Según un nuevo estudio realizado en Estados Unidos, el aumento de la ingesta de licopeno, principalmente a partir de productos derivados del tomate, parece reducir significativamente el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares.
En el estudio observacional, llevado a cabo durante un periodo de 10 años, se comparó la ingesta de lico-peno, así como el consumo de productos a base de tomate (medido mediante un cuestionario de frecuencia de consumo de alimentos), de 5.124 hombres y mujeres (con una edad media de 54 años), y se documentó los casos de enfermedades cardiovasculares (ECV), enfermedades coronarias (EC) y accidentes cerebro-vasculares (1). Tres mediciones realizadas a lo largo del estudio mostraron que la ingesta media de licopeno durante el examen fue de 7,8 mg/día. El consumo medio de tomates y productos derivados fue de
4,4 porciones/semana. La principales fuentes de licopeno fueron la salsa de tomate (más del 45%), los tomates frescos y enlatados, la pizza, el zumo de tomate y la sandía. Después de efectuar el ajuste por factores de riesgo cardiovascular (por ejemplo, edad, presión arterial elevada, niveles altos de colesterol, diabetes, tabaquismo) y el riesgo potencial de reducción de nutrientes en la dieta (incluyendo el beta-caroteno, la vitamina C y la vitamina E), los participantes que consumieron las mayores cantidades de licopeno presentaron hasta un 17% menos de riesgo de contraer ECV en comparación con los que con-sumieron las cantidades más bajas (una diferencia de 2,7 veces en la cantidad de la ingesta). Utilizando un promedio de dos mediciones de consumo, el aumento de la ingesta de licopeno se asoció con una reducción del 26% en la incidencia de EC. Sin embargo, no se observó ninguna relación entre el consumo de licopeno y la incidencia de accidente cerebrovascular.
De acuerdo con los investigadores, los resultados de este estudio respaldan la hipótesis de que un aumento del consumo de licopeno está asociado con un menor riesgo de ECV. Por otra parte, algunos estudios anteriores han aportado resultados poco concluyentes y posiblemente sesgados al haberse evaluado la ingesta de licopeno una única vez al comienzo de los ensayos (2, 3). Los científicos señalaron que se necesita más investigación para determinar si el licopeno u otros componentes de los tomates, la principal fuente dietética de licopeno, son responsables de las asociaciones observadas. Los estudios in vitro y en animales son los que en su mayor parte han sugerido que el licopeno puede inhibir la producción de las especies reactivas de oxígeno, la inflamación y la agregación plaquetaria, reducir los peróxidos lipídicos y disminuir los niveles de colesterol total y LDL (4).