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  • OPINIÓN EXPERTA
  • 2011

Los suplementos dietéticos y la mortalidad en mujeres mayores: Opinión sobre una publicación científica

Publicado

20 octubre 2011

Información sobre nutrición de Hohenheim, Instituto de Química Biológica y
Nutrición, Universidad de Hohenheim, Alemania


“En 2009, Kyong Park y colegas publicaron un estudio realizado con más de 40.000 mujeres del Iowa Womens Health Study, a las que durante un periodo de 19 años se les solicitó información por medio de cuestionarios sobre su consumo de suplementos de vitaminas y minerales (1).La conclusión a la que llegaron fue que el uso de suplementos dietéticos tenía un efecto muy positivo en las personas mayores, ya que de este modo se podía compensar el escaso aporte de nutrientes posiblemente derivado de una menor ingesta de alimentos en la vejez. Por eso resulta sorprendente que, en una reciente reevaluación de los datos de los participantes, los mismos autores lleguen a unos resultados tan inesperados.


En este nuevo estudio (2), los autores concluyen que las mujeres mayores que toman suplementos dietéticos presentan un mayor riesgo de mortalidad. En su opinión, esto se aplica especialmente en el caso de los suplementos de hierro y los compuestos multivitamínicos y minerales. Al mismo tiempo, los autores aprecian un menor riesgo de mortalidad en las mujeres que consumieron calcio. El estudio comenzó en 1986, extendiéndose a lo largo de un periodo de 22 años, y en él participaron 38.772 mujeres con una media de edad de 61,5 años, de las cuales 24.329 utilizaron algún suplemento dietético –sin especificar las dosis exactas o las razones (preventivas, terapéuticas)– y 14.443 no utilizaron ninguno. Hasta la fecha estipulada, el 31 de diciembre de 2008, fallecieron en total 15.594 (40,2 %).

Según los autores, el consumo de preparados de multivitamas y minerales en mujeres mayores aumentó la mortalidad un 2,4%, los suplementos dietéticos con cobre elevaron la mortalidad un 18% y la suplementación con calcio la redujo un 3,8%. En el caso de los demás suplementos, incluido el hierro, no se observaron diferencias estadísticamente significativas.

¿Cómo se explica el aumento de mortalidad observado o descrito?

  • En el estudio se solicitó información sobre el uso de suplementos dietéticos en 1986, en 1997 y, finalmente, en 2004. Los autores reconocen que el cuestionario empleado para tal fin no estaba validado. Sin duda, este hecho no obedece a las prácticas científicas utilizadas para la recogida de este tipo de datos.
  • La encuesta no recoge la duración de la ingesta ni tampoco los posibles cambios de preparados, e igualmente omite los motivos para el consumo de suplementos. Esto último bien podría haber ocurrido en el contexto de una enfermedad que hubiera contribuido de forma decisiva a acortar los años de vida. Los suplementos de hierro, por ejemplo, se prescriben para el tratamiento de una deficiencia de este mineral en el caso de que se haya detectado una anemia. La anemia suele ser una consecuencia o efecto secundario de una enfermedad que puede estar relacionada de forma natural con un mayor índice de mortalidad.
  • Tampoco está claro si las mujeres que en 1986 admitieron tomar suplementos dietéticos, los siguieron utilizando también en 1997 y 2004, modificaron su situación desde entonces o bien dejaron de consumirlos. Lo mismo se aplica, a la inversa, en el caso de las mujeres que en 1986 afirmaron no tomar ningún suplemento. Los autores sostienen que un importante fallo del estudio se debe al escaso número de respuestas a la encuesta realizada en 1986 y a la encuesta de seguimiento. Con ello se sugiere la posibilidad de que la falta de respuesta a los cuestionarios represente por sí misma una evaluación selectiva.
  • Los autores observaron además que las mujeres que al principio del estudio dijeron haber tomado vitaminas del grupo B, así como vitaminas CD y E y calcio, presentaron un riesgo significativamente menor de mortalidad que aquéllas que no utilizaron ningún suplemento dietético. El cobre, por su parte, estaría asociado con un mayor riesgo de mortalidad. Cuando se “filtraron” estos datos, relacionándolos con diversos factores del estilo de vida como el tabaquismo, el consumo de alcohol, etc., desapareció el bajo riesgo de mortalidad y solo permaneció como resultado significativo el caso del calcio.
  • Todo ello pone de manifiesto que la naturaleza de los ajustes aplicados puede influir arbitrariamente en el resultado. La mejor prueba de ello nos la proporcionan los autores: dependiendo de los factores considerados, el riesgo de mortalidad para cada uno de los suplementos puede aumentar o disminuir en última instancia. Las mujeres que tomaron vitaminas del complejo B, así como vitaminas C, E y D y calcio, el riesgo de mortalidad fue en un principio significativamente menor. Después de ajustar los datos, la significancia estadística solo se mantuvo en el caso del calcio. Únicamente se constató un aumento de la mortalidad tras realizar un nuevo ajuste.

En general, de este estudio no se desprenden datos científicos exactos que permitan respaldar su conclusión de que la ingesta de suplementos dietéticos acorta la vida.

Tomando como referencia otros estudios también mencionados por los autores, se pone de manifiesto que el consumo de compuestos multivitamínicos/minerales y de distintos suplementos dietéticos por parte de personas mayores (especialmente la vitamina D) mejora la calidad de vida, si bien apenas influye en la mortalidad. En este contexto, es preciso cuestionar hasta qué punto este estudio, impulsado por una motivación difícil de explicar, expresa una afirmación que, precisamente para las personas mayores a las que se diagnostica un alto porcentaje de malnutrición, resulta de escasa ayuda y ofrece información equívoca.

Lo mismo se aplica a un comentario (3) en el que se explica que ciertos antioxidantes, como los que se encuentran en los suplementos dietéticos, aumentan la mortalidad. Como evidencia, se citan tres estudios que han hecho esta misma sugerencia, si bien solo con un consumo a largo plazo de preparados en dosis altas (diez veces o más la dosis diaria recomendada). El autor del comentario señala también que el uso de suplementos de vitaminas y minerales no es recomendable para la población que presenta un consumo suficiente de micronutrientes. Este hecho está científicamente consensuado. No obstante, a la vista del colectivo recogido en el actual estudio, se puede suponer, basándonos en numerosos datos, que la menor cantidad de alimentos ingeridos por parte de las personas mayores no es suficiente para satisfacer los requerimientos de micronutrientes.

Cabe declarar, por tanto, que los resultados del presente estudio (2) no son plausibles y aportan poco al debate sobre los problemas de malnutrición, ya que la afirmación lapidaria de que los suplementos dietéticos son peligrosos resulta de escasa ayuda y confunde considerablemente a aquellas personas que pudieran verse afectadas. Haciendo una reflexión crítica, solo queda la desagradable sensación de que, tanto los autores como la revista que ha aceptado la publicación de este trabajo, han pretendido valerse de un mensaje negativo para exagerar la importancia del estudio“.

Hohenheim, octubre de 2011

REFERENCIAS

  1. Park K. et al. Trends in dietary supplement use in a cohort of postmenopausal women from Iowa. Am J Epidemiol. 2009; 169:887–892.
  2. Mursu J. et al. Dietary supplements and mortality rate in older women – The Iowa Women’s Health Study. Arch Intern Med. 2011; 171(18):1625–1633.
  3. Bjelakovic G. and Gluud C. Vitamin and mineral supplement use in relation to all-cause mortality in the Iowa Women’s Health Study: Comment on “Dietary supplements and mortality rate in older women”. Arch Intern Med. 2011; 171(18):1633–1634.

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