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La fertilidad de los hombres podría depender del ácido graso omega-3
30 enero 2012
Un nuevo estudio realizado en EE. UU. afirma que el ácido docosahexaenoico es esencial para la formación de la estructura del espermatozoide.
15 septiembre 2013
“El número de estadounidenses de 55 años de edad o más casi se duplicará de aquí al año 2030, pasando de 60 a 108 millones. Este grupo de edad sufre una creciente prevalencia de enfermedades relacionadas con la edad, incluyendo enfermedades oculares como las cataratas, la retinopatía diabética, el glaucoma y la degeneración macular asociada a la edad (DMAE). Hasta ahora, la atención se ha concentrado en los esfuerzos por evitar la progresión de enfermedades oculares o evitar los daños que pueden dar lugar a dichas enfermedades. Ahora, la intervención nutricional se empieza a reconocer como parte de estos esfuerzos. En comparación con la mayoría del resto de órganos, el ojo es particular-mente susceptible al daño oxidativo debido a su exposición a la luz y a su metabolismo rápido. Investiga-ciones recientes indican que los nutrientes importantes para la salud ocular incluyen vitaminas y minerales con funciones antioxidantes (p. ej., las vitaminas C y E, los carotenoides, como el betacaroteno, la luteína y la zeaxantina y el zinc) y que los compuestos con propiedades antiinflamatorias (los ácidos grasos omega-3 ácido eicosapentaenoico, EPA, y el ácido docosahexaenoico, DHA) podrían disminuir el riesgo de enfermeda-des oculares relacionadas con la edad (1, 2).
El Estudio de las Enfermedades Oculares Relacionadas con la Edad (AREDS, por sus siglas en inglés) halló que la suplementación diaria con vitaminas C (452 mg) y E (400 UI de alfa-tocoferol), betacaroteno (17 mg resp. 28.640 UI de vitamina A), zinc (69,6 mg) y cobre (1,6 mg) en niveles bastante por encima de las cantidades diarias recomendadas reducían el riesgo de desarrollar DMAE avanzada en un 25% (3). El cobre se incluyó para prevenir la anemia por deficiencia de cobre, un problema relacionado con los altos niveles de consumo de zinc. Basándose en estos resultados, la formulación del AREDS se considera el tratamiento estándar para las personas con un alto riesgo de DMAE avanzada. La información dietética del AREDS destacaba los carotenoides luteína y zeaxantina y los ácidos grasos omega-3 EPA y DHA como protectores contra el desarrollo de la DMAE (4, 5). El AREDS2, un ensayo clínico multicéntrico de fase III, observó los efectos de la suplementación oral con xantofilas maculares (luteína y zeaxantina) y/o EPA más DHA como tratamiento para las cataratas, la DMAE y la pérdida moderada de visión. En análisis secundarios, los suplementos con luteína y zeaxantina junto con la suplementación del AREDS ralentizaron la progresión a DMAE avanzada en personas con unos niveles bajos en dieta de luteína y zeaxantina (6).
Mientras que una encuesta reciente ha hallado que para las personas de la generación del baby boom (45-65 años de edad), la visión es el más importante de los cinco sentidos, más de la mitad de estos encuestados no era consciente de la importancia de ciertos nutrientes que desempeñan un papel clave en la salud ocular (7). Algo que no es de extrañar, teniendo en cuenta que esta encuesta nacional también halló que el consumo de estos nutrientes clave a través de la dieta está por debajo de las recomendaciones y las pautas. Por lo tanto, es importante educar a esta población y sensibilizarla acerca de los nutrientes y alimentos de particular interés para la prevención de enfermedades oculares relacionadas con la edad.
La vitamina C (ácido ascórbico) es necesaria para la síntesis del colágeno, un importante componente estructural de los vasos sanguíneos, los tendones, los ligamentos y los huesos. El ácido ascórbico natural y el sintético son químicamente idénticos y no se conocen diferencias en su actividad biológica o en su biodisponibilidad (8). La vitamina C también es un antioxidante muy efectivo, que protege las moléculas esenciales del cuerpo como las proteínas, los lípidos, los carbohidratos, el ADN y el ARN, del daño de los radicales libres y de las especies reactivas del oxígeno que se pueden generar durante el metabolismo normal así como debido a la exposición a las toxinas procedentes de sustancias contaminantes como el humo del tabaco. El ojo tiene un índice metabólico especialmente rápido, y por lo tanto tiene una necesidad añadida de protección antioxidante. Las concentraciones en plasma de vitamina C, un indicador del consu-mo, se relacionan con los niveles en el tejido ocular. En el ojo, la vitamina C también podría ser capaz de regenerar otros antioxidantes como la vitamina E. Basándose en los datos sobre consumo de la National Health and Nutrition Examination Survey (NHANES), una parte considerable de hombres y mujeres de más de 50 años de edad en EE. UU. hace un consumo de vitamina C por debajo de la cantidad diaria recomen-dada (CDR), que es de 75 mg/día para las mujeres y 90 mg/día para los hombres (9).
La principal función de la vitamina E (alfa-tocoferol, la forma de vitamina E que se mantiene de forma activa en el cuerpo humano y también la principal forma en sangre y en los tejidos) en los humanos parece ser la función antioxidante. Las grasas, que son parte integrante de todas las membranas celulares, son susceptibles de ser destruidas a través de la oxidación de los radicales libres. El alfa-tocoferol ataca a los radicales libres para prevenir una reacción en cadena de la oxidación de lípidos. Esto es importante, puesto que la retina tiene altas concentraciones de ácidos grasos. Otras funciones del alfa-tocoferol que podrían beneficiar la salud ocular incluyen los efectos en la expresión y en las actividades de moléculas y enzimas en células inmunes e inflamatorias. Además, se ha demostrado que el alfa-tocoferol inhibe la agregación pla-quetaria y mejora la vasodilatación (10). A pesar de que la CDR de vitamina E es de 15 mg/día de alfa-tocoferol para hombres y mujeres, el consumo medio de vitamina E en alimentos en EE. UU. para hombres y mujeres de más de 50 años es de tan solo 8,6 y 7,3 mg/día, respectivamente (9).
El betacaroteno es la principal fuente dietética de pro-vitamina A (11) y el ensayo del AREDS ha demostra-do que, junto con las vitaminas C y E, el zinc y el cobre, reduce el riesgo de desarrollar DMAE avanzada (3). No existe una CDR de betacaroteno. Los datos de varios grupos de población sugieren que 3-6 mg/día de betacaroteno procedentes de los alimentos es una cantidad prudente para mantener las concentraciones de betacaroteno en plasma en el rango relacionado con un menor riesgo de varias enfermedades crónicas (10). El consumo medio de betacaroteno procedente de alimentos en EE. UU. para los hombres y las mujeres de más de 50 años de edad es de 2,6 y de 2,7 mg/día, respectivamente (9). En los estudios, el consumo a largo plazo de dosis muy altas de betacaroteno (20 y 30 mg/día) se relacionó con un mayor riesgo de cáncer de pulmón en personas que ya tenían riesgo de desarrollar este tipo de cáncer (grandes fumadores y personas con exposición laboral al amianto). Se cree que las razones para el aumento de cáncer de pulmón se deben a los efectos pro- oxidativos de las altas dosis de betacaroteno en un ambiente con estrés oxidativo, como el pulmón de un fumador (12).
La luteína y la zeaxantina están concentradas en la mácula o región central de la retina del ojo. Además de su papel como antioxidantes, se cree que la luteína y la zeaxantina limitan el daño oxidativo de la retina al absorber la luz azul y/o aplacar las especies reactivas del oxígeno (13). Aunque no existe una CDR para la luteína y la zeaxantina, un consumo de cerca de 6 mg/día se ha relacionado con un menor riesgo de DMAE (14). El consumo actual de luteína y zeaxantina entre los adultos de más de 50 años de edad está bastante por debajo de este nivel, con un consumo medio de menos de 2 mg/día tanto para hombres como para mujeres (9).
El zinc es importante para mantener la salud de la retina, puesto que es una parte esencial de muchas enzimas necesarias para un metabolismo óptimo del ojo, como la superóxido dismutasa, que desarrolla un papel importante eliminando los radicales de superóxido (15). Además de su función antioxidante, el zinc es esencial para la estructura de las proteínas y las membranas celulares, para la señalización celular y para la transmisión de impulsos nerviosos. Una parte considerable de hombres y mujeres de más de 50 años de edad en EE. UU. hace un consumo de zinc por debajo de la cantidad diaria recomendada (CDR), que es de
8 mg/día para las mujeres y 11 mg/día para los hombres (9).
Los ácidos grasos omega-3 desempeñan varias acciones con efectos neuroprotectores para la retina. Entre otros, la modulación de los procesos metabólicos que afectan al estrés oxidativo, la inflamación y la vascularización (2). El DHA es un ácido graso clave que se encuentra en la retina y está presente en grandes cantidades en este tejido. El ácido graso podría afectar a la función de la membrana de los fotorreceptores al alterar la permeabilidad, la fluidez, el grosor y las propiedades de la fase lipídica, así como a la activación de las proteínas unidas a la membrana. No existe una CDR de EPA/DHA. Sin embargo, se cree que los efectos protectores de los ácidos grasos omega-3 en la salud ocular son similares a los que tienen en la salud car-diaca, por los que la American Heart Association ha establecido recomendaciones diarias: se recomienda que los sujetos sin historial de enfermedades cardiacas ni infarto de miocardio consuman aceite o aceites de pescado dos veces por semana (16). Los que han sido diagnosticados con una enfermedad coronaria tras un infarto deben consumir 1 g de EPA + DHA al día procedente de aceite de pescado o suplementos. El consu-mo actual de EPA/DHA entre los hombres y mujeres de más de 50 años de edad es de 121 y 13 mg/día, respectivamente (9).”
Basado en: Rasmussen H. M and Johnson E. J. Nutrients for the aging eye. Clinical Interventions in Aging. 2013; 8:741–748.
30 enero 2012
Un nuevo estudio realizado en EE. UU. afirma que el ácido docosahexaenoico es esencial para la formación de la estructura del espermatozoide.
Según una nueva revisión de publicaciones, los suplementos con antioxidantes como betacaroteno, vitamina A y vitamina E no muestran efectos significativos en la prevención de la mortalidad, sino que podrían incrementarla hasta un 3%. Los expertos critican que el análisis incluyó ensayos en los que se utilizaron altas dosis de micronutrientes para prevenir o incluso tratar enfermedades crónicas y por lo tanto distorsiona el propósito original de su uso.
24 marzo 2010
Una ingesta reducida de grasas saturadas en la dieta, consumiendo en su lugar grasas poliinsaturadas, podría reducir el riesgo de padecer enfermedad coronaria hasta un 19%, según un nuevo estudio.