Según informa un nuevo estudio realizado en Australia, el aumento de los niveles sanguíneos de ácidos grasos omega-3 por el consumo de aceite de pescado parece ser más efectivo en las mujeres y con una suplementación concurrente de vitaminas y minerales.
En el ensayo aleatorizado controlado se midieron las concentraciones de ácidos grasos omega-3 y omega-6 en los glóbulos rojos de 160 adultos sanos, de entre 50 y 70 años de edad, que recibieron diariamente durante 16 semanas 6 g de aceite de pescado (480 mg de EPA y 480 mg de DHA), 6 g de aceite de pescado junto con un suplemento de vitaminas, 3 g de aceite de pescado (240 mg de EPA y 240 mg de DHA) junto con un suplemento de vitaminas, o un placebo (1). Los resultados mostraron que el tratamiento con 6 g de aceite de pescado elevó las concentraciones sanguíneas de ácido eicosapentaenoico (EPA) en comparación con la ingesta de 3 g, mientras que el consumo de ácido docosahexaenoico (DHA) no afectó la composición de los glóbulos rojos. Comparados con el grupo de placebo, la proporción de ácidos grasos omega-3 (EPA y DHA) y omega-6 (ácido araquidónico, AA) y los niveles totales de omega-3 (EPA y DHA) solo aumentaron entre el grupo de participantes que recibieron la combinación de 6 g de aceite de pescado y el suplemento vitamínico. El análisis por sexo reveló una mayor incorporación de EPA en las mujeres con todos los trata- mientos, mientras que en los hombres el aumento de EPA solo fue significativo con la combinación de vita- minas y 6 g de aceite de pescado. Se observaron bastantes diferencias individuales en la incorporación de EPA y DHA en los glóbulos rojos. El sexo influyó en una gran parte de estas diferencias, con un mayor por- centaje de mujeres que mostraron un aumento de los niveles de omega-3 en sangre tras la ingesta de aceite de pescado.
De acuerdo con los investigadores, varios estudios recientes sugieren que los hombres y las mujeres res- ponden de manera diferente ante la suplementación con ácidos grasos omega-3 en distintos parámetros de salud (2, 3). Por lo tanto, es posible que difieran en la capacidad de incorporar omega-3 en los eritrocitos. Algunos hombres incorporan cantidades relativamente bajas de estos ácidos en los glóbulos rojos pese a seguir las recomendaciones de consumo, añadieron los científicos. Por otra parte, ciertas vitaminas y mine- rales pueden ayudar a la incorporación de omega-3 en los glóbulos rojos: como cofactores, las vitaminas (por ejemplo, las vitaminas B) y los minerales parecen influir en la biosíntesis de los ácidos grasos omega-3 alterando los niveles sanguíneos (4). Además, unos niveles bajos de vitaminas antioxidantes podrían incre- mentar el riesgo de daño oxidativo (peroxidación) de los lípidos. Puesto que la vitamina E (alfa-tocoferol) es vital para prevenir la oxidación de los ácidos grasos poliinsaturados (PUFA) en las membranas celulares, se ha calculado que la ingesta de alfa-tocoferol necesaria para proteger los PUFA es de entre 12 y 14 mg al día (5). Al preservar la integridad y la estabilidad de las membranas celulares e intracelulares, la vitamina E desempeña una función importante en la estabilidad de los eritrocitos y la conductividad de los nervios cent- rales y periféricos (6).