El cuerpo humano necesita micronutrientes para llevar a cabo varias funciones vitales. Cuando su cantidad en el cuerpo es insuficiente, aumenta el riesgo de sufrir múltiples enfermedades. Los requerimientos de micronutrientes varían de una persona a otra y dependen de factores como la edad, el sexo, el nivel de conocimientos y la condición física y mental. Durante mucho tiempo se ha pensado que la insuficiencia tenía que ver únicamente con una ingesta inadecuada. Sin embargo, investigaciones recientes han demostrado que los niveles variables de micronutrientes en la población dependen también mucho del perfil genético del sujeto en cuestión. Las diferencias en las secuencias de ADN entre individuos, los llamados ‘poliformismos genéticos’, pueden resultar en una mayor o menor capacidad metabólica para utilizar (absorber, transportar y transformar) las vitaminas y otros componentes después de su ingesta. Según esto, los niveles de micronutrientes en la sangre y en los tejidos podrían estar limitados por determinadas variantes, lo que aumentaría el riesgo de insuficiencia y de otras enfermedades asociadas.
En consecuencia, los científicos han sugerido que las recomendaciones para el consumo de micronutrientes deberían también tener en cuenta la genética. De este modo, por ejemplo, se podría aconsejar a las personas que tienen mermada genéticamente su capacidad para convertir un precursor de la vitamina en su forma activa que aumenten su consumo de vitaminas. Asimismo, esto puede tener consecuencias para la salud pública, ya que se mejorarían las predicciones de enfermedades relacionadas con la insuficiencia de micronutrientes y se ayudaría a identificar a los individuos que más se beneficiarían de la ingesta de ciertos alimentos o de suplementos. Además, las diferencias genéticas individuales podrían ayudar a explicar los resultados de algunos estudios de intervención a gran escala que no han demostrado que la suplementación de micronutrientes conlleve beneficios para la salud.