OPINIÓN EXPERTA
La desnutrición en el mundo desarrollado
1 abril 2012
Consejo Europeo de Información sobre la Alimentación, Bruselas, Bélgica
20 octubre 2011
Información sobre nutrición de Hohenheim, Instituto de Química Biológica y
Nutrición, Universidad de Hohenheim, Alemania
“En 2009, Kyong Park y colegas publicaron un estudio realizado con más de 40.000 mujeres del Iowa Womens Health Study, a las que durante un periodo de 19 años se les solicitó información por medio de cuestionarios sobre su consumo de suplementos de vitaminas y minerales (1).La conclusión a la que llegaron fue que el uso de suplementos dietéticos tenía un efecto muy positivo en las personas mayores, ya que de este modo se podía compensar el escaso aporte de nutrientes posiblemente derivado de una menor ingesta de alimentos en la vejez. Por eso resulta sorprendente que, en una reciente reevaluación de los datos de los participantes, los mismos autores lleguen a unos resultados tan inesperados.
En este nuevo estudio (2), los autores concluyen que las mujeres mayores que toman suplementos dietéticos presentan un mayor riesgo de mortalidad. En su opinión, esto se aplica especialmente en el caso de los suplementos de hierro y los compuestos multivitamínicos y minerales. Al mismo tiempo, los autores aprecian un menor riesgo de mortalidad en las mujeres que consumieron calcio. El estudio comenzó en 1986, extendiéndose a lo largo de un periodo de 22 años, y en él participaron 38.772 mujeres con una media de edad de 61,5 años, de las cuales 24.329 utilizaron algún suplemento dietético –sin especificar las dosis exactas o las razones (preventivas, terapéuticas)– y 14.443 no utilizaron ninguno. Hasta la fecha estipulada, el 31 de diciembre de 2008, fallecieron en total 15.594 (40,2 %).
Según los autores, el consumo de preparados de multivitamas y minerales en mujeres mayores aumentó la mortalidad un 2,4%, los suplementos dietéticos con cobre elevaron la mortalidad un 18% y la suplementación con calcio la redujo un 3,8%. En el caso de los demás suplementos, incluido el hierro, no se observaron diferencias estadísticamente significativas.
¿Cómo se explica el aumento de mortalidad observado o descrito?
En general, de este estudio no se desprenden datos científicos exactos que permitan respaldar su conclusión de que la ingesta de suplementos dietéticos acorta la vida.
Tomando como referencia otros estudios también mencionados por los autores, se pone de manifiesto que el consumo de compuestos multivitamínicos/minerales y de distintos suplementos dietéticos por parte de personas mayores (especialmente la vitamina D) mejora la calidad de vida, si bien apenas influye en la mortalidad. En este contexto, es preciso cuestionar hasta qué punto este estudio, impulsado por una motivación difícil de explicar, expresa una afirmación que, precisamente para las personas mayores a las que se diagnostica un alto porcentaje de malnutrición, resulta de escasa ayuda y ofrece información equívoca.
Lo mismo se aplica a un comentario (3) en el que se explica que ciertos antioxidantes, como los que se encuentran en los suplementos dietéticos, aumentan la mortalidad. Como evidencia, se citan tres estudios que han hecho esta misma sugerencia, si bien solo con un consumo a largo plazo de preparados en dosis altas (diez veces o más la dosis diaria recomendada). El autor del comentario señala también que el uso de suplementos de vitaminas y minerales no es recomendable para la población que presenta un consumo suficiente de micronutrientes. Este hecho está científicamente consensuado. No obstante, a la vista del colectivo recogido en el actual estudio, se puede suponer, basándonos en numerosos datos, que la menor cantidad de alimentos ingeridos por parte de las personas mayores no es suficiente para satisfacer los requerimientos de micronutrientes.
Cabe declarar, por tanto, que los resultados del presente estudio (2) no son plausibles y aportan poco al debate sobre los problemas de malnutrición, ya que la afirmación lapidaria de que los suplementos dietéticos son peligrosos resulta de escasa ayuda y confunde considerablemente a aquellas personas que pudieran verse afectadas. Haciendo una reflexión crítica, solo queda la desagradable sensación de que, tanto los autores como la revista que ha aceptado la publicación de este trabajo, han pretendido valerse de un mensaje negativo para exagerar la importancia del estudio“.
Hohenheim, octubre de 2011
1 abril 2012
Consejo Europeo de Información sobre la Alimentación, Bruselas, Bélgica
5 junio 2013
Según una nueva revisión realizada en Estados Unidos, la ingesta regular de aceite de pescado con ácidos grasos omega-3 aumenta las cantidades de una hormona asociada con un menor riesgo de diabetes y enfermedad cardiaca.
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