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  • OPINIÓN EXPERTA
  • 2014

La importancia de los micronutrientes para los pacientes con cáncer

Publicado

15 octubre 2014

«Cada año enferman de cáncer alrededor de 11 millones de personas en todo el mundo. Entre los tipos de cáncer más frecuentes se encuentran los tumores de colon y recto y, dependiendo del sexo, los de mama y próstata. Se calcula que, para el 2030, los casos de cáncer se habrán duplicado como consecuencia del envejecimiento de la población (1). Después de un largo periodo de estancamiento, el tratamiento del cáncer con métodos de la medicina convencional ha mejorado significativamente en los últimos años y, en algunos tipos de tumores, incluso han conseguido alargar el tiempo de supervivencia. Esto ha sido posible, entre otras cosas, gracias a los nuevos principios de tratamiento farmacológico, pero también a la mejora de los métodos de diagnóstico y las técnicas de irradiación. Por otro lado, estos tratamientos son ahora más intensos y, en parte, más agresivos, por lo que suelen ir acompañados de numerosos efectos secundarios (2). Al mismo tiempo, la necesidad de los pacientes oncológicos de métodos de tratamiento más suaves y medidas complementarias ha aumentado considerablemente en los últimos 15 años. Hoy en día, muchos pacientes de cáncer toman vitaminas y otros micronutrientes con la intención de mejorar su tratamiento estándar o de reducir los efectos secundarios derivados de la terapia y la enfermedad (3). Desde el punto de vista oncológico, existe una preocupación justificada por el hecho de que los suplementos dietéticos puedan disminuir la eficacia del tratamiento con quimioterapia o radioterapia (4). De ahí que el uso de micronutrientes en la medicina complementaria se elija y planee siempre de forma que no debilite el efecto de los tratamientos oncológicos.

El éxito del tratamiento y los procesos de curación se ven influidos en gran medida por el estado nutricional de los pacientes. Esto tiene una gran relevancia clínica, ya que dependiendo del tipo de tumor, su localización y el estadio de la enfermedad, entre un 30 y un 90 % de los pacientes presenta desnutrición. La forma más grave de desnutrición asociada al cáncer con desgaste físico es la caquexia tumoral, que se observa sobre todo en el cáncer de bronquios, estómago, páncreas y próstata. La desnutrición afecta negativamente el estado inmune, la tolerancia al tratamiento y el metabolismo de varios órganos y funciones. Además de reducir la respuesta y la eficacia de las medidas para combatir el cáncer (quimioterapia, radioterapia), también aumenta la tasa de efectos secundarios y el riesgo de complicaciones relacionadas con el tratamiento. Como resultado, se ven afectados la calidad de vida y el pronóstico de los pacientes (5). Los pacientes de cáncer con problemas de desnutrición muestran una mayor tasa de morbilidad y mortalidad, siendo la letalidad entre ellos aproximadamente un 30 % más alta. La desnutrición no sólo afecta a los macronutrientes que aportan energía al organismo (hidratos de carbono, proteínas, grasas), sino también a los micronutrientes biocatalíticos e inmunomoduladores. Puesto que los macronutrientes son los portadores naturales de los micronutrientes, la desnutrición es una de las causas principales de un estado insuficiente de micronutrientes en pacientes con cáncer. Además, el consumo y la demanda de micronutrientes pueden aumentar como resultado de los efectos secundarios del tratamiento con quimioterapia y radioterapia (vómitos, diarrea, alteraciones del gusto) y los procesos inflamatorios.

El estado de varias vitaminas y oligoelementos en los pacientes oncológicos es en general peor que en las personas sanas, a menudo ya en el momento en que se emite el diagnóstico y antes de que aparezcan cambios clínicamente relevantes en el estado nutricional, pero, sobre todo, después de comenzar el tratamiento. La situación de consumo de micronutrientes con efecto antioxidante e inmunomodulador (p. ej., la vitamina C, la vitamina E, el betacaroteno, el selenio y la vitamina D), así como otros con menos capacidad de almacenamiento o reserva (p. ej., las vitaminas B y la vitamina K) es especialmente crítica. Dado que el déficit de micronutrientes inducido por el tumor o el tratamiento afecta negativamente la progresión de la enfermedad y la eficacia de las medidas para combatirla y aumenta además el riesgo de complicaciones asociadas (como deterioro de la respuesta inmunológica, problemas de cicatrización, agotamiento, depresiones), habría que considerar un aporte adecuado de sustratos energéticos (proteínas, grasas, hidratos de carbono) y un suministro óptimo de micronutrientes estabilizadores del sistema inmune como pueden ser el selenio o la vitamina D. La importancia de los micronutrientes antioxidantes como medida complementaria al tratamiento nutricional ha sido confirmada por los resultados de varios estudios que demuestran que la ingesta de un preparado de vitaminas y minerales ayuda a mejorar la calidad de vida y el pronóstico de los pacientes con cáncer (6, 7). Los micronutrientes antioxidantes como la vitamina C, la vitamina E, los derivados de la vitamina A o el selenio no sólo actúan como captadores de radicales libres, sino que, además de ejercer una acción antioxidante que protege las células, también desempeñan una serie de funciones metabólicas esenciales. Las más destacadas son las propiedades inmunomoduladoras, inductoras de la muerte celular (apoptosis) y reguladoras de la división y la diferenciación celular (1).

La suplementación con antioxidantes en el transcurso de los tratamientos para combatir el cáncer sigue siendo motivo de gran polémica, pues la eficacia de la radioterapia y de algunos citostáticos depende en parte de la formación de radicales libres. Sin embargo, la mayoría de los citostáticos empleados actualmente en el tratamiento, como los antimetabolitos (p. ej., el metotrexato), los derivados de la mostaza nitrogenada (p. ej., la ciclofosfamida), los complejos del platino (p. ej., el cisplatino), los alcaloides de la vinca (p. ej., la vinorelbina), los taxanos (p. ej., el paclitaxel) o las antraciclinas (p. ej., la epirubicina), no actúan principalmente sobre el estrés oxidativo. Si los antioxidantes influyeran de manera significativa en la eficacia del tratamiento estándar de radioterapia, durante la fase de tratamiento no se deberían consumir frutas y verduras ricas en antioxidantes y fitamina, ni tampoco té verde (rico en epigalocatequina). Por consiguiente, no está justificado el frecuente rechazo general e indiscriminado de la suplementación con micronutrientes de acción antioxidante e inmunomoduladora durante la fase de quimioterapia (8). Las revisiones sistemáticas de ensayos aleatorizados controlados sobre la influencia de los antioxidantes en la quimioterapia concluyen que la suplementación de antioxidantes no repercute negativamente en la quimioterapia, sino que más bien tiene una influencia favorable en la tasa de efectos secundarios y la respuesta al cáncer. En ninguno de los ensayos revisados se demostró un efecto adverso significativo sobre la quimioterapia. Sin embargo, muchos estudios han demostrado que la suplementación con antioxidantes aumenta el tiempo de supervivencia, la respuesta al cáncer, o ambas cosas, y reduce la tasa de efectos secundarios en comparación con los grupos de referencia (9, 10).

El American Institute for Cancer Research (AICR) recomienda a los pacientes oncológicos sometidos a quimioterapia o radioterapia evitar el consumo de preparados de vitaminas y minerales que contengan, por dosis diaria, cantidades de antioxidantes superiores a los correspondientes niveles de ingesta máximos tolerables (UL) de los respectivos micronutrientes. Según el AICR, la suplementación de preparados de vitaminas y minerales se considera generalmente segura si la dosis de vitaminas y minerales está dentro de las cantidades diarias recomendadas (CDR) (11). Nosotros recomendamos a los pacientes de cáncer con problemas nutricionales o pérdida de peso corporal tomar una combinación de vitaminas y minerales que se ajuste a las recomendaciones de CDR con el fin de cubrir las necesidades básicas de micronutrientes esenciales. En este caso, se trata principalmente de compensar los posibles déficits y no de un tratamiento con micronutrientes en altas dosis. Los pacientes también podrían beneficiarse de algunos micronutrientes como la vitamina D, el selenio y la L-carnitina en dosis más altas en función del tratamiento para combatir el cáncer y el análisis de laboratorio».

Basado en: Gröber U. et al. Mikronährstoffe in der Onkologie. MMP. 2013; 36(4): 133-143.

REFERENCIAS

  1.  Gröber U. Antioxidants and other micronutrients in complementary oncology. Breast Care. 2009; 4:13–20.
  2.  Holzhauer P. und Gröber U. Checkliste: Komplementäre Onkologie [German: Checklist: Complementary Oncology]. Stuttgart: Hippokrates Verlag. 2010.
  3.  Micke O. et al. Predictive factors for the use of complementary and alternative medicine (CAM) in radiation oncology. Eur J Integrat Med. 2009; 1:22–30.
  4.  D’Andrea G. Use of antioxidants during chemotherapy and radiotherapy should be avoided. CA Cancer J Clin. 2005; 55:319–321.
  5.  Bozzetti F. SCRINIO Working Group. Screening the nutritional status in oncology: a preliminary report on 1,000 outpatients. Support Care Cancer. 2009; 17:279–824.
  6.  Jatoi A. et al. Is voluntary vitamin and mineral supplementation associated with better outcome in non-small cell lung cancer patients? Results from the Mayo Clinic lung cancer cohort. Lung Cancer. 2005; 49:77–84.
  7.  Sieja K. and Talerczyk M. Selenium as an element in the treatment of ovarian cancer in women receiving chemotherapy. Gynecol Oncol. 2004; 93:320–327.
  8.  Moss R. W. Should patients undergoing chemotherapy and radiotherapy be prescribed antioxidants? Integr Cancer Ther. 2006; 5:63–82.
  9.  Block K. I. et al. Impact of antioxidant supplementation on chemotherapeutic efficacy: a systematic review of the evidence from randomized controlled trials. Cancer Treat Rev. 2007; 33:407–418.
  10.  Block K. I. et al. Impact of antioxidant supplementation on chemotherapeutic toxicity: a systematic review of the evidence from randomized controlled trials. Int J Cancer. 2008; 123:1227–1239.
  11.  Brown J. K. et al., American Cancer Society. Nutrition and physical activity during and after cancer treatment: an American Cancer Society guide for informed choices. CA Cancer J Clin. 2003; 53:268–291.ååå

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