Salud cardiovascular
El sistema cardiovascular se encarga de transportar alimentos, hormonas y oxígeno a las células y de recoger los productos de desecho y el dióxido de carbono. Los componentes del sistema son la sangre (formada por plasma y células), el corazón (una bomba muscular que impulsa la sangre) y los vasos sanguíneos (los "canales" que distribuyen la sangre a los tejidos). Las arterias son vasos gruesos y elásticos preparados para transportar la sangre rica en oxígeno desde el corazón al resto del cuerpo con una presión de bombeo relativamente alta. Controladas por el sistema nervioso, se dilatan y contraen para impulsar la sangre. Las venas devuelven la sangre desoxigenada al corazón y la transportan a los pulmones, donde se carga de oxígeno antes de regresar de nuevo al corazón. Las arterias y las venas discurren de forma paralela por el cuerpo conectadas mediante una compleja red de capilares. Los capilares son vasos sanguíneos de paredes muy delgadas. En ellos se produce el intercambio de gases, nutrientes y desechos entre la sangre y los tejidos circundantes.
Un corazón fuerte y sano es indispensable para gozar de una vida más larga. El corazón late un promedio de 70 veces por minuto y se contrae más de 3 mil millones de veces a lo largo de la vida. Para poder mantener el ritmo, este músculo necesita recibir continuamente sangre y oxígeno en abundancia. Si están sanos, los vasos sanguíneos son elásticos y flexibles y se acomodan a los cambios de flujo sanguíneo en situaciones de actividad física o estrés. Cuanto mejor sea el tono vascular, menos tendrá que trabajar el corazón para bombear la sangre. Teniendo en cuenta que todas las funciones del organismo dependen del buen funcionamiento del corazón y del sistema vascular, las enfermedades cardiovasculares pueden afectar a la salud en general. El término "enfermedad cardiovascular” se refiere generalmente a trastornos que implican un estrechamiento u obstrucción de los vasos sanguíneos y que pueden provocar un infarto (cuando el riego sanguíneo no llega a una parte del corazón), una angina de pecho (dolor torácico que aparece cuando el corazón no recibe suficiente sangre y oxígeno) o accidente cerebrovascular (en el que se interrumpe el flujo sanguíneo al cerebro).
Las enfermedades cardiovasculares constituyen la primera causa de muerte en todo el mundo, afectando por igual a hombres y mujeres (1) y ocasionando unos costes sanitarios de más de 500 mil millones de dólares (2). El principal mecanismo desencadenante es la aterosclerosis, una afección caracterizada por el engrosamiento de la pared arterial como consecuencia de la acumulación de materias grasas como el colesterol y de un proceso inflamatorio crónico en el revestimiento interno de las arterias (3). Esto hace que se formen múltiples placas y que éstas pierdan elasticidad (endurecimiento) y reduzcan su diámetro (estrechamiento), limitando e incluso bloqueando el riego sanguíneo a los órganos y a los tejidos.
Para cuando se detectan los problemas cardiovasculares, la aterosclerosis suele estar bastante avanzada después de décadas sin haber manifestado síntomas. De ahí que se insista especialmente en su prevención modificando los principales factores de riesgo: una dieta poco saludable, la falta de ejercicio físico y fumar (4). Una dieta nutritiva y equilibrada puede reducir significativamente las probabilidades de desarrollar enfermedades cardiovasculares y ayudar a controlar una enfermedad cardiaca ya existente. Incorporando en la dieta ciertos micronutrientes, podemos mejorar y mantener la salud del corazón.