TEMA DEL MES
Un nuevo estudio revela que la estructura lipídica de las fuentes de EPA y DHA no influye en su incorporación a los lípidos sanguíneos en adultos sanos
28 septiembre 2016
1 agosto 2014
Irene Cetin, Profesora de Obstetricia y Ginecología, Hospital Luigi Sacco, Universidad de Milán, Italia
«El índice de masa corporal (IMC) y la ganancia de peso gestacional (GPG) de la madre representan los principales factores determinantes de la adaptación ener- gética y el aumento gradual de las necesidades de energía durante la gestación. Una GPG tanto alta como baja se ha asociado con unos resultados adversos del embarazo incluso en mujeres con un IMC normal antes del mismo. La GPG de las mujeres obesas durante el embarazo con frecuencia excede los límites recomendados debido a una dieta poco equilibrada y a la falta de actividad física diaria. La malnutrición, resultado de los desequilibrios de macronutrientes y micronutrientes antes y durante la gestación, puede afectar negativamente tanto a la madre como al feto, derivando en bajo peso al nacer (BPN) o en retraso del crecimiento intrauterino (RCIU).Una dieta materna inadecuada puede afectar el desarrollo fetal directa- mente, al alterar la disponibilidad de nutrientes en la placenta, e indirectamente, influyendo en el sistema endocrino del feto y la modulación epigenética de la expresión génica. Los resultados de los estudios revelan que la mayoría de las mujeres no siguen una dieta adecuada durante el embarazo y no consumen suficien- tes micronutrientes, especialmente hierro, ácidos grasos omega-3, ácido fólico, calcio y vitamina D.
Cada etapa del desarrollo fetal no solo está influida por el aporte adecuado de nutrientes por parte de la madre, sino que depende de él. El momento en el que se producen las carencias nutricionales determina el modo en que estas influyen sobre la salud en la edad adulta, ya que es entonces cuando se programa la fisiopatología postnatal. El periodo desde la fecundación hasta la implantación es especialmente importante para el crecimiento y el desarrollo del feto. Estudios recientes han corroborado la asociación existente entre ciertas carencias dietéticas y unos resultados neonatales adversos. En concreto, los casos de bebés con mayor peso al nacer, menor riesgo de parto prematuro y preeclampsia, se han asociado con una ingesta más elevada de calcio durante el embarazo, un micronutriente que en la actualidad se recomienda a las mujeres embarazadas y en periodo de lactancia (1). Un estudio reciente ha demostrado una reducción significativa del número de bebés pequeños para la edad gestacional (PEG) en las mujeres que consumen multivitaminas, siendo la asociación más marcada en aquellas que las tomaron regularmente a partir de las 12 semanas durante el periodo periconcepcional (2). Las investigaciones se centran actualmente en el au- mento de masa grasa fetal en relación a una serie de factores nutricionales de la madre que van desde la obesidad hasta la ingesta de micronutrientes.
Los macronutrientes y los micronutrientes en la dieta maternal son reguladores directos de la estabilidad del ADN y la adaptación fenotípica, ya que influyen en la disponibilidad de donantes de metilo y los mecanismos que promueven la estabilidad del ADN. Curiosamente, el metabolismo de los aminoácidos (glicina, histidina, metionina y serina) y de las vitaminas (B6, B12 y ácido fólico) desempeña un papel fundamental en el sumi- nistro de donantes de metilo para el ADN y la metilación de proteínas, lo que resalta la importancia del dese- quilibrio de nutrientes en estos procesos. Las alteraciones del crecimiento placentario también pueden deri- varse de cambios en la utilización de la energía; hemos demostrado que el contenido de ADN mitocondrial, que representa la cantidad de mitocondrias en la célula, se ve alterado en las placentas humanas con RCIU y en la sangre materna. Este hecho puede dar lugar a cambios en la oxigenación placentaria y, en conse- cuencia, contribuir a la hipoxia crónica característica del RCIU. Las mitocondrias están reguladas por una serie de factores, entre los cuales la restricción calórica o el hierro podrían desempeñar un papel importante. Por otra parte, los niveles de hierro son más bajos en bebés pequeños para su edad gestacional. Ya ante- riormente comentamos que los transportadores placentarios de hierro se reducen notablemente en los em- barazos con RCIU. Nuestro objetivo es estudiar la posible relación entre el hierro, la función mitocondrial y la respiración placentaria.
La mezcla de nutrientes que llega finalmente al feto a través de la circulación umbilical es el resultado de la dieta y el metabolismo maternos, así como de la circulación de la placenta y las propiedades de intercambio. Además, la propia placenta tiene una elevada utilización de nutrientes, debiendo suministrarse principal- mente glucosa, aminoácidos y lípidos. Estos requieren transportadores específicos situados en las vellosida- des terminales. La disminución del transporte placentario de aminoácidos se ha asociado específicamente con un crecimiento intrauterino retardado. Sin embargo, los micronutrientes también son necesarios para el feto, pese a que se sabe muy poco sobre los posibles efectos de su deficiencia en el mismo. La anemia de la madre (debida, por ejemplo, a un déficit de hierro) se ha asociado con un mayor riesgo de trastornos neuro- lógicos en sus hijos. La carencia de hierro representa la deficiencia nutricional más frecuente en todo el mundo. Este déficit de hierro y la consiguiente anemia por deficiencia de hierro se da con una alta prevalen- cia en las mujeres en edad fértil, así como en las mujeres embarazadas y durante el postparto. Las necesi- dades de hierro aumentan significativamente en un 100 % durante la gestación. El hierro absorbido se emplea para aumentar la masa eritrocitaria de la madre, para cubrir las necesidades de hierro del feto y de la placenta y para compensar la pérdida de hierro durante el alumbramiento, debida, por ejemplo, a la pérdida de sangre. La deficiencia de hierro constituye un auténtico problema en los países en desarrollo, aunque también es muy común en los países desarrollados».
Basado en: Cetin I. Maternal nutrition in pregnancy: role in fetal development. Presentation at The Power of Programming 2014 – EarlyNutrition Conference in Munich, Germany. March 2014.
28 septiembre 2016
Investigadores de EE. UU. sugieren, basándose en experimentos con animales, que la vitamina E en dieta en sus formas gamma-tocoferol y delta-tocoferol podría ser beneficiosa en el tratamiento e incluso en la prevención del riesgo de algunos tipos de cáncer. Los expertos criticaron que los modelos animales no reflejan con exactitud el metabolismo humano y que el desarrollo del cáncer depende de muchos factores.
14 abril 2014
Según un nuevo estudio realizado en el Reino Unido, el consumo diario de siete o más porciones de frutas y verduras ricas en vitaminas y carotenoides reduce en todo momento el riesgo de mortalidad en un 42 % en comparación con un consumo inferior a una porción.