Desarrollo visual
Uno de los principales tejidos en los que la vitamina A (retinol) ejerce su acción es la retina; más concretamente las células del epitelio pigmentario de la retina (EPR) donde se sintetiza el pigmento visual «rodopsina». Cada célula del EPR tiene alrededor de 50 000 receptores en la superficie celular para la proteína transportadora de retinol, que transporta la vitamina A en el plasma (1). Los ojos y el nervio óptico comienzan a desarrollarse en los tres primeros meses de vida, y el feto es capaz de abrir los ojos y percibir la luz durante los tres últimos meses de gestación. La vitamina A es indispensable para que estos tejidos se desarrollen correctamente, siendo las malformaciones oculares una de las consecuencias más conocidas de la deficiencia de vitamina A durante el embarazo (2). En personas de cualquier edad, la deficiencia crónica de vitamina A puede llegar a causar pérdida de visión, si bien los niños son los más vulnerables debido a que sus cuerpos no han tenido tiempo de almacenar reservas de vitamina A. Si la deficiencia es prolongada, el daño ocular progresa a través de distintos estadios caracterizados por lesiones de la córnea y otros síntomas que se engloban bajo el término «xeroftalmia» (3). El déficit de vitamina A es la primera causa de ceguera prevenible en niños de todo el mundo y constituye un problema de salud pública en más de la mitad de los países, especialmente en África y el Sudeste Asiático. Para las mujeres embarazadas en zonas de alto riesgo, la deficiencia de vitamina A es frecuente en los últimos tres meses de gestación, cuando la demanda es mayor por parte de la madre y el feto. También en muchos países industrializados, el consumo medio diario de vitamina A, ya sea preformada o como provitamina A (por ejemplo, el betacaroteno), entre las mujeres en edad fértil está por debajo de la ingesta recomendada.
La retina es extremadamente sensible al daño oxidativo debido a su intensa actividad metabólica, sobre todo en los primeros años de vida. A medida que la persona envejece, el cristalino del ojo comienza a amarillear y es capaz de filtrar algunas de las longitudes de onda más perjudiciales de la luz ultravioleta (onda corta o luz azul). Al nacer, sin embargo, el cristalino es relativamente transparente y no puede filtrar la luz de onda corta, exponiendo la retina al daño oxidativo inducido por la luz (4). La evidencia sugiere que durante los tres primeros años de vida ocurre un considerable daño oxidativo en la retina de los bebés, lo cual subraya la importancia de un aporte adecuado de antioxidantes para la salud ocular infantil. Esta vulnerabilidad se cree que persiste hasta cerca de los doce años de edad. La vitamina E protege los ácidos grasos poliinsaturados que se encuentran en las membranas de los fotorreceptores y es regenerada por la vitamina C. Aunque no se concentra más en el ojo que en otros órganos, una mayor ingesta de vitamina E puede aumentar las concentraciones de la retina, algo muy importante teniendo en cuenta que este tejido es rico en ácidos grasos poliinsaturados (5).
La luteína y la zeaxantina son dos carotenoides importantes para el desarrollo visual infantil debido a su elevada concentración en la mácula y a su capacidad antioxidante para proteger este tejido. La luteína y la zeaxantina obtenidas en la dieta se absorben en los intestinos y son transportadas con ayuda de lipoproteínas a los tejidos diana, de forma especialmente considerable a la mácula del ojo. Mientras que otros tejidos del cuerpo absorben todo un espectro de carotenoides de la dieta, la mácula almacena principalmente luteína y zeaxantina (6). Dentro de la mácula, la luteína y la zeaxantina se concentran mayoritariamente en la fóvea. Esta diminuta área situada en el centro de la mácula ocupa menos del 3 % de la retina, pero procesa la mayor parte de los detalles finos de la información visual que se envía al cerebro (7). La evidencia sugiere que la luteína y la zeaxantina protegen la retina y mejoran la visión filtrando las longitudes de onda perjudiciales de la luz ultravioleta y posiblemente favoreciendo el proceso de la visión central en el cerebro. Durante el embarazo, los niveles de luteína y zeaxantina en la sangre materna aumentan más que los de otros carotenoides, puede que para ayudar a movilizar estos nutrientes y satisfacer así las necesidades del feto para su desarrollo neural y ocular. En los últimos tres meses de gestación aumentan las concentraciones de vitamina E, luteína y zeaxantina que atraviesan la placenta, preparando así al feto para su exposición a un ambiente de oxígeno. Dado que los bebés prematuros no han pasado por esta importante fase del desarrollo intrauterino, corren un mayor riesgo de padecer deficiencias de algunos antioxidantes (8). Estas deficiencias crean las condiciones para un mayor daño oxidativo en la retina, una complicación conocida como retinopatía del prematuro o ROP, que puede ocasionar ceguera. Además de concentrarse en los tejidos del ojo, la luteína y la zeaxantina son los carotenoides dominantes en los lóbulos frontal y occipital del cerebro. El lóbulo occipital contiene la corteza visual primaria, el área que se encarga de transformar las señales neuronales en la vista (9). Actualmente no existe ninguna recomendación oficial para la ingesta de luteína y zeaxantina. Sin embargo, se sabe que el consumo de luteína y zeaxantina es, en general, bajo en Norteamérica, sobre todo entre las mujeres en edad fértil (10).
El ácido docosahexaenoico (DHA) y el ácido eicosapentaenoico (EPA), ácidos grasos poliinsaturados omega-3 de cadena larga, son de especial interés en relación con la salud ocular. Al igual que la luteína, el DHA es un componente importante de las membranas celulares del cerebro y la retina. El DHA se concentra en grandes cantidades en las membranas del segmento exterior de los bastones (las células responsables de la visión en blanco y negro y de la visión con poca luz) y los conos (que permiten ver los colores y los detalles finos con una luz más intensa). En ellos, el DHA modula la expresión génica, la transducción de señales, la diferenciación y la supervivencia de las células de laretina (11). Estas membranas se renuevan constantemente durante el proceso visual. Las células especializadas de la retina son capaces de reciclar el DHA para la formación de nuevos fotorreceptores. Pese a este alto nivel de conservación del DHA, existe una pérdida neta de DHA que es necesario reponer con la dieta (12). Las numerosas funciones beneficiosas del DHA y EPA en la salud ocular están bien documentadas en los seres humanos (13). Organizaciones como la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (14) y el Instituto de Medicina de EE. UU. (15) se han hecho eco del consenso científico respecto a la relación de los ácidos grasos omega-3, el DHA en particular, con la salud visual en los adultos.
El DHA y el ácido araquidónico (AA), otro importante ácido graso omega-6 de cadena larga, pasan de la madre al feto durante la gestación a través de la placenta y de la madre al bebé a través de la leche materna. Ambos se incorporan en las membranas fosfolipídicas de la retina y el cerebro y siguen acumulándose durante los dos primeros años de vida (16). Los resultados de un metaanálisis de 19 estudios realizados con bebés prematuros y nacidos a término indicaron un beneficio significativo de la suplementación con ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga en la agudeza visual a los 2, 4 y 12 meses de edad (17). En un estudio, la fórmula suplementada con DHA/AA resultó en una mejoría de la agudeza visual a un año de edad (18). El consumo de fuentes preformadas de DHA y EPA está recomendado (19), y es especialmente importante durante el embarazo y la lactancia, para el desarrollo de los ojos y el cerebro infantil. En esta etapa, las mujeres deberían consumir de 227 a 340 gramos de pescado a la semana para suministrar una media de 250 mg de DHA y EPA al día. Estas recomendaciones contrastan con los datos de una encuesta sobre nutrición, según los cuales las mujeres estadounidenses de entre 20 y 49 años consumen actualmente sólo unos 90 mg al día de DHA y EPA (10).