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  • OPINIÓN EXPERTA
  • 2009

Qué vitaminas son útiles y cuáles no

Publicado

1 mayo 2009

“Todos los micronutrientes presenta un efecto específico en el organismo humano. Estos efectos son complejos, dependiendo a veces de la dosis y pudiendo variar de un tipo de tejido u órgano a otro. No tenemos conocimiento de todas las configuraciones. La interacción con otras sustancias complica la situación aún más. La función de un micronutriente sólo se hace evidente cuando el déficit de un micronutriente durante un cierto tiempo desencadena un estado de deficiencia. A la inversa, un estado de deficiencia puede indicar la necesidad de aumentar el aporte de ciertos nutrientes para equilibrar el déficit.

Ni siquiera hoy en día resulta fácil determinar la falta de micronutrientes: Mientras que algunas enfermedades evidentes y conocidas debidas a deficiencias, como el escorbuto por falta de vitamina C, han desaparecido casi completamente en los países industrializados, sólo un tercio de los micronutrientes que se conocen actualmente están asociados a enfermedades carenciales con síntomas típicos que puedan ser detectados por un médico experimentado. La mayoría de las demás enfermedades no presenta síntomas característicos asociados a ellas. Pero una carencia o déficit no descubierto podría causar inicialmente daños imperceptibles que podrían ser la base de una enfermedad grave que se manifieste años más tarde. En el caso de los antioxidantes como la vitamina C, la vitamina E y el betacaroteno, existen bastantes evidencias que indican que una dieta inadecuada o unas necesidades elevadas pueden provocar a menudo aterosclerosis, cáncer, accidente cerebrovascular y otras enfermedades.

No obstante, es un error pensar que basta con suplementar el micronutriente en cuestión para reducir el riesgo de enfermedad. La mejor medida preventiva es seguir una dieta variada y equilibrada que contenga muchas de las sustancias importantes para el organismo. Nótese él uso que se hace aquí del término ‘preventiva’. Según los estudios epidemiológicos, una dieta rica en vitaminas puede prevenir enfermedades, pero no es suficiente para curarlas o mejorar siquiera de forma significativa su curso.

Esta confusión se ve también alimentada por análisis estadísticos de numerosos estudios divergentes: Tales ‘ meta-análisis ’ llegan con frecuencia a la conclusión de que la administración de vitaminas es inútil, por no decir perjudicial (p. ej., acorta la vida). Lamentablemente, estas publicaciones o este tipo de conclusiones han demostrado tener poca base metodológica, puesto que no se diferencia entre prevención primaria y prevención secundaria en los estudios individuales. De esta forma, se mezclan las posibles propiedades preventivas de las vitaminas en personas sanas y los efectos potencialmente terapéuticos en personas enfermas, llevando con ello a una tergiversación de los resultados. Cuando se distingue entre prevención primaria y secundaria, los resultados son muy diferentes: Los antioxidantes no acortan la vida ni de las personas sanas ni de las enfermas, incluso en dosis elevadas.

Esto mismo se aplica al siguiente caso: Los preparados de multivitamina no pueden compensar las consecuencias de llevar unos hábitos de vida poco saludables que han contribuido a la enfermedad ni reemplazar los numerosos efectos de una alimentación sana. Por otra parte, los micronutrientes ingeridos en forma de complementos alimenticios sólo tienen efecto cuando compensan por una carencia ya existente anteriormente. Este déficit puede estar causado por una dieta inadecuada, aunque también puede ser el resultado de una necesidad elevada o de condiciones genéticas previas que afecten al metabolismo. Por lo tanto, no se puede determinar con seguridad la cantidad que cada individuo necesita. Como regla general, en el caso de una administración a largo plazo la cantidad no debe exceder tres veces la recomendada por las organizaciones de expertos, incluso si se toleran dosis altas a corto plazo.

La cuestión sigue siendo si el déficit de micronutrientes en los países desarrollados es poco frecuente. Y la respuesta es no. En los últimos años se han identificado varios grupos de riesgo. Un caso destacado es el recientemente publicado estudio Nationale Verzehrsstudie II sobre el consumo de alimentos en Alemania, en el que se muestran estadísticas preocupantes. Así, la ingesta de vitamina Dcalcio y vitamina B9 (ácido fólico) no alcanzó las recomendaciones en casi el 100% de la población, y en el caso de la vitamina E, se llegó al 50%. Entretanto, la lista de grupos de riesgo incluye a la mayoría de la población, desde los grupos de mayores y socialmente marginados hasta las mujeres embarazadas, los pacientes de cáncer, las personas obesas y que hacen dieta, los trabajadores, los atletas de élite y los vegetarianos. Un examen más de cerca de las estadísticas revela desgraciadamente que una alimentación equilibrada es un hábito básico poco frecuente”.

(Véase también Principios – La complejidad de la investigación sobre micronutrientes)

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