Vitamina D
En comparación con las otras vitaminas liposolubles, el organismo requiere cantidades considerablemente más bajas de vitamina D. Además de la propia producción de vitamina D3, inducida en la piel por los rayos solares (radiación UVB), la vitamina D que necesita el organismo puede ser obtenida a través de los alimentos, suplementos alimenticios y alimentos enriquecidos. La cantidad de vitamina que es necesario consumir depende de la propia capacidad de síntesis, la cual a su vez es influenciada por el tiempo de exposición de la piel a la radiación solar, el periodo estacional (intensidad de la radiación UV, prendas de vestir), la ubicación geográfica, la pigmentación de la piel y el uso de protectores solares. La activación de las vitaminas D3 y D2 se lleva a cabo primero mediante su transformación a la forma de reserva 25-hidro-xivitamina D (25[OH] D o calcidiol), cuya concentración en el plasma sanguíneo se toma como medida de la situación de consumo, y posteriormente mediante su conversión a 1,25-dihidroxivitamina D (1,25 di[OH] D o calcitriol), la forma hormonal activa. Una parte de la vitamina D es almacenada en el tejido adiposo, de donde es nuevamente liberada al caer los niveles sanguíneos. La vida media de la 25-hidroxivitamina D es de 3 a 6 semanas, razón por la cual los niveles sanguíneos más estables se alcanzan mediante un consumo diario, semanal o mensual. El calcitriol regula la absorción del calcio en el intestino y su concentración en sangre. La vitamina D es indispensable para la formación de huesos fuertes, influencia el tono muscular y es intermediaria en otros muchos procesos metabólicos en el organismo. Su almacenamiento tiene lugar principalmente en los tejidos adiposo y muscular. Sus cantidades se expresan en unidades internacionales ( UI) o microgramos: 1 microgramo corresponde a 40 UI es decir que 0,025 microgramos corresponden a
1 UI.
Ya que la producción de vitamina D en la piel disminuye tan pronto como la concentración sanguínea de la forma activa alcanza niveles suficientemente altos, no existe la posibilidad de que, solamente a través de la exposición al sol, se produzcan concentraciones excesivamente altas potencialmente nocivas para la salud (29). Si, por el contrario, durante largos periodos de tiempo se consumen grandes cantidades de vitamina D, esto teóricamente puede causar una excesiva absorción de calcio en el intestino, una mayor liberación de éste del hueso y puede conducir con ello a una elevación de la concentración de calcio en sangre (hiper-calcemia) con depósitos minerales en los músculos, el corazón y los riñones (30). Se calcula que en la mayoría de adultos (dependiendo del peso corporal) la cantidad de vitamina D que puede producir estos efectos es de aproximadamente 50.000 UI (1,25 mg) al día (31). En los ensayos clínicos a largo plazo realizados en los últimos 10 años, no se han observado indicios de hipercalcemia en los participantes que han tomado dosis diarias de 10.000 UI (250 microgramos). De esto se exceptúan los pacientes con hipercalcemia idiopática, en quienes dicha dosis de vitamina D puede empeorar el estado clínico (32). En niños, se han observado efectos colaterales para dosis diarias entre 2000 y 4000 UI (50-100 microgramos) y en niños más pequeños se han observado estos efectos para dosis de 1800 UI (45 microgramos) al día.
El Instituto de Medicina de los Estados Unidos (33) y la Comisión Científica de la Alimentación Humana de la Unión Europea (34) definieron la ingesta máxima tolerada (UL) de vitamina D en 4000 UI (100 microgramos) al día para adultos. Estas estimaciones se basaron principalmente en los resultados de dos estudios realiza-dos en hombres sanos jóvenes, quienes recibieron entre 234 y 275 microgramos de vitamina D3 al día, por un periodo de entre 8 semanas y 5 meses, y no desarrollaron hipercalcemia (35, 36).