Consejo Europeo de Información sobre la Alimentación (EUFIC), Bruselas, Bélgica
«En general, se recomienda a la población reducir la ingesta de grasas saturadas y aumentar el consumo de grasas poliinsaturadas que contengan ácidos grasos omega-6 y omega-3 a fin de disminuir el riesgo de cardiopatías y accidentes cerebrovasculares. Recientemente, sin embargo, algunos investigadores y los medios de comunicación han cuestionado la acción protectora de los ácidos grasos omega-6, creando con ello confusión entre los consumidores. Los efectos negativos que se atribuyen a las dietas ricas en ácidos grasos omega-6 se basan principalmente en el supuesto de que mitigan los efectos beneficiosos de los ácidos grasos omega-3 y provocan un aumento de la inflamación en el organismo. La evidencia que respalda las afirmaciones de que los ácidos grasos pueden elevar el riesgo cardiovascular proviene en su mayoría de pequeños estudios de intervención en pacientes con una enfermedad cardiovascular (ECV) ya existente.
Dos estudios recientes realizados por investigadores de Estados Unidos y Australia (1), y de Estados Unidos, Irán y Singapur (2), proporcionan evidencias del efecto protector de los ácidos grasos omega-6 y, por lo tanto, corroboran las recomendaciones dietéticas actuales. El primer estudio (1) investigó las asociaciones de los ácidos grasos omega-6 y la mortalidad. En él se hizo un seguimiento de casi 2800 hombres y mujeres de edad avanzada sin ECV desde 1992 al 2000. Como medida objetiva de la ingesta, los investigadores utilizaron los niveles de ácido linoleico (LA) en plasma. Descubrieron que las personas con los niveles plasmáticos de LA más elevados (22,9 % del total de ácidos grasos) tenían un 13 % menos de riesgo de muerte en comparación con aquellos con los niveles más bajos (16,6 %). Al examinar las diferentes causas de defunción, aquellos con los niveles más altos presentaban un riesgo un 22 % menor de fallecer de ECV y un 58 % menor de fallecer por una enfermedad respiratoria. Un análisis más detallado mostró que quienes tenían los niveles más altos de LA y ácidos grasos omega-3 presentaban un 54 % menos de riesgo de muerte y un 64 % menos riesgo de fallecer por ECV que las personas con los niveles más bajos de ambos. De acuerdo con los investigadores, estos resultados no aportan evidencia de una interacción entre el LA y los ácidos grasos omega-3, pero sí confirman sus beneficios por separado.
Cuando examinaron otros ácidos grasos omega-6 en la sangre, como el ácido araquidónico (AA), los investigadores no observaron ninguna asociación con la mortalidad total o por ECV. El AA se produce a partir del LA y se ha asociado con un aumento de la inflamación. Esto ha sido utilizado por algunos investigadores como argumento para apoyar la teoría de que un consumo elevado de ácidos grasos omega-6 se asocia con la inflamación, lo que, a su vez, puede aumentar el riesgo de enfermedad cardiovascular. No obstante, según los investigadores de este estudio, la ausencia de una asociación entre los niveles plasmáticos de AA y el riesgo de mortalidad por ECV no parece respaldar esta hipótesis (1).
El segundo estudio (2) examinó la relación entre la ingesta dietética de LA y el riesgo de enfermedad coronaria (EC). Los investigadores llevaron a cabo una revisión sistemática de los estudios existentes y los metaanálisis de estudios prospectivos de cohortes para investigar esta relación. En ella se excluyeron los estudios de pacientes diagnosticados con EC. Los investigadores hallaron que un mayor consumo de LA reducía los riesgos asociados de eventos de cardiopatía coronaria y las muertes relacionadas con la EC, independientemente de otros factores dietéticos que incluyen los ácidos grasos omega 3. Las personas con el consumo más elevado de LA tenían un riesgo un 15 % menor de eventos coronarios y un 21% menor de muerte por EC en comparación con los que tenían el consumo más bajo. Los investigadores pudieron calcular a partir de los datos que cada incremento del 5 % de la energía procedente del LA, en sustitución del mismo aporte calórico procedente de los ácidos grasos saturados, estaba asociado con una reducción de un 9 % en el riesgo de eventos de cardiopatía coronaria y de un 13 % de las muertes por enfermedad coronaria. Cuando se sustituyó la ingesta de carbohidratos, el mismo aumento de LA se asoció con un riesgo un 13 % menor tanto de eventos cardiovasculares como de muerte por EC.
En términos generales, estos hallazgos recientes confirman las recomendaciones actuales para aumentar el consumo de ácidos grasos poliinsaturados del tipo omega-6 y omega-3. La preocupación de que un aumento de la ingesta de ácidos grasos omega-6 eleve el riesgo o la mortalidad por enfermedades cardiovasculares no está respaldada por estos estudios».
Basadoen: The European Food Information Council. Omega-6 fatty acids associated with lower risks of heart disease and death. Published online February 2015.