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  • OPINIÓN EXPERTA
  • 2013

Métodos defectuosos en los estudios sobre vitaminas

Publicado

1 febrero 2013

“Cuando Linus Pauling postuló que las megadosis de vitamina C podrían ayudar a impedir la metástasis del cáncer, muchos investigadores se dedicaron a estudiar el uso de micronutrientes en la prevención de enfermedades crónicas. Desde entonces, numerosos estudios observacionales han apuntado a un posible efecto protector de los nutrientes antioxidantes (sobre todo las vitaminas C y E y el betacaroteno) frente a las enfermedades cardiovasculares y el cáncer. Los antioxidantes han demostrado tener un efecto preventivo, especialmente en los primeros estadios de la ateroscle-rosis y la carcinogénesis. El aumento de su ingesta podría beneficiar a las personas que presentan carencias (sujetos con bajas concentraciones de antioxidantes en sangre) o a aquellas que requieren un aporte mayor. Gracias a experimentos en modelos animales y cultivos celulares, ha sido posible estudiar las consecuencias de una protección deficiente contra el efecto destructivo y perjudicial de las especies reactivas del oxígeno. Esto permitió explicar los resultados de los estudios epidemiológicos: Al parecer, la síntesis de enzimas antioxidantes en el organismo no es suficiente en algunos casos para poder generar una protección a largo plazo frente al efecto oxidativo de los radicales.

Más decepcionantes aún son los resultados de los estudios controlados aleatorizados destinados a prevenir los efectos del estrés oxidativo por medio del uso de suplementos de antioxidantes, y con los que tendría que haber disminuido la incidencia de enfermedades cardiovasculares y de cáncer. Sin embargo, no fue así; prácticamente en ningún estudio se observaron diferencias entre los grupos de placebo y los sujetos trata-dos, y tan solo se pudieron apreciar beneficios en grupos aislados. Para explicar la aparente discrepancia entre los estudios observacionales y de intervención, es necesario examinar si las conclusiones de estos se han tenido en cuenta en la elaboración y el diseño de los estudios controlados aleatorizados. De los estudios observacionales se desprende que un aporte insuficiente de antioxidantes y los correspondientes niveles bajos en sangre (que son indicio de una ingesta inadecuada) guardan correlación con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares y de cáncer. Los análisis de los niveles sanguíneos de participantes en los grupos de placebo de los estudios de intervención más grandes demuestran que los sujetos tenían un aporte nutricional adecuado en casi todos los estudios (1). Las excepciones fueron el estudio Linxian (2), en el que la población estudiada presentaba claras deficiencias y se benefició del aumento de la dosis de antioxidan-tes, y el estudio sobre los portadores de una variante genética cuyas necesidades de vitamina E son mayo-res debido a este poliformismo (3).

Dado que en casi ningún estudio se dividió aleatoriamente a los participantes según sus niveles de vitami-nas, la única pregunta que pueden responder es si la ingesta suplementaria de altas dosis farmacológicas cuando ya existe un aporte adecuado reporta algún beneficio para la salud. Los resultados de los estudios dejan patente que esto no es aplicable a la población en general. Por otra parte, se buscaron sobre todo sujetos que ya tenían algún problema de salud y a los que la intervención ayudara a evitar una nueva recaída. Pero la probabilidad de que esto pueda suceder es algo que no se puede demostrar por medio de
la epidemiología. Por si fuera poco, se intentó exprimir aún más los ya de por sí cuestionables estudios con ayuda de meta-análisis, lo cual fue una tarea errónea.

La suplementación con micronutrientes solo puede tener una utilidad preventiva si una afección se atribuye a un suministro insuficiente de nutrientes durante un largo periodo de tiempo. Con esto no se descarta, sin embargo, que ciertas partes de la población requieran un mayor aporte por cualquier motivo (por ejemplo, debido a una predisposición genética) y puedan beneficiarse de dicha suplementación. En el caso de que exista una deficiencia, es preciso esclarecer si hay algún problema de salud que requiera una mayor demanda de micronutrientes o si una alimentación poco equilibrada actúa como factor desencadenante. En cualquier caso, las cantidades administradas deben cumplir las recomendaciones oficiales, teniendo en cuenta que la sobredosificación no ha influido en los resultados de los estudios y ha demostrado incluso que puede ser perjudicial para la salud. A esto hay que añadir que la aparición de enfermedades cardiovascu-lares y cáncer se debe a causas muy complejas, y la carencia (y el exceso) de nutrientes esenciales es solo uno de los muchos posibles factores desencadenantes.

Lo más conveniente sería examinar la situación individual de consumo de micronutrientes a partir de medi-ciones de los niveles en sangre. De este modo sería posible reconocer y corregir a tiempo los riesgos que conlleva para la salud una deficiencia. No obstante, este tipo de acciones también deben estar en conso-nancia con la economía de la salud”.

Basado en: Moser U. Vitamins: wrong approaches. Symposium ‘100 years of vitamins – Past, present, future: Micronutrients – Macro impact’. Noviembre de 2012. Basilea, Suiza.

Referencias

  1. Moser U. Antioxidanzien in der Prävention von Herz-Kreislauf-Krankheiten und Krebs: Randomisierte klinische Interventionsstudien. Schweizerische Zeitschrift für Ernährungsmedizin. 2010; 5/10:21–23.
  2. Blot W. J. et al. The Linxian trials: mortality rates by vitamin-mineral intervention group. Am J Clin Nutr. 1995; 62(6):1424–1426.
  3. Blum S. et al. Vitamin E reduces cardiovascular disease in individuals with diabetes mellitus and the haptoglobin 2-2 genotype. Pharmacogenomics. 2010; 11(5):675–684.

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