Los pacientes con cardiopatías tienen un mayor riesgo asociado de cáncer y muerte por cualquier causa si son tratados con vitamina B9 (ácido fólico) y vitamina B12, según sugiere un estudio criticado por los expertos.
El estudio combinó los datos de dos ensayos clínicos aleatorizados, controlados con placebo, en los que participaron 6.837 pacientes con cardiopatía isquémica tratados con vitaminas B o placebo entre 1998 y 2005 (1). Los paciente fueron aleatorizados a recibir un tratamiento por vía oral con ácido fólico (0,8 mg/d), vitamina B12 (0,4 mg/d) y vitamina B6 (40 mg/d); ácido fólico (0,8 mg/d) y vitamina B12 (0,4 mg/d); vitamina B6 sola (40 mg/d) o placebo. Tras una media de 39 meses de tratamiento y otros 38 meses más de seguimiento observacional tras el ensayo, el 8,4% de los participantes que no recibieron ácido fólico y vitamina B12 frente al 10,0% de los que recibieron este tratamiento fueron diagnosticados con cáncer (en su mayoría cáncer de pulmón), lo que supone un aumento del riesgo del 21%. Un total de 2,9% de los pacientes que no recibieron ácido fólico y vitamina B12 frente al 4,0% de los que sí recibieron este tratamiento murieron de cáncer, lo cual supone un 38% más de riesgo. Un total de 16,1% de los pacientes que recibieron ácido fólico y vitamina B12 frente al 13,8% de los que no recibieron este tratamiento fallecieron por cualquier causa.
Hasta la fecha, no se han asociado efectos adversos al consumo de folato a partir de los alimentos. Los autores de este estudio especulan que la deficiencia de folato en los alimentos puede promover las etapas iniciales del desarrollo de cáncer, mientras que altas dosis de ácido fólico en forma de suplementos puede favorecer el crecimiento de las células cancerígenas. No obstante, no ofrecen una explicación para la observación de que un aporte adecuado de folato reduce el riesgo de desarrollar cáncer (de pulmón), a pesar de que el riesgo de cáncer de próstata aumenta cuando se administra ácido fólico.
Para los expertos, es incuestionable que el ácido fólico y el folato tienen un reconocido efecto preventivo con respecto a la reducción de los defectos del tubo neural en recién nacidos y que los niveles de folatos puede disminuir no sólo el riesgo de desarrollar cáncer, sino también el riesgo de accidentes cerebrovasculares y enfermedades neurodegenerativas. Desde 1998, muchos países, incluidos los Estados Unidos, han implementado el enriquecimiento obligatorio con ácido fólico de la harina y los productos derivados de los cereales para reducir el riesgo de defectos de nacimiento en el tubo neural. La evidencia actual muestra que una ingesta elevada de ácido fólico en adultos se asocia a una menor incidencia de cáncer y un descenso del 50% en el riesgo de fallecimiento por cáncer colorrectal, según los expertos.
Además, la intervención (800 microgramos de ácido fólico/día) empleada en el estudio es 4-6 veces superior a la dosis media que se recibe por medio del enriquecimiento obligatorio de la harina, han criticado los investigadores. Por otra parte, los autores descubrieron que no existía una asociación estadísticamente significativa entre el tratamiento con folato y la incidencia de cáncer y mortalidad en aquellas personas con altos niveles de suplementación de ácido fólico.
En un artículo adjunto en la misma publicación, los expertos escribieron lo siguiente: “Las intervenciones preventivas requieren una evaluación a largo plazo. Aunque el informe de Ebbing et al. aporta datos importantes a corto plazo, los hallazgos a corto plazo no invalidan los posibles beneficios a largo plazo que el enriquecimiento con ácido fólico puede tener sobre la salud de la población. Puede que sean necesarias décadas para apreciar los beneficios de algunas intervenciones preventivas, aunque dejar de fumar puede constituir uno de los cambios de hábitos que producen una rápida disminución del riesgo de cáncer” (2).