Mujeres embarazadas y lactantes
El requerimiento de vitaminas es más elevado en general durante el embarazo y la lactancia. Especialmente en la segunda mitad del embarazo, la madre transmite al feto importantes cantidades de nutrientes. No obstante, también existen problemas con el aporte de vitamina B9 (folato), vitamina A, vitamina D, calcio, hierro y yodo.
Como demuestran los estudios clínicos, el riesgo de defectos del tubo neural y otras complicaciones del embarazo pueden reducirse significativamente mediante la suplementación de vitamina B9 (ácido fólico). Esta suplementación debería comenzar cuatro semanas antes de la concepción y mantenerse durante los primeros tres meses de embarazo. En el caso de embarazos múltiples o muy seguidos, a menudo sólo es posible evitar que se agoten completamente las reservas de vitaminas sustituyendo la vitamina en cuestión.
Sobre todo durante el embarazo y el periodo de lactancia, la vitamina A desempeña un papel importante para el desarrollo del feto y del recién nacido. Esta vitamina contribuye de manera crucial al crecimiento y diferenciación de una serie de células y tejidos, como es el caso de los pulmones. Si bien las sociedades nacionales de nutrición recomiendan una ingesta más elevada en mujeres embarazadas y lactantes, se aconseja evitar el consumo de hígado rico en vitamina A y otros alimentos que contengan hígado. De ahí que una ingesta adecuada de betacaroteno, como fuente esencial y segura de vitamina A, sea de gran importancia.
Extensos estudios llevados a cabo a nivel nacional señalan una deficiencia de vitamina D en hasta un 70% de las embarazadas. El consumo adecuado de vitamina D y calcio no sólo es importante para la salud ósea de la madre y el hijo, sino que además puede disminuir el riesgo de complicaciones en el parto, especialmente los nacimientos prematuros y las infecciones.
Es casi inevitable que las mujeres sufran una carencia de hierro durante el embarazo. Teniendo en cuenta que el volumen sanguíneo aumenta entre un 25 y un 40 por ciento en este tiempo, y el feto produce también células sanguíneas, la necesidad de hierro es mayor. Para prevenir la anemia, se recomienda la suplementación con hierro. La anemia por deficiencia de hierro incrementa el riesgo de un alumbramiento prematuro, de bebés con bajo peso al nacer y de una anemia en el recién nacido.
Durante el embarazo y lactancia es asimismo muy importante recibir un aporte adecuado de yodo. El hipotiroidismo debido a la deficiencia de yodo no sólo pone en peligro la salud de la madre (por ejemplo, el bocio), sino que también implica un riesgo para la madurez física y mental del niño.