Los diuréticos estimulan la excreción de agua y electrolitos a través de los riñones, y tienen un índice terapéutico elevado, por lo que se utilizan en el tratamiento de enfermedades muy comunes como la insuficiencia cardiaca, la hipertensión y el edema (23,24). Los diuréticos, especialmente el diurético de asa furosemida y el ahorrador de potasio HCT/triamtereno, también aumentan la pérdida de vitaminas hidrosolubles como la B6, B12 y el ácido fólico, lo cual produce deficiencias en el organismo. El triamtereno puede además reducir la absorción de ácido fólico y su biodisponibilidad (25).
Los fármacos contra el estreñimiento también pueden provocar una disminución de los niveles de ácido fólico en sangre y un aumento de la concentración de homocisteína. Los pacientes que sufren de estreñimiento crónico (obstipación), un problema que afecta al 20% de la población adulta, usan laxantes de forma regular para acelerar la defecación. Algunos de estos laxantes, como el bisacodilo y el picosulfato sódico, inhiben la absorción de sodio y agua desde el intestino, promoviendo así el flujo de electrolitos y vitaminas hidrosolubles al intestino y aumentando su excreción (26).
La diabetes mellitus es una enfermedad crónica muy extendida caracterizada por una alteración del metabolismo de la glucosa, lo cual aumenta significativamente el riesgo de complicaciones graves y enfermedades concomitantes del sistema nervioso y cardiovascular(27,28). La forma más frecuente es la diabetes tipo 2, en la que las células del organismo no responden normalmente a la insulina. En su tratamiento se suelen utilizar sustancias que aumentan la sensibilidad del organismo a la insulina. El antidiabético oral metformina hidrocloruro disminuye los niveles sanguíneos de vitamina B12 y ácido fólico reduciendo su absorción en el tracto gastrointestinal, lo cual puede producir trastornos del sistema nervioso (neuropatías) como hormigueo y entumecimiento en las manos y los pies de los afectados (29,30).
Uno de los medicamentos más recetados en todo el mundo son los inhibidores de la bomba de protones (IBP), que inhiben la secreción de ácido gástrico previniendo así la aparición de úlceras. Sin embargo, los IBP no sólo evitan la producción de ácido gástrico, sino también la liberación y utilización de la vitamina B12 de los alimentos. Especialmente en las personas mayores, la deficiencia de vitamina B12 puede aumentar el riesgo de trastornos cognitivos y disminuir su rendimiento mental (31,32,33).
Los inhibidores de la bomba de protones también reducen la biodisponibilidad de la vitamina C de los alimentos (32, 34). Otro fármaco que puede afectar al suministro de vitamina C es el ácido acetilsalicílico (ASS), el medicamento con propiedades analgésicas y antiinflamatorias que más se consume en el mundo. La vitamina C se encuentra en grandes concentraciones en la mucosa gástrica, donde el ASS puede alterar el equilibrio gastrointestinal de esta vitamina provocando una disminución de las concentraciones de esta vitamina en el tejido. Asimismo, se ha observado una disminución de los niveles de vitamina C en el plasma sanguíneo y un aumento de su excreción a través de la orina (35,36). Aparte de esto, los estudios han hallado una asociación entre la administración de aspirina y la deficiencia de vitamina B12 (37).
El asma afecta a unos 235 millones de niños y adultos en todo el mundo y es además la enfermedad infantil más frecuente (38). Además de los corticoesteroides, para el tratamiento del asma se emplea la teofilina, la cual inhibe la activación de la vitamina B6 y, por tanto, puede provocar una disminución de la concentración de esta vitamina en la sangre y un aumento de los niveles de homocisteína (39).