Según una nueva investigación realizada en EE. UU., un mayor consumo de ácidos grasos omega-3 parece estar relacionado con una reducción significativa del riesgo de desarrollar síntomas de depresión en las mujeres.
El estudio observacional calculó el consumo de ácidos grasos omega-6 y omega-3 y evaluó los síntomas de depresión, comunicados por los propios participantes, de 1746 adultos de entre 30 y 65 años de edad (1). Los resultados del estudio mostraron que, aunque se observó un consumo adecuado del ácido graso omega-6 ácido linoleico (LA) en un porcentaje de entre el 43% y el 59% de hombres y mujeres, solo una cifra con-siderablemente menor de participantes -entre un 5,2% y un 17,2%- hacía un consumo adecuado de los ácidos grasos omega-3 ácido eicosapentaenoico (EPA) y ácido docosahexaenoico (DHA). La prevalencia de síntomas de depresión destacables fue del 18,1% entre los hombres y del 25,6% entre las mujeres. Sin embargo, las mujeres con el consumo más alto de ácidos grasos omega-3 presentaron una reducción sig-nificativa del 49% del riesgo de desarrollar síntomas de depresión destacables.
Los investigadores comentaron que estos hallazgos respaldan la hipótesis del efecto protector de los ácidos grasos omega-3 contra los síntomas de la depresión, en especial entre las mujeres (2). Según los científicos, aunque no se puede descartar la causalidad inversa, es muy probable que las concentraciones reducidas de ácidos grasos omega-3 contribuyan a los síntomas de la depresión y no al revés. Sin embargo, son neces-arios estudios que utilicen el consumo de ácidos grasos omega-3 como suplementos además de su consumo en dieta para verificar la relación causa-efecto. En cuanto a los posibles mecanismos bioquímicos de esta relación, los investigadores creen que los ácidos grasos omega-3 podrían influir de forma positiva en los síntomas de la depresión al afectar al sistema de neurotransmisión serotoninérgica, contribuir a la form-ación de compuestos antiinflamatorios (mientras que se cree que los ácidos grasos omega-6 contribuyen a la formación de eicosanoides proinflamatorios) o influir en el metabolismo dañado de fosfolípidos y en la trans-ducción de señal relacionada con los ácidos grasos.