Según un reciente estudio estadounidense, el consumo de ácidos grasos omega-3 parece reducir la inflamación y proteger de una nueva disminución de la función cardiaca entre pacientes que han sufrido un infarto reciente.
En el ensayo controlado aleatorizado, se administró a 374 pacientes que se estaban recuperando de un infarto un tratamiento estándar con una dosis diaria de 4 gramos de ácidos grasos omega-3 o un placebo (1). Se analizaron los análisis de sangre y los ecocardiogramas entre las dos y las cuatro semanas posteriores al infarto y seis meses después. Empleando resonancia magnética cardiaca, los investigadores pudieron ver los cambios en el corazón de los pacientes y observar el proceso de la enfermedad antes y después del tratamiento. Los resultados del estudio mostraron que aquellos que tomaron ácidos grasos omega-3 tenían un 39 % menos de probabilidades de deterioro de la función cardiaca en comparación con los que tomaron un placebo. Por otra parte, los principales marcadores de la inflamación sistémica también tendieron a ser mejores en los pacientes que consumieron aceite de pescado. Aquellos pacientes que tuvieron un aumento del 5 % de la cantidad de ácidos grasos omega-3 en la sangre fueron los que mostraron mejores posibilidades de mejorar la función cardiaca (una mejora del 10 % en la remodelación ventricular izquierda).
Los investigadores señalaron que los ácidos grasos omega-3 pueden tener efectos antiinflamatorios y además ayudan a una mejor recuperación del corazón. La ingesta de dosis más altas de ácidos grasos omega-3 no se asoció con ningún problema de seguridad. Los científicos añadieron que resulta poco probable que los pacientes puedan obtener la cantidad de ácidos grasos únicamente en la dieta: la dosis diaria de 4 gramos viene a ser equivalente a comer una porción grande de salmón (unos 227 gramos) todos los días durante seis meses. La American Heart Association recomienda el consumo de pescado rico en ácidos grasos omega-3 al menos dos veces por semana debido a sus posibles beneficios para el corazón. Sin embargo, la mayoría de los estadounidenses no siguen este consejo, mientras que las poblaciones japonesas con niveles más altos de ácidos grasos omega-3, y con un perfil de riesgo parecido al de los norteamericanos, presentan menos riesgo de infarto y muerte súbita cardiaca.