inferior a 10 micromoles/litro está asociado con un menor riesgo de enfermedades cardiovasculares y es una meta razonable en el tratamiento de personas con un alto riesgo (12). No obstante, aún no está claro si un descenso del nivel de homocisteína reduciría el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
La vitamin B9 y la homocisteína
Las dietas ricas en vitamina B9 (folato) han sido asociadas con un menor riesgo de enfermedades cardiovasculares: Un estudio que hizo un seguimiento de 1.980 hombres finlandeses durante diez años halló que aquellos que consumían más folato dietético corría un riesgo 55% menor de un episodio coronario grave (p. ej., ‘infarto de miocardio’) en comparación con aquellos que consumía la menor cantidad de folato en la dieta (13).
Se ha hallado que un aumento de la ingesta de vitamina B9 (folato), a través de alimentos ricos en folato o suplementos, disminuye el nivel de homocisteína: Un meta-análisis de 25 ensayos aleatorizados controlados halló que la suplementación con 0,8 mg de ácido fólico diarios como máximo reducía las concentraciones de homocisteína en el plasma. En este análisis se asociaron dosis diarias de 0,2 mg y 0,4 mg de ácido fólico con una reducción del 60 y 90% respectivamente de la homocisteína en el plasma (14).
Se ha observado que el ácido fólico tiene el mayor efecto en la reducción del nivel basal de homocisteína en la sangre cuando no hay una deficiencia coexistente de vitamina B12 o vitamina B6.
Aunque se ha hallado que una mayor ingesta de vitamina B9 reduce el nivel de homocisteína, actualmente no está claro si una mayor ingesta de ácido fólico resulta en un menor riesgo de enfermedades cardiovasculares. No obstante, un análisis de los datos del estudio aleatorizado controlado HOPE 2 (Heart Outcomes Prevention Evaluation), en el que participaron 5.522 adultos con enfermedades cardiovasculares conocidas, mostró que una combinación de 2,5 mg de ácido fólico, 50 mg de vitamina B6 y 1 mg de vitamina B12 diarios durante cinco años disminuye la homocisteína y reduce el riesgo global de derrames cerebrales, pero no su gravedad ni las discapacidades ocasionadas (15).
Un meta-análisis de 12 ensayos aleatorizados controlados, que incluían datos de 16.958 personas que ya padecían enfermedades cardiovasculares o renales, halló que una suplementación con ácido fólico (solo o en combinación con vitamina B6 y B12) no tenía ningún efecto en las enfermedades coronarias, derrames cerebrales o mortalidad por todo tipo de causas a pesar de las reducciones del 13 al 52% de la homocisteína en el plasma (16).
Un meta-análisis más reciente de ocho estudios de intervención con 16.841 personas halló que la suplementación con ácido fólico (solo o en combinación con vitamina B6 y B12) reducía en un 18% el riesgo de sufrir un derrame cerebral. Se comprobó un mayor efecto beneficioso, una reducción de la concentración de homocisteína de más de un 20%, en aquellos ensayos en los que el tratamiento duraba más de 36 meses y los participantes no presentaban un historial de derrames cerebrales (17).
Algunos motivos de la diversidad de resultados son:
Ensayos clínicos adicionales deberían proporcionar una respuesta más definitiva acerca de si la vitamina B9 (ácido fólico) es beneficiosa para la prevención o tratamiento de enfermedades cardiacas o derrames cerebrales.
Puesto que se piensa que el cáncer surge de daños en el ADN que superan la reparación continua del ADN o una expresión genética inapropiada, una ingesta de vitamina B9 (folate) podría afectar positivamente a la reparación del ADN y la expresión genética (2).
Mientras que los resultados de muchos estudios no son coherentes, otros son más prometedores. En general, el papel del folato en una posible prevención del cáncer proporciona un ejemplo de la complejidad de las interacciones entre la genética y la nutrición.
Cáncer colorrectal
Un meta-análisis de siete estudios de cohortes y nueve de casos y controles hallaron que la vitamina B9 (folate) procedente de alimentos aumenta el riesgo de cáncer colorrectal; sin embargo, no se asoció el folato total de los alimentos y los suplementos de ácido fólico con el riesgo de cáncer colorrectal (18). Dado que los datos reunidos son muy heterogéneos, los autores afirmaron que la fibra dietética u otras vitaminas podrían haber confundido sus resultados.
Estudios observacionales han hallado que una ingesta relativamente baja de folato y un consumo elevado de alcohol, el cual interfiere en la absorción y el metabolismo del folato (5), están asociados con una mayor incidencia de cáncer colorrectal (19, 20). Según un estudio prospectivo de más de 45.000 profesionales de la salud varones, el consumo de más de dos bebidas alcohólicas al día dobla el riesgo de cáncer de colon. La combinación de una ingesta alta de alcohol y baja de folato ocasionaba un riesgo aún mayor de cáncer de colon; no obstante, en las personas que consumían 650 microgramos (mcg) o más de folato al día, no se asoció una mayor ingesta de alcohol con un aumento del riesgo de cáncer de colon (21).
Mientras que la vitamina B9 (folato) dietética podría proteger contra el cáncer de colon, altas dosis de ácido fólico suplementario podrían de hecho acelerar el crecimiento tumoral en pacientes con cáncer: Un ensayo con pacientes con un historial de adenoma colorrectal asoció la suplementación de 1 mg/día de ácido fólico (más del doble del ADR) con una tendencia estadística a lesiones colorrectales avanzadas, así como con un aumento significativo (más del doble) del riesgo de una presencia de tres o más adenomas colorrectales(22). En este estudio, la suplementación con ácido fólico también se asoció con un mayor riesgo de cánceres en otras partes, sobre todo de próstata.
Dado que los estudios observacionales con humanos sobre la relación entre altas dosis de folato y el cáncer han dado resultados diversos, es necesario seguir investigando para determinar el papel de altas dosis de folato en la progresión del cáncer.
Cáncer de mama
Estudios para investigar si la ingesta de vitamina B9 (folato) afecta al riesgo de cáncer de mama han dado resultados diversos (23).
Los resultados de dos estudios prospectivos sugieren que una mayor ingesta de folato podría reducir el riesgo de cáncer de mama en mujeres que consumen alcohol con regularidad (24, 25, 26); en varios estudios se ha asociado el consumo moderado de alcohol con un mayor riesgo de cáncer de mama en las mujeres.
Resulta interesante que un estudio prospectivo muy extenso realizado con 88.000 enfermeras concluyera que la ingesta de ácido fólico no está asociada al cáncer de mama en mujeres que consumen menos de una bebida alcohólica al día. Sin embargo, en mujeres que consumían al menos una bebida alcohólica al día, la ingesta de por lo menos 600 microgramos (mcg) de vitamina B9 (ácido fólico) al día resultó en aproximadamente la mitad de riesgo de desarrollar cáncer de mama, en comparación con mujeres que consumían menos de 300 mcg de ácido fólico al día (26).
El papel de la vitamina B9 (folato) en la síntesis del ácido nucleico y en las reacciones de metilación (Véase Funciones para la salud) es esencial para el funcionamiento normal del cerebro. Varios investigadores han descrito asociaciones entre un nivel reducido de folato y la deficiencia cognitiva en las personas mayores(27).
Un amplio estudio transversal en ancianos canadienses halló que aquellos con un nivel bajo de folato en suero eran más propensos a sufrir demencia, ser internados en instituciones y estar deprimidos. Sin embargo, estos hallazgos podrían reflejar el pobre estatus nutricional de las personas mayores internadas en instituciones o con demencia. Un estudio de 30 monjas mayores, que vivían en el mismo convento, comían la misma dieta y tenían estilos de vida similares, indicó una fuerte asociación entre un menor nivel de folato en la sangre y la gravedad de la atrofia cerebral relacionada con la enfermedad de Alzheimer (28).
Estudios más recientes han aportado resultados enfrentados en cuanto a si el estatus de folato tiene un impacto en el riesgo de padecer Alzheimer (29, 30, 31).
Se han asociado niveles ligeramente elevados de homocisteína, así como un nivel reducido de vitamina B9 (folato) y vitamina B12 con la enfermedad de Alzheimer y con la demencia vascular: Un estudio con 370 personas mayores, a las que se siguió durante tres años, asoció un nivel bajo de vitamina B12 (por debajo de 150 picomoles (pmol)/L) o vitamina B9 (por debajo de 10 nanomoles (nmol)/L) en suero con una duplicación del riesgo de desarrollar Alzheimer (32). En una muestra de 1.092 personas sin demencia a las que se siguió durante una media de diez años, aquellos que partían con mayores niveles de homocisteína en el plasma (más de 14 micromoles/litro) corrían un riesgo significativamente mayor (doble) de desarrollar Alzheimer y otros tipos de demencia (33).