La deficiencia de micronutriente en niños y en mujeres embarazadas constituye una causa importante de morbimortalidad. La situación afecta cerca de un tercio de la población mundial y se ha relacionado principalmente con la carencia de hierro, yodo y vitamina A. Sin embargo, desde finales de la década pasada, otros nutrientes críticos se evidencian en el campo de la salud pública, incluyendo la vitamina D, zinc y ácido fólico [1].
Durante el embarazo y la lactancia, las mujeres tienen necesidades de micronutrientes aumentadas para asegurar la buena nutrición del bebé durante los Primeros 1.000 Días. En general, el estado carencial en niños conduce a un retraso del crecimiento, menor desarrollo mental y físico, y aumento de la mortalidad. Entre los adultos, las mayores consecuencias son letargia, disminución de la capacidad física y reproductiva, deterioro de la función cognitiva y debilidad inmunológica. Aun cuando las deficiencias sean marginales, ellas perjudican el máximo desarrollo del potencial humano [1,2].
Con el objetivo de determinar la prevalencia de la deficiencia de micronutrientes en Argentina, un grupo de especialistas del Departamento de Investigación en Nutrición de la Universidad Maimónides realizó una revisión de literaturas publicadas entre los años 2005 y 2017 [3]. La Primera Encuesta Nacional de Nutrición y Salud (ENNyS) fue considerada la investigación más relevante hasta la fecha en términos de representatividad de la población y de datos particularmente relevante acerca del estado nutricional y condiciones relativas de la salud materno-infantil, tanto regional como provincial [4]. El estudio de la Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo (ACUMAR), realizado en la provincia de Buenos Aires en 2012, y otras investigaciones de diversas regiones a lo largo del país, también fueron consideradas para la realización del informe [5].
Las deficiencias de micronutrientes son un impedimento para el desarrollo social y económico de las comunidades y de las naciones. Por otro lado, las medidas de intervención dirigidas al control y prevención de deficiencias nutricionales pueden reducir la morbilidad y la mortalidad, promover el desarrollo físico, neurológico e intelectual de las personas, y acelerar dicho desarrollo económico y social de los países.
Las soluciones posibles para la deficiencia de micronutrientes incluyen enfoques basados en los alimentos: la diversificación de la dieta, la fortificación de los alimentos comerciales y la biofortificación (en la que los cultivos alimentarios crecen con mayor contenido de micronutrientes). Estas medidas basadas en los alimentos requerirán esfuerzos a largo plazo, sostenidos y coordinados entre todos los sectores, para generar un impacto significativo y sustentable.
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